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Lo primero que su cuerpo percibió fue un agudo dolor de cabeza, punzante y molesto pero que le hizo saber que estaba bien

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Lo primero que su cuerpo percibió fue un agudo dolor de cabeza, punzante y molesto pero que le hizo saber que estaba bien.

Que aún estaba vivo.

Lo siguiente de lo que se percato fue de una luz que se filtraba a través de sus parpados y parecía taladrar en sus sienes causándole molestia, además del suave roce de una tela contra su cuerpo. Lentamente y sin prisa alguna comenzó a abrir los ojos, parpadeando varias veces para lograr enfocar la primera imagen que lo recibió, un cuadrado de un blanco puro que interpreto inmediatamente como el techo de una habitación, y la luz que provoco su disgusto fue sencillamente la claridad del día que apenas y se filtraba por las largas cortinas a su derecha, estas se mecían suavemente indicando que la ventana que cubrían estaba abierta, una fresca brisa. Mas la luz habitual de todas sus mañanas seguía pareciéndole molesto, probablemente debido a su cansancio era que la percibía con mayor intensidad.

Fue cuestión de tiempo para que el resto de su cuerpo comenzara a despertar por completo y a analizar su condición y entorno, se percató de que no podía mover del todo su brazo herido, además de sentir una ligera presión que le dijo que posiblemente este había sido curado y vendado, ya no le ardía ni le daba la impresión de tener fuego en la sangre, solo una ligera punzada de dolor que de vez en cuando lo alarmaba. Con su otro brazo tanteo el resto de su cuerpo, descubrió una gasa cubriéndole parte de la mejilla y un vendaje largo rodeando su pecho debajo de una camisa ajena que le quedaba extremadamente grande, color morado y que parecía ser conjunto de un pijama.

Al inclinar levemente la cabeza hacia arriba vio que su rodilla derecha también estaba envuelta en vendajes blancos manchados con círculos rojos, sangre ya seca. Aun así, parecía que solo sus heridas más grandes habían sido cubiertas, pues gracias al ligero short que tenía como pijama improvisada, descubrió decenas de moretones y rasguños más leves que a juzgar por su color desaparecerían en cuestión de algunas semanas. Fuera de eso parecía otro, el barro, la sangre y la mugre habían desaparecido.

Estaba tan ensimismado en su inspección personal que tardo demasiado en darse cuenta, pero en cuanto dio un vistazo al lugar donde estaba reacciono, alarmándose.

Rápidamente se giró quedando de costado y se apoyó en su brazo sano para después, con un ligero uso de fuerza lograr levantar todo su cuerpo hasta quedar sentado, sus pies bajaron del suave colchón donde reposaban y se enfrentaron contra un frio suelo blanco que mando una oleada de escalofríos al resto de su cuerpo.

Podría estar equivocado.

No...definitivamente no estaba en el mismo lugar de antes.

Aunque ni siquiera sabía dónde había estado la noche anterior, pero de cierta forma el ambiente era distinto, no es que hubiera estado en completo uso de sus cinco sentidos, pero el hogar que ayer vio estaba hecho con piedra, en cambio donde estaba ahora era un cuarto totalmente distante de aquello, las paredes, el suelo y el techo, incluso algunos muebles lucían de un material más pulido y limpio además de ser totalmente blanco.

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