Choi Siwon un joven de 22 años, enamorado de las mariposas y todo aquello que las estudiara. Su fascinación comenzó cuando el era pequeño y con dulce inocencia las capturaba junto su perro bugsy para luego liberarlas.
Aquella práctica no difería demasiado de lo que él hacía ya de adulto, observándolas en un frasco de cristal para estudiarlas con comodidad, luego dejándolas en libertad sin el más mínimo rasguño. Él era sumamente noble, sensible, y algo despistado también.
Su vida, lamentablemente, carecía de emoción alguna. Viviendo en un pueblo aislado, grisáceo, apagado cual invierno crudo, no conocía jóvenes de su edad con los cuales pudiera divertirse.
Y, para peor, al ser un pueblo tan pequeño las noticias corrían como pólvora, haciendo que en el preciso momento en el que bajaba las escaleras de su gran hogar, oyese al hombre de las noticias gritar sobre el ensayo de su ya venidera boda.
Ni para eso tenía intimidad.
Oyó, desde su cuarto, el carruaje de su padre detenerse frente a su hogar.
Ridículo, podrían pensar los demás, si se tiene en cuenta el hecho de que los Park vivían en la casa de enfrente suyo.
Ostentoso, pensaba Siwon.
-Que bello día, es perfecto para la boda- Canturreó su madre al salir de aquella casa, abanicándose con fingida altanería mientras su esposo le colocaba el tapado de piel de imitación del que ella tanto alardeaba.
-Es el ensayo, querida- Aclaró su padre, permitiéndole que ella le tomara del brazo a medida que ambos bajaban por las escaleras hacia su carruaje -Cada detalle tenemos que cuidar.
-De acuerdo al plan, si nada inesperado interfiere con el show, nuestro hijo pronto se casará y podremos vivir felizmente en la alta sociedad- Su madre, desbordante de alegría, imaginaba locamente grandes bailes con enormes banquetes, acompañados de la reina o de algunos nobles, sólo queriendo olvidar su verdadero pasado, aquel en el que ella trabajó de sol a sol para luego casarse con un viejo conocido.
-¡¿Dónde está Siwon!?- Chilló la mujer cuando su vestido se atascó en la puerta del carruaje.
Mientras tanto, en el ventanal de enfrente, los adultos Park murmuraban por lo bajo y con desprecio, asqueados ante la simple idea de tener que casar a su preciosa hija Stella con el idiota de Siwon.
-Podríamos ahorrarnos esta tontería si no estuviéramos en plena quiebra- Se quejó la mujer, mientras caminaba con desgano y aburrimiento hacia el pasillo donde cientos de retratos de cada ancestro decoraban las paredes.
-Y si nuestra hija con su cara de nutria en desgracia hubiese conseguido a un buen pretendiente- Gruño el hombre, rechazando el siquiera ver la pintura de su propia hija.
(....)
Stella jadeó cuando el corsé le quitó el aire y su nana seguia apretando aún más. Ella sentía que moriría en minutos por la falta de aire.
-¿Y si Siwon no me gusta?- Murmuró lastimosamente, observándose en el reflejo con la mirada angustiada.
-¿Y eso qué importa? Yo no me casé con tu padre porque me gustara- Habló su indignada madre desde la puerta, una mueca de asco dibujada en su boca- Apriétale más el corsé, que no pueda hablar- Ordenó a la anciana, peinando sus cabello con una coleta alta antes de pararse a un lado de su marido y comenzar a bajar las escaleras en un gélido silencio.
(..)
-¿Stella no debería casarse con un Lord? Yo nunca he tenido el gusto de hablarle- Balbuceó Siwon, jugando con sus dedos dentro del carruaje.
-Estamos al nivel de los Park y usaremos eso a nuestro favor...- La tos del chófer, cortó las tontas palabras de su madre, enfadandola aún más- ¡Ya deja de toser!- Gritó, sacudiendo su abanico con furia.
El carruaje se detuvo frente a la mansión de los Park y las puertas fueron abiertas, permitiendo así que Siwon y su familia bajaran del carruaje para luego aproximarse a la gran puerta de entrada.
-Todo debe salir de acuerdo al plan- Hablaron, sin saberlo, al mismo tiempo tanto los Park como los Choi antes de que los sirvientes abrieran las enormes puertas, dándoles la bienvenida a la mansión.