Me hubiera gustado que Meghan me acompañara en el día libre que nos habían dado, pero me dijo que prefería quedarse en la habitación y hablar con su familia, y por supuesto con Max. Ella era muy familiar. Eso me recordó que yo también debía llamar a mi madre, o por el contrario, podía encontrármela un día allí con la excusa de que no sabía nada de mi. Esa mujer era capaz de todo.
A pesar de que mi primer impulso fue comprar billetes para el Empire State, un local de la ciudad con el que hablé durante un rato antes de emprender mi ruta, me sugirió que la vista era mucho más imponente desde el One World Trade Center, que había sido construida tras los atentados del 11M en Nueva York. Decidí darle un voto de confianza y decidí que mi primera parada fuera la también llamada Freedom Tower.
Justo en la entrada de nuestro hotel, mapa en mano, me crucé con Michael y con William, que al parecer también iban a salir aquel día.
William iba vestido de lo más casual, y eso me alejó un poco de la imagen que tenía del jefe estirado, y me acercó más a la del chaval que yo conocí una vez. Llevaba unos vaqueros oscuros con algún que otro rasgado y una sudadera gris. Además, se había puesto unas gafas de sol que le quedaban de muerte y una gorra de los yankees. Estaba, sencillamente, muy guapo. Bueno, como siempre, no es que fuera una novedad que aquel hombre estuviera más bueno que un tren, con o sin gorra.
— ¿Adónde vas, preciosa? — Me preguntó Michael con una sonrisa petulante y acercándose a mi.
"A donde tú no vayas" pensé.
William quedó detrás de nosotros mientras miraba alternativamente su móvil, y a nosotros.
Michael debía tener unos cincuenta años. Tenía el pelo ligeramente canoso y unos ojos verdes que, de no ser por lo que me transmitían, me hubieran parecido hasta bonitos. Algunas arrugas decoraban la comisura de sus labios y su sonrisa, aunque tuviera unos dientes perfectamente alineados, me daba un poco de miedo. Bueno, mucho miedo. Me recordaba al payaso de "It", y a mí esa película siempre me había dado un cague tremendo.
— A hacer turismo. — Contesté yo fijándome en el mapa, y con la esperanza de que me dejara en paz. Con un poco de suerte, se daría cuenta de que no quería hablar con él más allá de lo estrictamente profesional.
— ¿Necesitas un guía? — Y su asquerosa sonrisa babosa apareció entre sus labios.
Dios, ¿Por qué todo tenía que pasarme a mi?
— Emmmm, no. Tengo un mapa ¿recuerdas?— Levanté el papel y lo agité delante de su cara para que lo viera y entendiera que por muy adulador que se pusiera, no pensaba invitarle a venir.
Vi por el rabillo del ojo como William ponía los ojos en blanco.
— Yo podría enseñarte cosas que no están en ese mapa.
Puaj, no.
Odiaba a la gente como él. Hombres con dinero y poder que creían que podían tener a cualquier mujer a sus pies sólo con chasquear los dedos. Lo peor de todo, es que en el dedo anular de su mano izquierda había un anillo, y el muy idiota ni siquiera se dignó a esconderlo antes de intentar ligar conmigo. Por Dios, que tenía cincuenta años.
Si podría ser mi padre.
— Gracias, pero prefiero ir sola.
— Insisto. — De pronto empezó a acercarse más a mi, y yo, interiormente, recordé mis clases de defensa personal durante el instituto. Ahora me arrepentía de no haber escuchado más atentamente a aquel policía que nos las daba, porque estaba segura de que si se acercaba un paso más, iba a tener que usar la única técnica de la que me acordaba.
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Volver. (Savannah + William)
RomanceSavannah. William. Cuando rompieron, iniciaron una relación de odio mutuo. Trabajar juntos les obligó a frenar. O por lo menos a intentarlo. Savannah odia a William. William odia a Savannah. Savannah trabaja para William. William le propone una o...