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Me gusta la música romántica.

Camila

Estaba en casa de tío Gus, nos encontrábamos leyendo. Él leía Odas de Neruda y yo leía Persona Normal de Benito Taibo. Los personajes de mi libro me gustaban mucho, esa cercanía y complicidad, me hacían recordar a Gus y a mí. Comencé a imaginar en mi mente como sería un libro de los dos.

- Niña, ¿En qué piensas?

- En nada tío, solo leía - le contesté.

- Tu mirada no miente, chiquilla enamorada- comenzó a reír-. Cuéntame de Nando.

- Nicolás, tío, Nicolás- reí.

- Ah, pensaste en él, Muy bien, primer misterio resuelto. Vamos por el segundo - seguía él.

- Bueno, no hay nada que contar. No hablamos hace más de una semana- suspiré.

- Pensé que últimamente se estaban frecuentando mucho. Tu mamá me contó que incluso fue dos veces a tu casa- se rascó la cabeza.

Y era verdad. Una a acompañarme a recoger su casaca; y la otra le escribí a que fuera a recogerla. No hemos hablado desde ahí, y eso se debía a algo.

- Sí, pero surgieron cosas, Gus - le dije.

- ¿Qué cosas?

Y le conté lo que pasó.

-¿Qué estás haciendo?

- Lo siento, pensé que tú...- susurró.

Nos quedamos tanto tiempo cerca, que creo que los dos, confundimos las cosas.

- No debió pasar esto.

- Pero, ¡Si no pasó nada!- gritó él.

- Nicolás...

- Déjalo ahí, Camila, nos vemos - dijo, dando media vuelta para ir por otro camino.

- Espera, toma- dije, a punto de sacarme su casaca.

- No, Camila, quiero que estés bien.

- Pero al menos hablemos, no es la primera vez que me dejas así.

- Aún no es el momento, aún no.

Y se fue.

- Y así fue como pasó Gus. No sé qué decir- le mencioné.

- Hay algo que sigue arrastrando a Nicolás al pasado. Y por ese "casi beso"- dijo moviendo los dedos- siento que tú lo quisiste...

- No lo sé Gus, tal vez lo que movió fue el recuerdo de lo que era él. No nos vimos hasta hace poco. Después de eso, le dije que pase por su casaca, y no me dijo nada más. Solo salí, recibió, y se fue nuevamente. Hay cosas que no quiero preguntar.

- Lo sé, niña, pero antes que todos, ustedes eran amigos. Y los amigos no hacen eso, menos irse y dejando hablando a la otra persona.

- Ay, Gus, hay cosas que creo que es mejor no preguntar.

- ¡Ojito, niña! No te estoy diciendo que le pidas todas las explicaciones del mundo. Eso le debe nacer a él. Sin embargo, que él tenga esa discreción no le da el derecho a irse dejando en el aire todo. Y que te deje así.

- Tío, ¿Y si por querer acercarme a él, lo alejó más? No sé.

- Nunca lo sabrás si no lo intentas. Yo nunca supe que Leti correspondía tan bien mis sentimientos, hasta que se los demostré.

Reí. Gus siempre sabía que decirme. Los años vividos le daban tanto tiempo de aprendizaje, que cada día a mí, me mostraba un poquito.
Me quedé unas horas más con él, hasta que me despedí prometiendo seguir visitándolo. Me fui a mi casa.

Cuando estaba a punto de llegar, vi a lo lejos a alguien sentado, por la puerta de mi casa. A pesar de llevar lentes, mi miopía no ayudaba mucho, y menos, en la oscuridad.

- Camila, hola, ¿Podemos hablar?

- ¿Nicolás?

- No me he sentido bien, y... No me gustó cómo nos quedamos la última vez.

- Fuiste tú, el que no quisiste hablar.- suspiré.

- Y yo no te dejé hablar. Me he portado fatal.

- ¿Recién lo notas? Fue así desde el día que nos volvimos a ver.

- Antes del decir algo, escucha esto...

Comenzó a usar su celular, hasta que comenzó a salir una melodía.
Esa canción.
Esa letra.
Ese cantante.
Pablo Alborán.
Saturno.

En Saturno viven los hijos que nunca tuvimos
En Plutón aún se oyen gritos de amor
En la Luna gritan a solas tu voz y mi voz
Pidiendo perdón, cosa que nunca pudimos hacer peor.

Y mientras sonaba la música, inconscientemente, me senté a su lado, y recosté mi cabeza en su hombro.

Volví a sentir paz.

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⏰ Última actualización: Jul 22, 2023 ⏰

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