Capítulo 8

1.8K 151 38
                                    

Yo te llevo dentro


Se habían besado… se habían besado y Joaquín en verdad no sabía cómo sentirse al respecto o siquiera cómo es que había sucedido. Pensó en sus años juntos como compañeros de trabajo, en todos esos momentos que siempre intentó ser lo más profesional posible, donde se cuidó para nunca cruzar la línea y mantener todo en el terreno laboral. Emilio no dejaba de ser el hijo del productor que le había dado su gran oportunidad y, con eso en mente, Joaquín siempre se mantuvo al margen de todo lo que pudiera trastornar el equilibrio que ellos tenían. 

Durante esos años hubo momentos en los que recibió señales confusas por parte de Emilio pero, por el bien de los dos, Joaquín siempre las ignoraba. Esos pequeños toques, algunos comentarios… esas miradas. Cuando eso sucedía, no había profesionalismo, lo sabía; no dejaban de ser dos adolescente descubriéndose. Pero así como llegaban esos destellos, igual de rápido se iban y él lo entendía, Emilio no quería dar el siguiente paso en aquel momento. 

¿Será que en algún punto durante aquellos diez años Emilio se había atrevido a darlo? Tal vez podría preguntarle después… Era evidente que Emilio no estaba conmocionado por el beso, de hecho le estaba dando una que otra mirada que lo hacían recordar momentos de ese juego de frío y caliente que le gustaba a Emilio mientras estuvieron trabajando juntos años atrás.

Siendo honesto, la conmoción por aquel beso estaba más en Joaquín. No entendía cómo había transgredido sus límites de manera tan sencilla y había terminado consolando a Emilio con un beso húmedo y sus lenguas deslizándose una contra la otra. 

Joaquín no entendía cómo era que, para Emilio, fuera tan sencillo colarse por debajo de su piel. A pesar de nunca haber sido amigos cercanos, él conocía cosas que el propio Joaquín no había querido decirle a nadie. Por ejemplo, esas oscuras historias de sus negociaciones eternas con su padre, o la manía que tenía de acercarse a él para luego alejarse miles de millas física y emocionalmente. Emilio sabía de aquellos momentos en los que pensó que tenía que ocultarse detrás de una figura que estaba muy lejos de ser el verdadero Joaquín, todo para encajar, para obtener papeles y poder trabajar con el fin de ayudar a su madre y mantener su hogar. 

Emilio había estado ahí siendo un testigo mudo, sin hacerse su amigo, sin ser un consuelo pero volviéndose lo más constante de aquellos años de reinvención. 

En aquel tiempo, Leo constantemente le repetía que existía entre él y Joaquín una cierta tensión sexual que era palpable cuando estaban juntos y que eso era parte de esa química que tanto mostraban cuando trabajaban frente a la cámara; Joaquín siempre había desechado ese pensamiento porque le parecía ridículo y porque, analizarlo más de lo necesario, le hubiera traído muchos problemas. 

Sin embargo, lejos de los reflectores y viéndolo en retrospectiva, existieron momentos…

Pero eso no le daba derecho a besar a Emilio sólo porque sí. No debió hacerlo, no debió aprovechar la vulnerabilidad de Emilio; tal vez él seguía luchado con su sexualidad, tal vez estaba confundido y no era realmente el momento para comenzar a saber qué quería. Si algo habría que suceder entre ellos era la amistad, eso era justamente lo que Emilio necesitaba.

—Corte… —el director terminó y Osorio se acercó a él viendo su reloj. 

—Bueno, terminamos las entrevistas por hoy. Mañana vamos a grabar los comentarios de las mejores escenas y el lunes probablemente haremos una dinámica, —un asistente de producción les entregó un pequeño libreto. Eran algunas escenas sueltas de Temo y Ari. —Santiago y Pablo escribieron esto con el fin de dar una pequeña idea de lo que harían actualmente los Aristemos, así que estudien esto y mañana hablaremos con más calma.

Hasta la raízDonde viven las historias. Descúbrelo ahora