A la mañana siguiente, a diferencia del día anterior, desayunaron juntas en la cocina. Rafi se había levantado temprano y preparó chocolate caliente para todas. Estaba terminando de poner la mesa cuando Marina entró en la cocina. Rafi estalló en carcajadas cuando la mirada cansada que evidenciaba que se acaba de despertar cambió totalmente y se iluminó al ver el desayuno.
– Ve a despertarlas, que se enfría.
Marina salió disparada escaleras arriba y tocó suavemente a la puerta del dormitorio. Se sobresaltó cuando inesperadamente una adormilada Alba abrió mientras se frotaba un ojo con el puño.
– ¡Joder! – exclamó llevándose ambas manos al pecho –. ¿Qué hacías junto a la puerta?
– Volvía del baño, iba a a costarme otra vez.
– Cambio de planes. Despierta a mi cuñi y bajad a desayunar.
Sin darle tiempo a rechistar, Marina se dio media vuelta y deshizo el camino hasta la cocina.
Alba cerró la puerta y se tumbó de lado sobre las sábanas arrugadas apoyando la cabeza en una de sus manos y pasando la otra lentamente por el rostro y el cuello de la morena.
– Mi amor – la llamó en voz baja–. Nat...
Natalia se movió un poco, lo justo para abrazarse a la cintura de la más baja en busca del calor que había perdido unos minutos antes.
– Mmh... – se quejó.
– Despierta, dormilona – volvió a intentarlo sin éxito.
– Cinco minutos más.
La morena se pegó más aún a su cuerpo, escondiendo la cabeza en su pecho.
Tras besarla varias veces en el pelo, Alba recurrió a su última baza para hacer que despertara. Una sonrisa a caballo entre la picardía y la malicia se instauró en sus labios. Sabía que iba a jugar sucio y ya lo estaba disfrutando.
– La Rafi dice que como no bajemos nos arrastra de los pelos.
Natalia se separó de golpe y la miró con la boca abierta y los ojos muy abiertos. Su gesto de susto cambió completamente a uno de indignación absoluta cuando vio a su novia boca arriba y descojonándose a su costa.
– ¡Albi! – la regañó enfurruñada sentándose en el borde de la cama.
Alba, al verla así, se abalanzó sobre su espalda, agarrándose a ella fuertemente antes de que se levantara, y dejó un sonoro beso sobre su mejilla.
– Suéltame.
– Nat – habló alargando el nombre – no te enfades.
– Te has reído de mí – dijo con voz infantil.
– Es que no me puedo creer que todavía te dé miedo mi madre.
– Porque la Rafi cuando se enfada impone mucho.
– ¿Pero cómo se va a enfadar contigo con esta carita que tienes?
Alba apretó las mejillas de Natalia haciendo que pusiera boca de pez y volvió a reírse.
– Aba, deja de bulate de mí. Suétame.
Natalia se movió intentando zafarse del agarre de su novia, pero fue en vano. Tras soltar una retahíla de improperios incomprensibles, la rubia la soltó y continuó retorciéndose de la risa sobre la cama.
Natalia, apenas incapaz de contener la sonrisa embobada que le salía automáticamente al verla así, se lanzó sobre ella para atacar sus costados con los dedos y su cuello con los labios, uniendo así las dos cosas que menos soportaba la rubia. Aunque de la segunda no estaba tan segura si insoportable era la palabra adecuada.
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Diario de Caravana
FanficUna caravana y un diario. Un viaje especial. Una promesa que cumplir.