Capítulo 4-Encrucijada

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Jenny se separo de Natsu sintiendo el cálido tacto de los labios de este. Natsu miraba a esta con una cara incrédula, no podía creer lo que había pasado. Ella de manera lenta se ajustaba uno de los mechones en la oreja a la par que esbozaba una dulce sonrisa de felicidad.

—Natsu, te quiero—finalmente, confesó sus sentimientos.

El mago desvió un poco la mirada, estaba nervioso, nunca antes le había pasado tal cosa, ni siquiera en los combates. Por primera vez en su vida, no sabía que hacer, sus manos comenzaron a temblar. 

Jenny sentía como toda su piel se había erizado levemente, se acariciaba el brazo pensando en lo que acababa de hacer. Viendo la cara de este, pudo comprobar que estaba muy nervioso, tal vez se había precipitado y no sabía que decir.

—Natsu—le tomo suavemente la mano—no tienes porque decidir ahora mismo, puede que tu corazón se sienta confuso. No quiero obligarte a nada, solo...piensa en ello tranquilamente—aquellas palabras pudieron tranquilizar a Natsu aunque solo fuera un poco.

—Jenny—ella puso el dedo en sus labios para que guardase silencio.

—Shh, no digas nada—le dio un beso en la mejilla—creo que podemos irnos ya, hemos terminado la comida.

Asintió y ayudo a la maga a recoger bien todo, su mente no le dejaba de recordar lo que había pasado. Sentía como su cuerpo ardía, su respiración se volvía más agitada que de costumbre y cuando vio las piernas y piel expuesta de la maga sintió las ganas de abalanzarse.

—Jenny...debo...—cayo desplomado al suelo.

—¡Natsu!—grito ella horrorizada.

El dragon slayer despertó a las pocas horas. Al mirar donde se encontraba, vio que era la habitación de Porlyusica. Estaba preparando algunas cosas en su mesa.

—¿Qué ha pasado?—pregunto en un tono débil.

—Tu cuerpo ha despertado las fuerzas ocultas de tu interior—contesto sin mirarle.

—¿Qué?—se levanto un poco y se apoyó en el respaldo.

—Hasta ahora, solo has luchado, pero también necesitas el amor de las personas. Como eres un despistado y nunca te has parado a pensar en ello, tu cuerpo no lo ha resistido—explico ella.

—Sigo sin entenderlo.

Ella se golpeó la frente y la movió hacia los lados.

—Significa que a tu edad, los dragon slayers se aparean mucho y tu no lo has hecho aún.

—Wendy tampoco y no la veo afectada—dijo.

—¡Porque ella aún es una niña idiota!—le dio un capón muy fuerte—voy a salir, quédate un rato descansando. Espera a que vuelva.

Cuando salió por la puerta, Natsu se fijó más detenidamente en la casa. Fue entonces que vio algo, Jenny estaba al borde de la cama, dormida y con alguna lagrima que recorría su rostro.

—Natsu-sama...—susurraba poniendo una cara triste.

Instintivamente llevo la mano a su cabeza y la acaricio despacio. Eso la tranquilizo un poco. Natsu pensaba en todo lo que había pasado, aunque estaba pensando también en Erza. Ahora comprendía que había querido decir aquella noche y porque se enfado cuando dijo que le gustaba Lucy y compañía.

—Esto es...una encrucijada.

Ambas mujeres eran muy guapas, fuertes y le habían confesado su amor de distintas maneras. 

—Argh—se removió el cabello. Tenía un lío en la cabeza, no quería hacer daño a ninguna. Pero tenía  que elegir con quien quedarse.

Mientras tanto, Erza preguntaba a todos los del gremio si habían visto a Natsu. Nadie le había visto, era extraño que aquel día no fuera a Fairy Tail.

—Yo he visto a Jenny y me dijo que iba a un picnic con Natsu—comentó Romeo.

Al escuchar aquello, salió disparada hacia a la casa de este. Ahora estaba lloviendo, pero no le importaba. Su vestido se mancho cuando piso un charco de barro sin darse cuenta. Luego también tropezó y se hizo una pequeña herida en la rodilla de la cual emanaba sangre. Hasta de sus manos, pero no importaba, necesitaba ver a Natsu.

Se encontró a Porlyusica que le contó toda la situación.

—Tengo que curarte, espera aquí—dijo la mujer.

—¡No, tengo que ver a Natsu!—ahora estaba más preocupada.

—¡Espera, si vas...argh, estos jóvenes!.

Llego exhausta a la puerta de la cabaña. Cuando fue a abrir la puerta, escuchó unas voces.

—Es...Natsu.

Empapada hasta los huesos, se aproximó a la ventana y vio a ambos, estaban muy cercanos el uno del otro. Pero lo peor fue cuando vio que se besaron...fue Natsu quien lo hizo. Sintió como su corazón se rompía en mil pedazos.

—Natsu...sé feliz—dijo con una sonrisa.

Mojada, con el pelo desastroso, herida y llorando bajo la lluvia, así fue como regresó a casa. Nadie había por las calles, tan solo la acompañaba el intenso frío del lugar...y de su corazón.

Continuara.


El amor de TitaniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora