Capítulo 11-Cenizas y truenos

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La joven pelirroja fue despertando despacio, abrió los ojos poco a poco mientras trataba de saber en que lugar se encontraba. Levantó su sábana y se agarro la cabeza, tenía un dolor enorme en la nuca. Se estiró un poco para relajar sus músculos.

—¿Donde estoy?—pregunto mientras terminaba de abrir los ojos.

—Estás en el hospital—contesto una voz cercana.

Miro a su derecha y ahí estaba Natsu, con una cara preocupada. Ella estaba confusa, pero al menos le había dicho la verdad, estaba allí en el hospital.

—¿Qué me ha pasado?.

—Te desmayaste cuando te dije mi nombre—dijo.

—Natsu...Dragneel...arrggg—se agarró la cabeza pero esta vez pudo mantener la consciencia.

Una voz resonaba en su cabeza, luego otra y otra, así hasta escuchar muchas que le resultaban muy familiares.

—Quizás hayas perdido la memoria—dijo este.

—Yo soy...Zera...no Erza—comento.

El mago dejo escapar una pequeña sonrisa.

—Te dimos por muerta...pero veo...veo...que estás a salvo—no pudo reprimir algunas lágrimas.

—Yo no comprendo nada...

Mientras tanto, Gray y compañía llegaron al poblado aunque ahora tocaba lo difícil, preguntar a las personas si había visto a esa persona. El lugar era muy grande para ser un poblado, pero era un lugar de comerciantes por lo que costaría mucho dar con ella entre tanta multitud.

—Disculpe, ¿ha visto a esta chica?—preguntaba la maga enseñando un recorte.

—No, lo lamento.

Gray, Levy y ella preguntaron por muchos sitios pero ninguno la había visto. Dieron unas cuantas vueltas mas y luego descansaron un rato, aquello era agotador.

—Oye, ¿has escuchado lo de la pelea de esta mañana en la estación?—preguntaba un paisano a otro.

—No, ¿qué ha ocurrido?.

—Al parecer uno de pelo rosa con bufanda ha metido una paliza al novio de una chica. Le ha tumbado de un golpe y la chica luego se ha desmayado. Debo reconocer que su pelo rojizo era muy bonito—contesto.

Al escuchar eso, Gray se dirigió a ellos.

—Perdona, ¿por algún casual es esta chica?.

—Si, es ella, ¿la conoces?—él asintió.

—¿Donde puedo encontrarla?.

—Se la llevaron al hospital.

El grupo se miraron entre ellos y luego asintieron, estaba claro que Natsu había sido el primero en dar con ella. Ahora sabían donde ir. Sin más, echaron a correr antes de perder la pista o que se marchen del lugar.

Mientras tanto, lejos de allí, una figura llegaba al gremio de Fairy Tail. Entro por la puerta con suma tranquilidad mientras tarareaba una canción.

—¿Qué desea?—pregunto Elfman.

Pero cayo en la cuenta de quien se trataba.

—Hola—saludo la joven castaña.

—¿Sa-Samantha?—pregunto Makarov sorprendido.

—Si, estoy viva, ¿no os dije que era inmortal?—pregunto con una dulce voz. Aunque había algo en su mirada que asustaba, algo...oscuro.

—¿Qué buscas?.

—A Natsu, ¿donde esta?.

—Se ha ido a una misión.

—Que lastima...por cierto...veo muchos magos aquí—comento viendo el local.

—Si, somos una familia.

—Una familia eh...—alzo sus manos.

Makarov se echo atrás.

—¿Qué vas a hacer?—pregunto mientras se ponía en guardia.

Ella esbozo una sonrisa.

—Limpieza.

Una tremenda explosión se produjo por todo el lugar mientras miles de trozos de madera, piedra y fragmentos de lo que antes era el gremio volaron por los aires. Una inmensa capa de humo producida por focos de fuego estaban en los restos del gremio.

Samantha dejo escapar una risa macabra mientras veía como se había cargado el pequeño lugar en un abrir y cerrar de ojos. Se sacudió las manos y se dibujo una gran sonrisa en su rostro.

—La siguiente eres tú...Erza Scarlet.

Mientras se alejaba, una capa de cenizas caía sobre Fiore. Miles de pequeñas partículas de polvo gris ocupo el cielo.  

Al cabo de unos pocos minutos, un puño gigante destapo los escombros, tenía la mano manchada de gris y restos de ceniza.

—¿Están todos bien hijos?—pregunto el anciano.

Algunos estaban muy malheridos, pero otros estaban bien gracias a Mira y otros magos que usaron una capa mágica de protección.

—Voy a destrozar a esa maga—Makarov se quiso hacer gigante pero una mano en su hombro lo detuvo.

—No viejo...yo me hago cargo...nadie nos ataca...y si lo hace...se lo devolvemos por diez—era su nieto, Laxus que tenía la mirada con ojos rojos.

En un segundos, utilizó su poder mágico para desplazarse a velocidad del trueno y se plantó delante de Samantha.

—Oh, tú eras...¿Laxas?—pregunto entre risas.

—Laxus...tenlo presente para cuando acabe contigo—dijo apretando los nudillos.

—¿Vas a pegar a una dama?—pregunto sensual y poniendo cara inocente.

¡Pum!, un sonoro sonido se escucho por todo el lugar. Laxus le había arremetido un puñetazo en la cara mandando a esta volar.

—¡Nadie ataca a  Fairy Tail!—grito enojado y liberando una gran tormenta sobre ellos.


Continuara...


El amor de TitaniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora