En espera ✎ChanBaek

25

Se encontraba frente a su computador, tecleando palabras y haciendo cálculos mientras la luz que emanaba la pantalla le daba de lleno en la cara, iluminándolo y causando que sus ojos escocieran de lo poco que había parpadeado durante aquellas últimas horas. Sus dedos se movían gráciles en el teclado del mismo, pareciendo una sombra de lo rápido que parecía escribir las palabras que él necesitaba comunicar, mientras contestaba cada una de las llamadas que le llegaban en el mismo instante.

Chanyeol había decidido volver a hacerse cargo de su compañía tras algunos meses de haberla descuidado por completo y haber dejado que alguien externo a ella la manejase, pero se enfrentaba a un gran problema: todo el trabajo de los meses anteriores se le había acumulado en consecuencia de una ausencia que no había justificado a nadie, haciendo que la mayoría de empleados no se tomaran muy enserio su trabajo, hasta que se explicó por interno que él mismo había pedido permiso a ausentarse hasta que el embarazo del chico de «diecinueve años» (Kyungsoo ya se había encargado de eso y ya había modificado la fecha de nacimiento de Baekhyun) que se hallaba cuidando diera su fin, y que habían sido sus superiores los que terminantemente habían accedido a la petición luego de haber tenido años de buena racha de contratos con demás compañías, volviendo a poner todo en marcha y que todos los empleados se pusieran a hacer todo lo que no habían hecho en semanas; empero, aun así era demasiado el trabajo acumulado que se vio obligado (por él mismo, nadie le dijo que volviera) a comunicar que volvería de manera parcial a su trabajo, dado que Baekhyun aún tomaba mucho tiempo del suyo a pesar de ya estar a unos meses de la culminación de la etapa de embarazo y el comienzo de otra etapa que sería más estresante que la anterior.

Al principio Baekhyun se había negado fieramente a que volviese a trabajar en la compañía, ya que según el rubio el único trabajo que Chanyeol tenía en ese momento era el que le prestarse atención a él y mimarle tanto hasta que se hartara; sin embargo, terminó cediendo, mas con una condición: que trabajara en la casa, por medio de la computadora. Y ese era el porqué el azabache se hallaba pegado frente a la pantalla de aquel aparato, intentando hacer lo más que pudiera de lo pendiente para poder terminar más rápido con todo lo que lo atormentaba, así como para poder permitirse el abandonar por un tiempo lo que estaba haciendo y centrar su atención en el adolescente rubio, quien se había vuelto más berrinchudo y voluminoso pasados los días, a pesar de sólo haber pasado una semana de la visita al obstetra; lo único que le inquietaba a Chanyeol, era que podía notar la delgadez que las piernas y brazos de su ángel mostraban, aunque hacía de ojos ciegos y no comentaba nada, ya que sabía que ese tema estaba fuera de discusión para Baekhyun: él quería lo mejor para el bebé, y si tenía que morir para conseguir que el pequeño naciera sano y sin ningún problema, él lo haría, o al menos eso le había expuesto abiertamente al azabache, quien se mostró el total desacuerdo, mas que no podía refutar o mostrar inconformidad ante la decisión que su Baekhyun había tomado, sino el rubio terminaba llorando y alterándose en demasía.

Centrado enteramente en la pantalla del computador, Chanyeol solo se permitió despegar sus dedos de las teclas para tallarse los ojos, que le comenzaban a escocer más de lo que en un principio hacían; no dudaba que tendría problemas de la vista ya de mayor. Estaba a punto de terminar el reporte y la gráfica que debía complementar, cuando un grito (o más bien, un berrido parecido a una demanda, a pesar de sólo haber sido su nombre) se escuchó de la sala de la casa de su amigo Kyungsoo. Suspiró con exasperación, tallándose los ojos con frenesí; casi le propina un golpe a la mesa cuando escuchó nuevamente su nombre en un grito proveniente del mismo lugar.

―¡Chanyeol! ¡Ven acá ahora mismo o te corto las bolas! ―gritó con furia en su tierna voz, haciendo que la amenaza sonara casi mortal. El pelinegro mentiría si no dijera que aquel gutural alarido le puso los vellos de punta (y también mentiría si dijera que esa amenaza no le sonó en verdad auténtica).