EL JUICIO MÁS DULCE

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Les metieron en el calabozo que extrañamente no era de galletas, sino que era de caramelo duro, muy duro. A Cebra le pusieron un bozal porsiacaso. Un abogado de galleta les vino a visitar.

-Hola, yo soy Sirope y voy a ser vuestro abogado para el juicio. Empecemos por lo más simple, tú eres Cocodrilo y tú, que tienes el bozal supongo que eres Cebra. ¿Me equivoco?

-No señor, yo soy Cocodrilo y él es Cebra. Antes de nada, me gustaría decir que yo no me zampé a nadie, lo hizo mi compañero.

-¡¡Tenía hambre!!

-Cállate Cebra. Como verá, señor Sirope, no somos de galleta como ustedes. Es porque un hombre amargado nos trajo aquí y no sabemos como volver a nuestro mundo.

-Aaah, son de esos que vienen sin ninguna razón, se comen algo de nuestro mundo y luego quieren nuestra ayuda para salir.

-Uno, yo no he comido nada ni nadie y dos, ¿no somos los primeros en venir?

-No, no son los primeros, todos los meses vienen entre tres y cuatro humanos.

- ¿Entonces nos puede ayudar a salir de aquí?

-Claro, solo tienen que ir a la iglesia y recitar el párrafo diecisiete.

- ¿Podemos ir?

-No, tenéis un juicio pendiente, solo si sois declarados inocentes, cosa que dudo mucho, podréis ir a la iglesia.

-Pues venga, manos a la obra. Tenemos el juicio más dulce que ganar.

- ¡Así se habla Cocodrilo!

Estuvieron unas cuantas horas preparando el juicio. Lo tenían todo preparado. A demás Cebra se había comido a los testigos. Lo único que podían echarles en cara es que uno de los testigos (ahora muerto) había llamado a la policía antes de ser devorado. La sala del juicio era un amplio espacio de galletas, nata y gominolas. Un montón de asientos para los que venían a presenciar el juicio y como no podía faltar, la mesa y silla del juez. La gente fue entrando en la sala, entre ellos Cebra, Cocodrilo y Sirope. Cebra y Cocodrilo iban esposados con un asqueroso regaliz negro reseco. El juez tardó un poco más en llegar. Era una gran tableta de chocolate con pies, brazos, manos, cara y una peluca de pelo largo blanco rizado. En su mano derecha sujetaba un pequeño bastón de caramelo a modo de martillo. Se sentó, golpeó unas cuantas veces con él y la sesión comenzó.

-Hoy nos reunimos todos aquí para celebrar el juicio contra Cocodrilo y Cebra. A los que se acusa por haberse comido a siete personas de nuestra ciudad. El testigo que nos avisó no se ha encontrado y se cree que puede haber sido devorado. Señor Sirope, ¿qué tiene que decir en defensa de estos dos individuos?

-Como abogado suyo que soy, tengo que decir que Cocodrilo afirma que él no hizo nada, fue todo acto de Cebra.

- ¿Qué dice en su defensa señor Cebra?

-Yo no hice nada ilegal, solo tenía hambre y creí que los hombres de galleta no eran seres vivos puesto que de donde yo vengo las galletas no lo son.

- ¿Así que afirma que usted se los comió?

-Eeeeh... Si, pero fue un malentendido.

-Si fue un malentendido como usted afirma, ¿por qué siguió comiendo después de ver que los hombres empezaron a gritar?

-Yo no escuché a nadie gritar.

- ¿Seguro?

- Si

- ¿Al 100%?

- Al 100%.

-Recuerde que está bajo juramento.

-Guardo mi respuesta, no escuché gritos.

-Miente, tenemos testigos que afirman pasear por calles de alrededor cuando escucharon un montón de gritos proviniendo de la calle de la masacre.

-No lo escuché porque tenía cera en las orejas...

- ¿Podemos inspeccionar sus orejas?

-Si claro, pero ya no hay cera, me la quité cuando llegué al calabozo.

-No necesito escuchar más, les declaro culpables a los dos.

- ¿Y a mí por qué?

-A usted señor Cocodrilo le declaramos culpable por cómplice. Doy por finalizada esta sesión.

-Pues yo digo, que tengo hambre...

Entonces Cebra rompió el regaliz ya desgastado puesto que lo había estado mordiendo y se lanzó al juez comiéndose su delicioso cuerpo de chocolate. Cocodrilo le copió. Con sus afilados dientes corto el regaliz de un mordisco y empezó a comerse todo y a todos los que tenía alrededor. Al final solo quedaron cuatro paredes y un techo. Los dos amigos fueron corriendo a la iglesia y recitaron el párrafo diecisiete, el cual era medianamente corto.

-Dale Cocodrilo, recita como tú sabes.

-Mundo Dulce, nos has atraído, pero queremos salir de aquí. Con Magia Real venimos y con Magia Real nos vamos. Adiós.

Una pantalla apareció con la pregunta:

"¿Como calificarías tu experiencia en Mundo Dulce?"

Y tres respuestas posibles debajo de la pregunta:

"Buena" "No ha estado mal" "Mala"

- ¿Cual elegimos Cocodrilo?

- ¿Tú que dirías?

-Haber, a mi me ha encantado la comida. Pon "No ha estado mal"

-Vale.

Nada más darle al botón aparecieron en el mostrador de la gasolinera. Le pegaron un puñetazo al hombre y volvieron al coche para seguir con su marcha hacia el plató 17. Ahora sí, con el estómago de Cebra lleno hasta los topes.

EN BUSCA DEL PLATÓ 17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora