Capítulo 4: Pasado Furioso

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— Para, Tom. —protesto suavemente, intentando evitar que su mano baje más en el interior de mis pantalones.

— Venga. —replica Tom sonriente, pegándome más a él y continuando con su ataque—. No hay nadie.

— Esa no es razón para que metas tus manos bajo mi ropa en medio del instituto. —replico frunciendo el ceño ligeramente.

— ¿No puedo ser cariñoso con mi novia? —murmura dándome un suave beso, mientras sus manos siguen intentando deshacerse de las mías para proseguir su exploración de mi cuerpo.

— Claro que sí. —respondo cuando sus labios se separan de los míos—. Pero una cosa son unos besos, un abrazo o un apretón en el culo, y otro intentar desnudarme en mitad de un sitio público.

— No exageres. —contesta riendo, frenando finalmente su acometida—. Anda, vamos a los baños del último piso.

— No vamos a follar en mitad del instituto, donde puede venir cualquiera. —rechazo mirando el desértico pasillo al que me ha arrastrado cuando ha sonado el timbre del recreo.

— ¿Quién ha hablado de follar? —murmura con falsa inocencia.

— Tom, que nos conocemos. —replico con un suspiro.

— Venga, sólo quiero que nos divirtamos un rato. —contesta volviendo a atacar con sus manos, dirigiéndose ahora a mi pecho para manosearlo por encima de mi ropa.

— Ya nos divertiremos esta tarde en mi casa, cuando estemos solos y en un sitio privado. —rechazo agarrando sus manos, dejándolas tocar mi pecho para evitar que intente desnudarme.

— Últimamente no se qué te pasa, no paras de cortar la diversión. —murmura Tom frunciendo el ceño.

— No soy yo, eres tú, que últimamente te estás pasando de la raya. —protesto con el ceño fruncido, pero acariciándole el brazo en un intento de suavizar las cosas.

— Ya veo. —responde perdiendo la sonrisa antes de alejarse de mí, haciendo que me sienta culpable por mi tono. ¿Me he pasado?

— Vamos cari, no te enfades. —murmuro dándole un corto beso, que apenas responde.

— No estoy enfadado. —contesta sacando su teléfono para ponerse a escribir en algún chat.

— Está tarde, en mi casa, nos divertiremos de verdad, ¿sí? —digo con una sonrisa traviesa, intentando que me observe inútilmente.

— Bueno, ya te avisaré si puedo ir, que quizás me surge un asunto. —replica sin mirarme, concentrando en su teléfono.

— ¿Qué asunto? —pregunto cada vez más consumida por la culpa.

— Un asunto. —responde poniéndose en pie, apenas mirándome para darme un seco y casto beso—. En fin, me voy que en nada suena el timbre y quiero hablar un rato con mis amigos. Hasta luego.

— Hasta luego... —repito, preocupada, viéndole alejarse y dejarme sola sin decir nada más.

¿Me he pasado? ¿He hecho mal? Debería haberme callado... ¡Esto es culpa de Estibaliz! Desde que me sembró la duda con sus malditos cometarios, quizás he sido muy cortante con él sin darme cuenta. ¿Debería disculparme? Luego le pediré perdón cuando esté más relajado, no quiero que lo nuestro sufra por mi culpa. No debería haberme puesto así, ¿no? ¡Joder! Soy idiota... Siempre la fastidio.

Dirigiéndome hacia clase cuando el sonido del final del descanso retumba en los solitarios pasillos, me voy reconcomiendo la cabeza con la culpa, manteniéndome en las nubes durante el resto de clases donde me auto martirizo.

Sex Note IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora