The Knight and The Doncel (YAOI)[M-PREG]

II

Incontables eran las ocasiones en que había contemplado dicha escena, Kyrios desde temprana edad intentaba comprender cuáles motivos podían existir para que los semihumanos fueran sometidos a tratas tan crueles, aquellos seres, generación tras generación era sujetada a vivir como simples esclavos, herramientas cuya utilidad era exprimida hasta conducirlos a una muerte prematura, no poseían derechos ni libertades, su único propósito era vivir y heredar sus deudas a sus descendientes, todo un ciclo perpetuo imposible de romper.

Encontrándose en su habitación, se hallaba sumergido en uno de los tantos libros que encontraba placentero disfrutar, tal habitó fue siendo inculcado por sus nanas, a quienes Kyrios les poseía gran cariño, pese a que la mayoría fueron semihumanas, pero de las pocas personas en tratarlo con sinceridad y afecto por ser quien era, y no por la familia a quien pertenecía. La historia que en esos momentos poseía su total atención relataba una historia centrada en un simple joven desdichado y huérfano, el cual conforme pasaba el tiempo fue alcanzando a volverse alguien importante, volviéndose alguien sumamente rico. Kyrios de alguna forma, poco a poco terminó por sentir interés en dichas historias, encontraba consuelo en leer historias donde las personas alcanzaban aquello que ansiaban, sin importar si se trataba de riquezas, renombre o amor, lo que le resultaba atrayente era conocer su travesía, los sacrificios y esfuerzos que dichos personajes realizaban para finalmente ser recompensados.

Pasado un rato, debió dejar su lectura al llegar momento de ir a una de sus tantas sesiones de entrenamiento, ser caballero por sí solo, al menos dentro de la familia Etharok, no significaba nada, quienes ejercían un deber dentro del ejército imperial constantemente debían continuar cuidando sus destrezas, afinar su manejo de la espada y agudizar sus sentidos para contribuir a sus victorias dentro del campo de batalla. Dirigiéndose hacia la zona de entrenamiento, alejada en alguna parte del jardín trasero, Kyrios enfrentaría a la que por años había sido designada como su instructora. Se trataba de una guerrera cuya experiencia rivalizaba contra los guerreros más expertos, y que pese a sus años, aún continuaba entregada a entrenar a los jóvenes aspirantes a caballeros dentro de la casa Etharok, pese a ello, Kyrios poseía cierto por destacarse como guerrero a tan temprana edad demostrando gran talento.

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Su cuerpo dolía, sus piernas apenas encontraban fuerzas para transportar las piedras que en ese día le tocaba desplazar para fabricar materiales de construcción, sus grilletes quemaban, lastimaban su ya magullada piel. Su cuerpo entero suplicaba obtener algo de agua, más dicho líquido no podría hacerle dado hasta que no hubiera terminado la primera de cuatro jornadas previstas para ese día.

Apenas conseguía dar pequeños pasos, sus pies descalzos dolían ante lo ardiente del suelo, pocas fuerzas juntaba reunir para cumplir con el trabajo, pero, ya no podría soportarlo, su cuerpo finalmente desfalleció ante el agotamiento y la inanición, pronto guardias llegaron para golpearlo con látigos, más no existía forma para que el cuerpo del pequeño Lunairis consiguiera levantarse, con respiración agitada, un guardia ato una cadena a los grilletes y lo arrastró de nuevo hacia las mazmorras dejándolo en la que le pertenecía encadenándolo. El menor sabría que la muerte estaba por llegarle, su cuerpo poco podría aguantar, si sus agresores llegaban a darle algún castigo no podría soportarlo, su condición actual sucumbiría antes de siquiera poder rogar perdón, su mirada reflejaba una lucha entre la vida y la muerte, aun si contemplaba que morir supondría una liberación al sufrimiento, algo en su interior deseaba continuar viviendo, le suplicaba seguir aferrándose a su vida, como si sintiera que aún debía conocer a alguien, pese a ser un sentimiento extraño, su propio ser parecía estar esperando por alguien.

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—Dime, Kyrios, ¿Sigues reflexionando sobre el camino que has elegido?