De vuelta a Seul

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Al día siguiente ambos despertaron con un semblante distinto. Ella no sentía culpas, se sentía liberada. Él se sentía enamorado. Le llevó a Constanza el desayuno a la cama, se esmeró en prepararle un desayuno tipo occidental: huevos y tostadas con jugo de naranja. La chica se sorprendió y le agradeció con un beso. Después del desayuno se abrazaron y se miraron por mucho rato, quizás horas, no sintieron el paso del tiempo. Sentían que no tenían nada que decirse, con la mirada se decían todo.
Pero ella debía volver a Seúl, su vuelo salía en dos días y debía arreglar sus cosas y hacer papeleo antes de volver. Le dijo y él asintió. Empezaron a arreglar sus cosas.
-Constanza,-le dijo él-¿te puedo hacer una pregunta?
-Si, claro. -Respondió ella, distraída en su maleta.
-¿Qué pasará con nosotros cuando vuelvas a tu país?
Constanza quedó helada. En ese momento, la sensación de felicidad desapareció. Se dio cuenta que había sido infiel a su pareja, que tenía una familia esperándola en su país y que le había mentido tanto a Gong Yoo como a si misma. Por eso, trató de ser muy fría y muy franca.
-¿La verdad?-Él asintió. Ella tragó saliva, fuerte. -He sido muy feliz todos estos días contigo pero tengo pareja e hijas en mi país. Tengo que volver a mi realidad, por mucho que no quisiera hacerlo en estos momentos. Mi lugar es con mi familia, o por lo menos con mis hijas.
El asintió. Sospechaba de la situación, no todo podía ser perfecto, pero le sorprendió la franca respuesta. Pensó que ella le diría alguna mentira piadosa y perderían comunicación al ella irse de Corea. No lo pensó un segundo y la abrazó fuertemente, en agradecimiento por su sinceridad. No volvieron a hablar en mucho rato más, cuando fue la hora de almorzar antes de volver. Ambos, sin ponerse de acuerdo, no querían que el resto se diera cuenta de lo tenso del ambiente y querían que tuvieran la sensación de que nada pasaba. Pero ya no se tomaban de las manos ni se miraban a los ojos. Se quebró todo entre los dos.
Así regresaron a Seúl.
Cuando ella se iba a bajar de la van, él le tomó de las manos y la miró a los ojos, muy tiernamente, como diciéndole "no te preocupes, yo te perdono". Se quedaron así por largo rato. Luego ella se bajó y entró a su hotel en silencio. Una lágrima rodó por su mejilla. Cuando partió la van, los ojos de Gong Yoo iban llenos de lágrimas.
Las mentiras y las despedidas son difíciles y dolorosas. Especialmente cuando la despedida es silenciosa por culpa de una mentira.

Gong yoo: amor en SeulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora