Layla, nuestra protagonista, es la hermana del el niño que sobrevivió por parte de madre, pero eso aún no lo sabe hasta llegar a Hogwarts. La pequeña se iba a quedar con su madre y el padre de su hermano pero tras la muerte de su madre la llevaron j...
Era 22 de junio, última hora en el internado, faltaban solo 5 minutos para que sonará la sirena y me fuera de esa asquerosa escuela para siempre, claro si me llegaba la carta de Hogwarts. De eso estaba segura mi padre es profesor allí y se pasaba todo el curso en la escuela, por lo que yo no tenía con quien quedarme y tenía que ir al infierno de internado. Mi padre dice que mi madre murió durante el proceso de mi nacimiento, cada vez que le preguntó por ella, él suelta una lágrima.
—¡Señorita Snape! Ya ha sonado la campana.— dijó mi insufrible profesor de historia yo recogí los cuadernos llenos de garabatos y me dirigí a mi casa en bus. Todavía tenía 10 años pero solo quedaban una semana para mi cumple, exactamente 8 días.
Estaba acostumbrada a ir en bus aunque solo iba al principio del curso y al final porque tenía que dormir allí e incluso en navidades me quedaba dado, otra vez, a que mi padre era profesor y no podía salir de la escuela. Llegué a mi casa donde un elfo domestico me abrió y me ayudó con mis cosas.
—Buenas tardes, señorita Snape. La comida ya está hecha, puede sentarse si quiere.
—Vale, gracias. Por cierto, Gus-Gus. ¿Ha llegado ya mi padre?— Le pregunté al elfo.
—No, señorita aún no.— Me respondió el elfo muy amable.
—¿Tenemos correo?— Pregunté de nuevo.
—Sí, señorita. Pero la comida se va a enfriar, le recomiendo que esperé a que llegue su padre.
—Vale Gus-Gus, muchas gracias.— dije dirigiéndome al comedor mientras este me hacía una reverencia.
No me gustaba que me tratará como una princesa, siempre estaba dándole cosas a escondidas de mi padre. Pobrecito, me daba pena, se pasaba todo el día limpiando y dormía en el sotano frío y oscuro y casi no le pagábamos. Él llevaba aquí desde que nací.
*****
Oí una puerta abriéndose desde mi cuarto mientras me miraba al espejo y pensaba en todas las veces que mi padre me había dicho "te pareces tanto a tu madre". Aún no me había quitado el uniforme asqueroso se me había olvidado, pero eso no importaba. Baje las escaleras a toda prisa gritando "¡Papá!".
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—Cariño.— Me respondió con una sonrisa.
—Papá, papá a llegado correo.— dije soltándome del abrazo de oso que le estaba dando.
Miré cada carta una por una, no había rastro del sello de Hogwarts. Conocía bien el sello, papá lo usaba tanto para sus cartas "importantes". Volví a revisar.
—¿Por qué no está la carta? Se supone que soy bruja, por que tú eres mago y mamá bruja, ¿no?— dije nerviosa.— ¿O me has mentido y no voy a ir a Hogwarts?— mi padre me miró riendo.
—Tranquila, las cartas llegan una semana antes de que empiece el curso, y no te he mentido tu madre y yo somos, ambos, brujos.— me dijó cogiéndome— Ahora que te parece si te llevo a la cama y te quitas ese espantoso uniforme que huele a muggle y duermes mi pequeña.
