II NUEVA IDENTIDAD

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El viaje duró entre 10 u 11 días, no pude contarlos por las náuseas y mareos recurrentes en el viaje.
No estaba nada acostumbrado a viajar en barco.
Llegué a el Golfo de México, en las costas de un lugar llamado "Veracruz"; ahí me encontré con la persona del papel que me dió mi madre, yo tenía todo planeado, teníamos días ensayando el escape.
Me encontré con el sr. Johnson, es un viejo integrante de la ASRU (Asociación Secreta de Reino Unido) y muy amigo de mis padres. Él me haría un cambio de look total, me daría nuevos papeles de identidad.
Llegué a una oficina donde se encontraba el sr. Johnson junto con dos estilistas; primero me cortaron un el cabello, lo tenía chino y llegaba casi a los hombros.
Me proporcionaron unos pupilentes color café, que nunca usaría por cierto, amo el color azul grisáceo de mis ojos.
Me dieron más ropa moderna como la que me dió mi padre. Dejaron en una bolsa pequeña de tela negra con todo el papeleo necesario para mi cambio de identidad.
Ahora me llamo Nathan Bolton y me acabo de mudar de Inglaterra junto con mis padres, osea mis tíos Johanna y Gerónimo.
Es demasiado difícil tratar de ser otra persona y olvidar todas las costumbres al igual que el idioma. Después de todo el show de cambio de imagen total, tomé un camión de turistas que me llevaría a la Ciudad de México, ahí me encontraría con mis tíos.
Al subir al camión y tomar aciento, caí rendido después de tantos días de no poder dormir cómodo.
El asiento era un poco duro, pero prefiero eso a acostarse sobre una maleta, sin cobijas y con náuseas.
El trayecto duró 7 horas, no me pude aburrir porque dormí casi todo el camino.
Bajé del camión con todas mis pertenencias, ví desde lejos a mis tíos que se acercaban hacia mi, en verdad yo no los conocía; sólo recuerdo que fueron a mi fiesta de 6 años y actualmente tengo 15.
Caminé hacia ellos, cuando por fin nos vimos cara a cara me abrazaron con gran fuerza.

-Estás enorme- agregó mi tía.

-Sí- contesté un poco apenado.

-No te veíamos desde hace como 9 o 10 años- comentó mi tío con un poco de nostalgia.

Mi tía es idéntica a mi mamá, y mi tío Gerónimo es como del tipo de Brad Pitt, pero con unos 4 kilos más y cabello castaño oscuro. Caminamos hacia su carro, mientras ellos me ayudaban cargando con mi maleta.
Nos subimos al carro, iríamos a mi nuevo hogar. Tenía emociones encontradas, sabía que debía escapar de mi país por mi bien y el de mis padres y que tal vez era mejor alejarme del peligro, pero no quería vivir con unos extraños y hablar un idioma totalmente diferente al mío, y para acabarla tener que fingir ser otra persona "Nathan Bolton".
El idioma no me preocupa del todo, puesto que en el castillo me daban clases particulares y una de ellas era español.
Después de varias horas, llegamos a mi nueva casa. Era grande y muy bonita, me bajé del carro junto con mis tíos y entramos a ella.
Me dieron un pequeño tour por la casa, tiene 3 recámaras, 3 baños, una pequeña sala, una cocina muy amplia y equipada, me encantó la casa por el simple hecho de que es pequeña a comparación del castillo, donde frecuentemente me encontraba haciendo ejercicio por la distancia que había entre todas las habitaciones y la cocina.
Después del tour guiado por mis tíos, decidí ir a mi habitación, ahora tendría que hacer todo con mis propias manos. El castillo tenía cientos de sirvientes, me hacían todo lo que les pedía.
Primero comencé a desempacar mi nueva ropa, quería doblarla pero por más que intenté parecía que la acababa de arrollar un camión; toda se desdoblaba, así que le llamé a mi tía con la intención de que me enseñará para poder hacerlo yo mismo.

- !tía Johanna!, ¡¿podrías venir un momento a mi habitación por favor?!, ¡necesito que me enseñez a doblar ropa! - grité desde mi cuarto.

¡claro!- dijo ella, riéndose un poco.

Llegó a mi cuarto con una sonrisa de oreja a oreja, igual que la de mi madre, tuve que contener el llanto al verla entrar y limpiar una lágrima pequeña de mi mejilla.
Comenzó a mostrarme como hacerlo, era demasiado fácil, me sentía inútil.
Después de 3 intentos fallidos logré doblar mi ropa, tengo un closet con varias repisas, donde fuí acomodando mi ropa por prendas. Me sentía orgulloso de haber podido lograr doblar mi ropa.
Después saqué la bolsa de tela negra y se la entregué a mis tíos para que la guardarán. 
Después de unas cuantas horas, me llamaron para cenar. Las cenas en familia son mi parte favorita del día, cuando me encontraba en el castillo mi familia y yo nos reuníamos era la única parte del día en la que podía platicar con ellos sin demasiadas distracciones.
Salí de mi cuarto y bajé corriendo las escaleras para llegar rápido al comedor sala o... lo qué sea. Mi tío Gerónimo se encontraba sentado en la mesa, mi tía Johanna al sartén, preparando crepas.

-hola- exclamé con alegría.

-siéntate hijo- comentó mi tío haciendo la seña de que tomara aciento junto a él.

Me senté junto a él, me dí cuenta de que leía los papeles de mi nueva identidad.

- te queremos mucho, estamos aquí para lo que necesites- comentó, dándome una palmada en el hombro igual que las de mi padre.

- ¡gracias! - dije.

- mañana iremos tu tío y yo a inscribirte a tú nueva escuela, sabemos que esto es muy duro para ti - dijo mi tía mientras me miraba a los ojos con esa peculiar sonrisa.

- okay, ¿Cómo vas con las crepas tía? - le dije como para cambiar de tema.

Alzó el pulgar, para indicarme que iba bien. Me disgustaba hablar de la escuela, toda mi vida he estudiado en casa. No se convivir en sociedad, como príncipe siempre debo mostrarme muy seguro, pero por dentro sé que no soy así.
Tengo unos cuantos amigos hijos de amistades de mis padres, pero una vez al año los veo.
En eso mi tía terminó las crepas, ella es chef por eso tiene la cocina tan equipada. La cena fue muy amena, reímos, platicamos de su boda y de experiencias; teníamos que mostrarnos como verdadera familia. Acordamos que sólo me llamarían hijo cuando estemos ante la sociedad, no debemos levantar sospechas.
Después de la cena subí a mi habitación, la primera noche en días que podía descansar como príncipe.
Al principio no podía consolar el sueño, tenía revueltos todos los pensamientos; pensaba en todo y a la vez en nada. Me daba vueltas la cabeza con el hecho de la escuela, pensé en mis padres y recordé cuando me iban a dar el beso de buenas noches.

Encubierto En La EscuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora