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Era curioso, como parte de su existencia se basó meramente en evitar a las personas ajenas a él, ignorar y fingir que nada pasaba, que todo estaba bien

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Era curioso, como parte de su existencia se basó meramente en evitar a las personas ajenas a él, ignorar y fingir que nada pasaba, que todo estaba bien. Solo su madre era capaz de sacarle palabras, risas, lágrimas y hasta enfados, todo simplemente con sonreírle o regañarle por alguna travesura cuando chico. Rubén pensaba que no necesitaba a nadie más que ella, que, si la tenía a su lado podría con todo el mundo, podría derribar arboles con solo un toque, volar sobre el océano, derrotar enemigos y volverse un héroe.

Ahora... Ni él mismo se reconocía.

Hubiera sido más sencillo para él seguir su camino si tan solo hubiera pasado de largo la situación, ignorarla, olvidarla.

¿Por qué no pudo olvidarlo?

Siempre fue curioso a la par que introvertido, una pésima combinación que lo volvían ansioso, pero en ocasiones atrevido.

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Perseguía las huellas que dejaba Mangel delante de él, habían salido del pueblo hace ya varios minutos, el héroe le había guiado hasta un llano conocido y después lo integro al bosque.

— Así que vienes del otro lado — afirmo el azabache dando por sentado lo obvio, pero para dar inicio a una conversación.

— Así es.

— Tal vez ya te lo han dicho tanto Luzu como Lolito pero debes saber que pasar una noche en el desierto no es cosa fácil, los monstruos se generan por montones y el peligro se duplica. Sin duda eres un chico con suerte.

Recordó que Mónica menciono que la mayoría de los viajeros se rendían al poco tiempo y se olvidaban de su propósito. Mangel parecía ser un tipo más abierto así que decidió expresarle las dudas que tenía, aprovechando el rumbo que estaba tomando la charla.

— ¿Nadie llega del mar?

El uniformado se giró unos breves segundo y le miro detenidamente. Luego siguió caminando.

— No son muchos los que vienen a parar a Karmaland, somos un pueblo aislado después de todo, pero los pocos que lo logran son por parte del desierto. Curiosamente al cansarse de estar aquí se niegan a volver a pasar por el mismo trayecto así que arman una barca y se van por el océano.

— ¿Qué hay más allá?

— No sabemos, en los mapas no hay rastro de islas o nuevas tierras y ninguno de los forasteros ha vuelto para revelar la verdad, pero si te soy sincero no creo que desaparezcan como si nada. Nuestro pueblo no puede ser el fin del mundo, así que solamente van a alguna parte que nosotros aun no conocemos ni descubrimos.

Entonces no es el fin de la Tierra como muchos dicen.

— ¿Y por qué no vuelven?

— Porque les gusta más allá que aquí, es obvio.

Stars-Rubegetta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora