Capítulo 1

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— E-ejirou

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— E-ejirou... — suspiró bajito balanceando con una lentitud tortuosa sus caderas sobre el chico bajo suyo.

— M-midoriya, ¿q-qué estás haciendo? — tartamudeó el ojirubí tratando de apartar al peliverde de encima suyo, sentía un hormigueo en sus pantalones y un calor sofocante envolverlo.

No podía procesar la situación, sus pensamientos estaban en otro lado, o mas bien, en el chico sonrojado y jadeante delante suyo.

— ¡Ah! — gimió un poco más alto aumentando el movimiento de sus caderas al igual que el pelirrojo — Ejirou, p-por favor.

— M-midoriya — se abalanzó hacia el pecoso sosteniendo sus caderas en un firme agarre e invirtiendo posiciones, ahora posándose entre las piernas del más bajo mientras este lo atraía con ellas hacia sí y le extendía sus brazos de forma necesitada.

— Bésame — suplicó aferrándose a su nuca sin detener el frenético roce de ambos cuerpos y mirándolo con ojos llorosos.

Aquellas hermosas esmeraldas que volvían loco a Eijirou y siempre mostraban dulzura e inocencia, en este instante se distorsionaban de manera exquisita a una que reflejaba lujuria pura.

Kirishima no pudo más.

Acercó su rostro al chico bajo suyo examinando con anhelo sus bellas facciones para luego posar su mirada en aquellos lindos y pomposos labios que rogaban por su atención.

O claro eso hubiera sucedido si su explosivo amigo no hubiera casi derribado la puerta de su habitación a golpes.

— ¡Pelos de mierda, las clases comienzan en 20 minutos! ¡Despierta de una vez que no te esperaré! — se escuchó los pasos fuertes del cenizo alejándose hacia el ascensor mientras maldecía.

— ¿Qué acaba de...? — apenas pudo formular el pelirrojo.

Se encontraba en el suelo de su habitación envuelto en sus sábanas, desorientado y con un problema allá abajo.

¿Qué se supone que acabo de soñar?, se reprendió internamente incapaz de formular aquella pregunta en voz alta pese a encontrarse solo, la vergüenza se apoderaba de él y no quería seguir dándole vueltas a ese asunto.

Dando un sonoro bostezo fijó su vista en el reloj de su escritorio y sobresaltado lanzó un grito ahogado. Bakugo tenía razón, se le hacia tarde.

Más calmado y habiendo ya resuelto su problemita, corrió directo a la academia. Esperaba y Aizawa-sensei aún no hubiera llegado.

 Esperaba y Aizawa-sensei aún no hubiera llegado

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Dulce fantasía |KiriDeku| - BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora