Prólogo

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Semihumano

Los cielos nos habían abandonado. Nosotros, los semihumanos fuimos le fruto prohibido que los dioses jamás debieron haber creado.

Durante un tiempo, humanos y semihumanos vivimos bajo un pequeño equilibrio compartiendo aldeas, comida e incluso costumbres. Sin embargo, bastó descubrir un pequeño desvió natural en nosotros para romper tan fino equilibrio. "Donceles". Hombres capaces de procrear viva. Un don dado por los dioses cuya finalidad, quizás, fue hacer igualdad entre hombres y mujeres, pero que al ser descubierto primero por semihumanos se nos culpo por infectar con ello a los humanos.

Pronto, humanos y semihumanos establecieron aldeas separadas, finalmente, los semihumanos pudimos gozar nuestras vidas con paz, pero aquello solo fue una ilusión. Antes de poder darnos cuenta, comenzamos a ser perseguidos y reducidos a meros esclavos, pronto nos convertimos ne una escasa minoría bajo el yugo humano.

En mi aldea, la comida escaseaba, pero poseíamos lo suficiente para vivir. Adultos se esforzaban por prosperar, mientras los infantes nos dedicábamos a ser eso, niños. Más, la guerra humana pronto nos alcanzó. Bajo el velo nocturno, caballeros pertenecientes al más grande reino, Utakr, irrumpió en nuestros hogares: quienes intentaron huir fueron sometidos, quienes lucharon fueron asesinados; niños, adultos, ancianos nos convertimos en trofeos y convertidos en esclavos. Nuestra pequeña aldea fue reducida a cenizas, nuestros derechos arrebatados y nuestra vida adquirió valor.

Aquella fatídica noche, fui cubierto por la sangre de mis padres a quienes sin piedad se les fue arrebatada la vida. Atado con frías cadenas fui alejado de mi hogar viendo como mi hogar se consumía poco a poco por llamas carmesí. En la víspera de mi doceavo cumpleaños fui transformado en un esclavo. Quienes me habían capturado me llevaron hasta un poblado donde me convertí en mascota y juguete del regente de aquel lugar. Varios niños caímos en las manos de un cruel adulto que encontraba diversión en lastimarnos física y mentalmente, día a día fuimos obligados a pasar hambre, recibir azotes que dejaban marcaba en nuestros cuerpos, consumir extrañas bebidas que facilitaban las torturas y bailar con partes expuestas para varios humanos. Algunos habiéndose desvelados donceles se vieron obligados a volverse papás y ser alejados de su bebé del cual jamás volvían a saber nada.

Nuestro propietario nos dio una clasificación con base en nuestro desempeño para con los humanos ante los cuales debíamos dar diversa clase de servicios. Pronto las enfermedades humanas nos alcanzaron, poco a poco fuimos siendo incapaces de cumplir con las altas demandas de nuestro dueño, como resultado, nuestros cuerpos fueron aun más dañados, obligados a cumplir, ignorando nuestro débil aspecto fueron extendidas nuestras horas de trabajo negándosenos el alimento al más mínimo error.

Caballero

La nobleza de sangre me vino desde el nacimiento, en Utakr desde la antigüedad los caballeros se volvieron en la figura protectora bajo las órdenes reales, encargados de la protección y la seguridad del reino. A lo largo del tiempo, surgieron muchas casas encargadas de criar grandes caballeros, pero de entre todas ellas, nunca existieron mejores caballeros que aquellos nacidos en la casa Etharok. Como último descendiente de la primera línea crecer bajo expectativas fue algo bajo lo cual tuve que vivir. Mi vida se vio entregada a mi espada y a la protección de la familia real. De antemano se me negó desviarme del camino del caballero, mi único objetivo era convertirme en un gran caballero y ser aceptado dentro del ejercito real, para después poder ser agregado a la guardia real.

Mis padres dedicaron su tiempo a mi crianza y entrenamiento, los Etharok desde tiempos antiguos hemos vivido bajo el favoritismo de la familia real, recibiendo favores y gran estatus. Pese a ello, desde pequeño algo en mi se siente confuso, diferente al resto de caballeros ansiosos por inclinar sus cabezas y dar sus vidas por la familia real es algo que no lo que no poseo deseos de participar, mi existir radica en cumplir aquellas expectativas puestas sobre mí.

En mi hogar siempre hemos sido atendidos por semihumanos, sin embargo, el trato hacia ellos nunca ha sido apropiado, día a día los tratos que reciben son realizados bajo humillaciones y maltratos crueles. Fue, en algún momento, que mi comportamiento hacia ellos cambio, sin preocuparme por lo que fueran a pensar otras personas de mí, comencé a mostrar un trato amable y considerado a dichos seres a quienes el mundo entero se negaba a aceptar como iguales.

Quienes eligen servirme lo hacen por deseos propios más que ser obligados, puede ser por propia voluntad o no, sus acciones son suyos. Pese a la facilidad para avanzar, algo en mi parece negado a aceptar estar bajo las órdenes de personas despreocupadas por su pueblo. La familia real que debería cuidar de su pueblo se ha negado a escucharlo, a oír su sufrimiento y las penurias que sufren.

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Hasta aquí llega el cap, espero les haya gustado.

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Nos escribimos y nos leemos en el próximo capítulo.

¡SAYONARA!

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The Knight and The Doncel (YAOI)[M-PREG]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora