32 (parte 1)

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Después de que Junmyeon llamara a Kyungsoo, éste último se presentó en la mansión de Park en cinco minutos —menos tiempo de lo esperado, tomando en cuenta de que el trayecto de su residencia hacia la de su amigo se hacía mucho más tiempo que eso—, siendo acompañado por Jongin, que se decidió a ir nada más escuchar a Kyungsoo mencionar con tono preocupado el nombre de su mejor amigo.

Mientras Kyungsoo llegaba, Junmyeon no sabía qué hacer. Ya había intentado varias veces el acercársele al menor, no obstante, aquellos breves acercamientos que pudo establecer terminaron en rasguños y golpes por parte del contrario, que parecía desesperado; a ojos del hombre, Baekhyun estaba necesitado de la presencia de Chanyeol, de poder abrazarlo tan fuerte como pudiese, de escuchar su grave voz confortándolo y no creyendo nada de lo que aquel sucio papel decía. Y a ojos externos, el mayordomo podía ver que el adolescente estaba devastado. No podía mentir cuando decía que la llegada de Kyungsoo fue lo mejor que pudo pasarle.

—¿Dónde está? —preguntó un frenético Kyungsoo luego de que Junmyeon abriera la puerta ante su llamado, agitado por haber corrido del estacionamiento hasta la entrada de la casa. Se asustó al ver que los ojos del mayordomo lucían agitados, asustados; Junmyeon no era de esos hombres que solía perder la calma en ningún tipo de situación. Miró con cierto horror las heridas que tenía en la cara.

—E-está en la sala, en el sofá. No para de llorar —respondió el hombre con tono agitado, señalando hacia el interior con la mirada.

Y así, ambos hombres se adentraron a la casa.

—¿Él te hizo eso? —indagó al momento de entrar.

—Sí, así que tenga cuidado. —Mantuvo la puerta abierta un par de segundos, hasta que vio que no había nadie fuera—. ¿No vino el señor Kim?

—Llegará un poco tarde. Está consiguiendo algo. —Y sin decir nada más, ambos hombres se dirigieron hacia la sala en total silencio.

El cuerpo de Kyungsoo se tensó al escuchar los alaridos que provenían de uno de los sillones. Dios, era más terrible de lo que había pensado.

Preparándose para lo que venía, el hombre de cabellos negros se sacó de encima el suéter que traía puesto y lo arrojo al suelo sin importarle menos. Supo que la situación iba en serio cuando Junmyeon no la recogió ni la colgó en el perchero de la entrada —ya que detestaba el desorden y la suciedad.

Cuando Kyungsoo vio a Baekhyun, supo que el chico se encontraba muy mal.

Ojos llorosos e hinchados, cabello despeinado, y su boca soltando tales gritos que hasta los tímpanos de Kyungsoo, quien estaba acostumbrado a escuchar sonidos altos, estaban comenzando a doler.

—Baekhyun —lo llamó para testear, sin embargo (y como se lo había esperado), no recibió respuesta alguna por parte del contrario, sino más berridos—. Baekhyun, lindo... —Quiso acercársele, no obstante, un rasguño en la mejilla le hizo retroceder.

—¡Quiero a Chanyeol, no a nadie más! ¡Quiero a Chanyeol! —gritó entonces entre sollozos que quebraron su voz.

—¡Ya sé que lo quieres, Baekkie, querido, pero no puedo traértelo! —replicó a su demanda. Entonces, Baekhyun comenzó a lanzar alaridos de dolor mezclados con sus sollozos—. Necesito que te calmes, cariño. Gritando no se va a resolver nada —exclamó Kyungsoo—. Por favor, o no podremos traer a Chanyeol acá. —Y aunque no fue instantáneo, los gritos, berridos y lloros del más joven se fueron aplacando. Sus ojos estaban rojos e hinchados, y de su nariz rojita se escurrían algunos que otros mocos transparentes.

Kyungsoo sacó de su camiseta un pañuelo de tela y se sentó a un lado del contrario cuando ya hubieron cesado sus ataques. Yendo directo hacia el rostro del chico rubio, comenzó a limpiar los enormes rastros que las lágrimas habían dejado en sus mejillas y sus ojos con extrema suavidad, para luego pasar a su nariz y limpiarla lo más que pudo. Los ojos del abogado estaban teñidos de tristeza.

En espera ✎ChanBaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora