Capítulo 7: Pars

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La tarde había sido entretenida y creí que no me podía reír más pero esta tarde me había desbordado en lágrimas. La verdad es que Marie era una tía cojonuda básicamente porque ella y yo compartimos más de lo que creemos –menos mi lado oscuro, claramente-. No me había fijado en que iba a mi clase de Latín hasta que me lo dijo ella pero normal, se sentaba atrás del todo y a mí me tocó de las primeras ya que el señor Collins nos dispuso por apellidos.

Después de doblar la ropa que me quedaba por colocar recién salida de la secadora me senté en el borde de la cama y solté un suspiro. Otro tema que me comía la cabeza a parte de mis estúpidos sueños era mi mal comportamiento hacia Josh la tarde anterior. A ver, a estas alturas debería saber que soy de carácter fuerte, ¿no? Tampoco es difícil de adivinar ya que a la mínima ya respondo con un tono borde y grosero. Pero me fastidió que, al entrar en casa y tras un “hola”, no me dirigió la palabra. No me dirigió ni una mirada como solía hacer cada vez que entraba en casa y eso me ponía nerviosa y también sentía algo que nunca había sentido nunca. Creo que los humanos lo llaman tristeza pero no creo que se acerque a eso ni por asomo.

Me levanté y me acerqué al espejo como había hecho ya tres veces desde que había llegado a casa. Había cogido la costumbre de revisarme las marcas todos los días y joder, les costaba irse a las muy putas aunque ya estaban un poco más difuminadas. Subí mi camiseta de tirantes que usaba para pasearme por casa y las vi.

-Joder, Nayra… ni que te hubieran pegado una paliza… -Susurré para mí misma.  Vaya jodida mierda. Toqué una con mi dedo índice haciendo pucheros y sentí un poco de dolor al apretar. Es que si no me dolieran… puta mierda es esta, joder.

Bajé la camisa y me miré de arriba abajo pero me concentré más en mis ojos. Pasé la lengua por mis labios y chasqueé los dedos para coordinar el sonido con mis ojos que cambiaron inmediatamente a mi blanco de siempre. Una sonrisa cínica se dibujó en mis labios y volví a repetir la acción de pasarme la lengua por los labios haciendo que la situación se tornase algo macabra. Volví a ponerlos como normalmente los llevaba y me concentré en mi misión: Joshua.

Ya haría el gilipollas otro día.

Josh estaba viendo la tele con el brazo apoyado en el posa brazos y una postura de desganado total.

¿Debería acercarme sin decir hola o digo hola ya? No entendía el mecanismo de perdón de los humanos así que esto no me era una tarea fácil que se diga. Opté por la primera opción y caminé hasta el sofá donde me senté a su lado. 

-Josh.

-¿Qué? –Dijo este sin apartar la mirada de la televisión y cambiando los canales con la mano que tenía libre. Su tono sonaba borde y casi sonreí al recordarme a mí misma en ese tono.

-Quería decir que… - ¿Cómo mierdas hago esto? Yo nunca he tenido que pedir perdón a nadie y menos a un chico con las hormonas alteradas y encima sensible como lo era Joshua.- Pues eso que…

-¿Se te ha comido la lengua el gato?

-¿Qué gato? Josh, nosotros no tenemos gato.

-¿Qué? ¿Encima estás borracha? –Esta vez Josh sí que me miró pero su mirada era de desprecio.

-¿Cómo voy a estar borracha? Josh, no te entiendo. –Y era la verdad, no le entendía ni lo más mínimo. No sé qué tenía que ver un gato en esta conversación.- Mira, la cagué, ¿vale? Siempre la cago con estas mierdas de cambios de humor que tengo que no sé ni de donde salen.

-Ya veo.

-Déjame acabar. –Alcé una mano en su dirección para que guardara silencio. –El caso es que lo siento mucho. Siento mucho haberte hablado así cuando tú has sido el único en acogerme en el instituto, en acercarte a mí y demás. No volverá a ocurrir, lo prometo. Y cuando ocurra me pegas, me tiras por la ventana, me estampas la televisión contra la cabeza si quieres, ¿vale? Pero perdóname.

Inside Demons [Ashton Irwin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora