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Con la llegada del sol vino una nueva etapa, un nuevo inicio en su vida, oficialmente era el segundo día de su estadía en la Tierra de los Dioses, leyenda que resulto ser real y que ahora podía ver con sus propios ojos

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Con la llegada del sol vino una nueva etapa, un nuevo inicio en su vida, oficialmente era el segundo día de su estadía en la Tierra de los Dioses, leyenda que resulto ser real y que ahora podía ver con sus propios ojos. Se preguntaba cómo reaccionarían los viejos sabios, cartógrafos e investigadores si supieran que él siendo un simple chico había descubierto uno de los más grandes y antiguos misterios del mundo.

Si fuera conocido, sería la envidia total de muchas personas y eso lo hacía reír un poco.

Con su llegada muchas cosas comenzaron a moverse, aunque él aun todavía no era consciente de ellas. Estaba extasiado por cada cosa que tocaba y veía, su padre en sus épocas doradas fue uno de los mejores constructores de su pueblo, le enseño todo lo que pudo hasta que la enfermedad lo venció cuando él tenía unos siete años de edad y por esa forma de crianza tenía una tendencia y pasión genuina por la arquitectura, no era tan bueno como su padre, pero siempre fue de la idea de que la pasión era lo más importante...o al menos eso le dijo su mamá a los seis años. Ahora que lo pensaba, a sus actuales veintitrés eso no bastaba. Pero no va a negar que se le da bastante bien.

Por lo que cuando pudo recorrer la casa que Luzu había construido no pudo evitar elogiarla y maravillarse, era moderna y amplia y contaba con distintas secciones tanto para él como para los animales que criaba, simplista pero muy bonita.

Por su parte Borja, resulto que era una persona de lo más sencilla, pero desbordaba amabilidad genuina, era divertido, bromista y bastante cuidadoso, tenía un pequeño cerdito a quien le había presentado bajo el tierno nombre de Manolo, regordete y rosado, portaba un collar para mascotas con una placa que afirmaba el nombre con el que fue bautizado. A Rubén no le costó mucho ganarse la confianza y el cariño del animalito, de vez en cuando este se acercaba hacia él reclamando mimos y eso lo enternecía. Pero se estaba desviando.

Luzu era una de esas personas que podía ganarse tu simpatía y confianza enseguida, y eso solo contradecía a su primer problema.

Por qué le estaba mintiendo.

Siendo franco, de no ser porque aún tenía muy presente en su memoria la imagen del chico de ojos violeta, tal vez pudo haberse tragado el engaño de que fue él quien lo salvo en aquella noche de lluvia. La camisa arrugada y la excusa de que pertenecía a un amigo no lo convencía.

Y si lo pensaba detenidamente...

¿Había sido una alucinación realmente? Lo había tocado, había sentido su piel y la calidez que traía consigo, lo había mirado a los ojos y su hermoso color quedo tatuado en su memoria, su sonrisa y hasta su voz. Al rememorar las experiencias que vivió con su madre, como por ejemplo cuando creía verla en los pasillos de su vieja casa, o cuando le parecía ver su rostro y su familiar aroma recorrer los bazares de los pueblos que visitaba, Rubén sabia reconocer la diferencia. Con su madre era consciente de que se trataba de una fantasía, producto de su mente que buscaba una salida a ese nudo en su corazón que se presentaba de vez en cuando. Pues no podía tocarla ni hablarle, y en ocasiones apenas era visible. Con el chico no fue así.

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