Capítulo 2

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Los tres estudiantes comenzaron a hablar. Akane, por su parte, se encontraba admirando en silencio a su diosa.

—Cuida muy bien de él, Teru-san.

Pidió preocupada la de cabellos granates antes de marcharse en compañía de la chica de ojos morados.

—Bien, es hora de irnos Aoi.

Anunció este colocando su mano derecha sobre el hombro ajeno. Akane, desconcertado y confundido, lo observó.

—¿Donde?

Fue lo único que alcanzó a preguntar, sus delirios lo habían aislado unos momentos del mundo real; el tiempo suficiente para que las chicas se marcharan dejándolo al cuidado del Minamoto mayor.

—A la enfermería, esa herida en tu mano no va a curarse completamente por si sola.

Respondió sonriendo... un momento ¿sonriendo? ¿de verdad sonriendole así a él? Debía seguir delirando.

—¿Desde cuando te preocupas por mí?

La actitud del rubio le preocupaba más que la herida en su mano.

—Mmm no lo sé ¿Desde cuando será?

Preguntó de manera retórica sin dejar de sonreír. Se colocó detrás del de cabellos marrón rojizo, tomándolo desprevenido, hizo un poco de presión y dio medía vuelta junto con el chico quien se mantenía estático sin saber que hacer o decir ante tal extraña situación.

—Y no te preocupes por la clase, después se lo explicaremos al maestro.

Sin más que decir empezó a empujarlo haciendo que ambos comenzarán a caminar rumbo a la enfermería.

—Puedo ir yo sólo— protestó haciendo un poco de fuerza con sus pies para detenerse.

—Ya lo sé— Respondió comenzado a caminar de nuevo llevándoselo consigo.


Sería un largo e incómodo trayecto hasta la enfermería.

⋅. ༺༻ .⋅

Para desgracia de Akane la enfermería estaba vacía, no podía haber sido el mejor momento para quedarse sólo de nuevo con ese demonio.

—Bueno ya estamos aquí, puedes irte yo me encargaré del resto.

La amplia sonrisa que le mostraba al rubio le pedía que se marchara de inmediato.

—No tienes nada más que hacer aquí ¿cierto? vete.

—Un "gracias" no estaría nada mal.

—Gracias ¿satisfecho? ahora puedes irte.

Teru suspiró pesadamente y se adentró más a la enfermería hasta sentarse en un taburete al lado de la camilla. Hizo una seña al de ojos rojizos para que hiciera lo mismo.

Aoi rodó los ojos con fastidio, suspiro pesadamente y miró con molestia al rubio mientras se iba acercando. Sentándose finalmente en la camilla al llegar.

No creo que me gusteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora