Si me dieran un dólar por cada vez que me había ido a la cama llorando por William, probablemente sería rica, aunque he de reconocer que aquella vez no era culpa suya, sino más bien mía. Cuando se trataba de él, me costaba un mundo separar mis pensamientos de mis sentimientos, era como si mi cabeza y mi corazón hicieran un pulso donde siempre perdía la consciencia.
Me enfurecía pensar que me había vuelto a pasar, que había vuelto a caer, porque aunque no nos habíamos besado, el simple hecho de pensar que si él hubiera querido yo me hubiera entregado... Me ponía enferma. Durante mucho tiempo intenté apartar cualquier sensación placentera relacionada con él, pero en el fondo, un roce, una palabra, una caricia... hacían que todos mis sentidos se disparasen y fuera imposible evitar lo inevitable. Yo no quería que me volvieran a romper el corazón, y menos él, porque no se si estaría lista para volver a pasar por algo así una segunda vez.
Estuve dando vueltas en la cama durante lo que me parecieron horas, evitando pensar en lo que había pasado hacia un rato en la habitación de al lado, pero era imposible. No dejaba de pensar en cómo estaría él, en si habría dejado de beber o por el contrario se habría terminado la botella, en si habría derramado alguna lágrima como yo estaba haciendo, en si se arrepentiría en algún momento de todo lo que pasó y decidiría pedirme perdón.
Me levanté de la cama derrotada y decidí salir al pasillo y dar una vuelta. No podía estar en aquella habitación sin volverme loca pensando en que a unos pocos metros dormía William.
Paseé por el hotel, como si fuera un fantasma triste y miserable. Odiaba sentirme así, tan vacía, parecía que cada vez que William y yo estábamos cerca y luego nos separábamos un puñal se me clavara en la espalda, abriendo de nuevo la herida que intenté cerrar hacía ya dos años.
Durante mi paseo nocturno, me encontré con Alina de frente. Iba vestida con una bata de seda blanca atada a la cintura y unas zapatillas de andar por casa del mismo color. Cuando me vio, bajó la cabeza, supongo que para evitar que se le viera el moretón que se le había formado en el contorno del ojo derecho. Tarde.
— Hola. — Susurré yo para evitar que los demás huéspedes no se desvelaran por mi culpa.
Ella se acercó a mi, todavía con la cabeza gacha.
— Vuelve a tu habitación, Savannah. — Parecía nerviosa. Era normal. Supongo que a ninguna mujer maltratada le gustaría que la vieran con aquella marca en la piel.
— ¿Estas bien? — Por fin levantó la cabeza y pude comprobar el tamaño de su herida. Envolvía todo su ojo derecho, que se encontraba un poco hinchado, haciendo que la piel de la zona cobrara un color azulado intenso. No quise mencionarlo, porque sabía que ella no quería. Lo veía en sus ojos. Me suplicaba que no dijese nada. En el fondo, Alina sabía que yo era consciente de quien le había hecho semejante barbaridad.
— Si. — Sus ojos estaban vidriosos y parecía a punto de ponerse a llorar.
— Te has desvelado, ¿No? — Alina asintió y yo sonreí, intentando aportar calma a la situación. — Yo también.
Se recompuso con rapidez, y volvió su expresión sería. No parecía enfadada, simplemente había recuperado la compostura.
— ¿Que haces despierta a estas horas? — Me preguntó con una voz muy maternal.
— No podía dormir. — Confesé. Me vinieron de nuevo las imágenes de William a la cabeza y quise ponerme a llorar. Me dije a mi misma que debía controlarme, pero cuando se trataba de él era imposible hacerlo.
— Si quieres puedes contármelo.
Se sentó en un sofá que había en el pasillo y me invitó con una palmada en el asiento de al lado a que yo hiciera lo mismo. Accedí solo porque no quería volver a mi habitación y ponerme a llorar como una descosida de nuevo. Necesitaba liberarme con alguien.
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Volver. (Savannah + William)
RomansaSavannah. William. Cuando rompieron, iniciaron una relación de odio mutuo. Trabajar juntos les obligó a frenar. O por lo menos a intentarlo. Savannah odia a William. William odia a Savannah. Savannah trabaja para William. William le propone una o...