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Me gusta El Principito

Nicolás

- Si tuvieras que quedarte un libro de los que hay acá, ¿Cuál elegirías?

- No lo sé, no he leído lo suficiente...

- Pero, dijiste que te gustó "El principito".

- Tengo 7 años, cuando sea grande, leeré más, y querré quedarme con más libros.

- Eres muy curioso, seguiré leyendo.

- Ya, Camila.

De los pocos momentos que aún guardaba de mi niñez, ahí estaba Camila. Nos conocimos a los 6 años, en un mismo vecindario. Pero no nos llegamos a conocer hasta que nos dimos cuenta que los dos íbamos a una misma biblioteca local, y por el mismo camino.

Aprendí a leer a los 5 años, y desde los 6, empecé a leer los libros de mi casa hasta que devoré todos. Luego de esto, tuve que encontrar otro destinatario, y aquí es donde encontré a mi lugar.
A ese refugio iban muchos, pero niños de mi edad, no. Hasta que ví a una niña pequeña con dos coletas que se dirigía, o bueno sentí que me seguía, al mismo camino yo.

Esa niña pequeña, era Camila.
Camila hablaba mucho, era demasiado curiosa. Algunos verán esto como defecto, yo lo veía como su escudo. Y así como hablaba, leía. Pero ella no era como yo, yo leía por placer, ella leía por amor a las historias.

El día que mi familia "decidió empezar de nuevo"  yo no fui a despedirme de ella. Era un niño, y alguien que pensaba que las despedidas no eran necesarias; sin embargo, luego de unos días, me arrepentí de ello.

Y sentí ese mismo arrepentimiento otra vez, al irme sin decir más, de la cafetería, dónde estaba con Camila.

Reconocí a Camila cuando la ví entrando a la librería. Ya no llevaba dos coletas, y ya no era una niña pequeña. Pero no sé cómo, pude reconocerla, a pesar de los años, y más por un detalle, el pin de una mariposa azul que llevaba en la mochila, un regalo que le había dado una tía, de la cual no me acordaba el nombre.

Salí de la cafetería sin explicaciones porque Camila había tocado un tema que aún no podía hablar. Aún no. Así que salí corriendo hasta el lugar más nostálgico: una playa en pleno atardecer.

***

Ya de noche, regresé a casa. El clima estaba igual que mi ánimo, frío; y en ese trayecto, ví de lejos, otra vez, a Camila.

Esta vez no llevaba su mochila, pero tenía en sus manos una caja pequeña de ¿La pastelería de mi mamá? No lo sabía, pero ella iba temblando.

Iba a acercarme para pedirle perdón por irme sin decir, pero al estar cada vez más cerca me di cuenta que ella iba caminando a duras penas por el frío, así que me saqué mi chaqueta y la puse en sus hombros.

Volteó de forma inmediata, y me habló.

- Nicolás, ¿Por qué te fuiste de esa manera?

- Lo siento, luego hablamos- fue lo único que llegué a decir, dándome media vuelta para ir camino a casa.

Y ella, otra vez, habló. Me habló.

- Oye, espera.

Dirigí mi mirada nuevamente hacia ella.

- Gracias. Por la chaqueta- sonrió.

Moví la cabeza, sin decirle nada más.
Porque a veces, las acciones dicen más que las palabras.

Lo que me gusta de ti || Novela (En Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora