Capítulo 7

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Sigo encendiendo sueños


Emilio entró corriendo a su camper. Era tardísimo, lo sabía y no tenía otra disculpa más que haberse quedado dormido después de haber pasado casi toda la noche en vela pensando, sin mucho éxito, en Joaquín y en su imposibilidad para saber cómo llegar a estar en buenos términos con él. Aún tenía muy fresco en la mente esos últimos meses que trabajaron juntos, todo lo malo que había ocurrido, aquello que había estado afectando la convivencia entre ellos y cómo se había destruido en miles de millones de piezas imposibles de rearmar para crear una nueva historia.


En aquel tiempo, él se había sentido tan harto y lleno de presiones que simplemente quiso dejar de lado cualquier cosa que tuviera que ver con su trabajo relacionado a Airstemo. Odiaba la idea de tener que ver a Joaquín en medio de esa incomodidad, odiaba tener que lidiar con la fama de ambos y con el hecho de que, poco a poco, todo mutó para crear una rivalidad que nunca debió existir y en la que Joaquín perdió más que él. Odiaba compartir el escenario con él teniendo que cuidar cada acercamiento, cada mirada, cada debilidad que pudiera delatar lo que sentía por él. E incluso así, todo dentro de él era tan confuso que Emilio nunca pudo dejar de verlo mientras estaban juntos.


El viaje a Perú había sido una tortura inexplicable. Emilio recordaba perfectamente cómo estaba rodeado de gente que sólo le endulzaba el oído. Así que, a medida que estaba más cerca de ellos, más lejos estaba de Joaquín y de su aura centrada y su con los pies bien plantados en la tierra. Estando en Perú, ni siquiera habían cruzado palabra fuera de lo estrictamente necesario; las actividades los habían consumido, su padre le había dado prioridad a su nueva telenovela a pesar de que en todas partes los presentaban como Aristemo, Pablo y Matías lo absorbían completamente e ignoraban a Joaquín, a quién a decir verdad, a pesar de su infinita paciencia, se le notaba quería terminar con su compromiso y dedicarse a su carrera de una vez por todas. Fue en ese entonces que Eli se comportó más distante con todos. 


Y Emilio lo entendía a la perfección ahora. Cuando todo había pasado, había tantos interese entre ellos y Emilio fue dándose cuenta que, quienes manejaban su carrera, querían a Joaquín estancado con tal que él quedara como la máxima figura sin importar realmente lo que el propio Emilio quería. Y Emilio siempre supo lo que quería, en algún momento incluso lo dijo en una de sus publicaciones: él sería un esclavo de la música sin importar el cómo pero a la larga, eso terminó haciéndole más daño del que podía imaginar.


Aún recordaba como una pesadilla ver a Joaquín de lejos, conversando con Eli, perdido en su celular, fingiendo que no existían todos lo que lo ignoraban, Emilio incluido. Cuando el viaje de Perú terminó, Emilio estaba seguro que todo terminaría sin remedio y que jamás volvería a ver a Joaquín y, después de un par de compromisos juntos, fue eso lo que sucedió por diez largos años.


A pesar de todo aquello, ¿podía siquiera pensar en una amistad con Joaquín? Emilio apretó los dientes pensando en ello y descubriéndose a sí mismo sintiendo el dolor de la absoluta incertidumbre. Por diez años vivieron en mundos separados y antes de eso nunca hablaron realmente de lo que había ocurrido, Emilio nunca tuvo tiempo de decirle lo mucho que lamentaba que él hubiera sido el que sacará la peor parte de todos esos acuerdos turbios se dieron con el fin de borrar el rastro de Aristemo.


Y eso sólo era el pasado... en el presente, había cagado una vez más al revivir la tensión que había entre ellos y afectar la relación de Joaquín. ¿Por qué tenía que caer en sus malos hábitos y afectar a Joaquín?, ¿no había tenido suficiente ya con el pasado?

Hasta la raízDonde viven las historias. Descúbrelo ahora