Capítulo 6

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POV Alba

Me levanto por la ausencia de calor en mi espalda. Los rayos del sol se cuelan a través de las rendijas de la persiana y arrugo la nariz disconforme. Quiero seguir durmiendo. Me doy la vuelta sin abrir los ojos y me acurruco entre las sábanas para volver a dejarme llevar por el sueño.

Mi plan se ve interrumpido por una dulce voz procedente de la planta inferior. Sonrío inmediatamente reconociéndola. Es la suya. Me encanta, es especial.

Cómo voy a volver a cantar si no te tengo, si no te tengo

todos quieren saber, pero nadie sabe

si en verdad estoy bien

Me levanto y me pongo una camiseta ancha que me llega casi hasta las rodillas y bajo al salón sin hacer ruido. Adoro escucharla y observarla sin que se dé cuenta.

Ven, mi amor, quítame esta pena, por favor

que ya no siento que vaya a mejor

vámonos, las dos; vámonos las dos, vámonos

No he mirado la hora, pero es muy temprano. La luz entra cálida por el ventanal iluminándola como en un escenario en el que solo está ella, en el centro, y la única luz que hay se concentra en ella quedando embobada por su magia. Ella sola con su guitarra, sentada en la esquina del sofá, a veces con los ojos cerrados y otras con la vista fija en algún punto del jardín.

Yo ya no quiero estar triste

no me lo preguntes más

ahora solo veo grises, cuando intento recordar

lo que dije antes de irme

Esta canción es nueva, nunca la había escuchado. Seguramente no podría dormir y se levantó a componer. La taza que hay sobre la mesa no humea,señal de que llevará bastante tiempo aquí.

Con cuidado, subo al estudio a por mi bloc para dibujarla. El juego de luces de este amanecer no podría ser mejor y sumándole que ella se encuentra a contraluz deja una imagen preciosa, casi tanto como ella. Las sombras le dan un aire nostálgico, un poco desangelado y tristón, perfecto para el significado de la canción que está cantando.

Cuando vuelvo, me siento en el suelo, apoyada junto a la puerta. La tengo enfrente y me quedo mirándola durante un rato que podría referirse perfectamente a toda la vida. Es preciosa.

Bajó la mirada a mi cuaderno y comienzo a dibujar con una sonrisa tonta en mi rostro. Contengo las ganas de ir hacia ella en silencio para abrazarla y besarla con delicadeza, con todo el amor que tengo para ella.

Tras varios trazos, levanto la vista para captar los detalles de mi musa. Me encuentro el salón vacío. No hay ni rastro de Nat. No está su guitarra y tampoco hay ninguna taza sobre la mesa.

Entonces todo se descompone y desperdiga como el polvo en medio de un vendaval.


– ¡Nat! – me despierto agitada –. No...

Ha sido un sueño tan real que solo soy capaz de llorar, no sé si de alegría o de dolor, quizás una mezcla agridulce de ambas. Porque por primera vez en más de dos semanas he vuelto a sentirla. Era nuestra casa. Era su olor. Era su voz. Era toda ella. Feliz aun pareciendo triste, en sintonía con la canción.

Diario de CaravanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora