El reino del Valle del Fénix era hermoso, se encontraba entre dos montañas y en medio de ellas pasaba un río que cruzaba todo el reino; en una de ellas había un templo de oración para su Dios Amida, protector de las almas humanas y por tanto salvador de los mismas, se decía que fue él quien había regalado el primer fénix al príncipe que después se convertiría en el Rey Fundador de ese reino. La otra montaña servía para albergar a aquellas criaturas sagradas, normalmente se les criaba y utilizaba para sanar heridas de la gente del reino; en tiempos de guerra eran criaturas formidables, eran lo suficientemente rápidos para atacar y tenían una capacidad de regeneración inigualable. Esa misma capacidad de sanación fue pasada a los habitantes del reino conforme pasaron los años.
En medio del reino pasaba un río, empezaba desde el norte y se dirigía hacia el sur donde acababa en un lago hermoso rodeado de un bosque templado, repleto de pinos, encinos, cedros, abetos y madroños que también se distribuían a lo largo de todo el reino. La familia real tenía un palacio en la profundidad del reino para pasar las festividades de invierno.
El castillo donde vivía la familia real se encontraba en el norte, en las faldas de la montaña dedicada a la protección de las criaturas a las que adoraban, era su responsabilidad velar desde ahí por la protección de su pueblo.
Para Izuku el reino significaba algo más que solo un pedazo de tierra o territorio, para él era su hogar. Sin embargo, regresar ahora a su querido reino le provocaba un profundo vacío en su corazón. Desde el momento que había sido separado de Katsuki, el omega interior de Izuku comenzó a resentir la distancia.
Durante la primera semana sólo sentía un profundo vacío invadir su cuerpo, lo que lo distraía un poco de su entrenamiento y deberes reales, pues en aquella reunión se acordó que los príncipes una vez llegaran a sus respectivos reinos se les comenzaría a adiestrar para dominar su don.
Sin embargo, las cosas cambiaron con el pasar de los días. El pecoso comenzaba a tener pesadillas en donde veía a su alfa siendo capturado por el enemigo y torturado mientras él se encontraba atado de manos sin poder moverse e ir tras él, esas eran las más suaves y siempre despertaba con una profunda angustia y gritando el nombre de él, tratar de dormir era un suplicio para él.
Por supuesto que esto no pasó desapercibido por sus padres, quienes preocupados mandaron a llamar a la sanadora de Avalón para que ayudara a su hijo con algún remedio. Grande fue su enojo y sorpresa al escuchar las indicaciones de Recovery:
"...Sus majestades, tanto ustedes como yo saben que esto le sucede porque no ha visto al príncipe Bakugou. Estoy segura que el príncipe Dragón está pasando por lo mismo en este momento con la única diferencia que al ser un alfa lo sobrellevará un poco mejor que su hijo. Por el momento el calmante que le dí le ayudará durante un tiempo pero si no lo dejan tener contacto con su pareja me temo que sólo empeorará su estado de salud..."
El ojiesmeralda sabía que sus padres no consentirían en lo absoluto que lo viera o si quiera que se acercará al reino por lo que había pasado cuando estaba inconsciente así que trató de mentalizarse que hasta que no terminaran la construcción de la dichosa escuela a donde serían enviados, tendría que resistir lo más que pudiera. Sabía que sería difícil pero ya había estado en el infierno antes y esto sería como un paseo por el jardín de niños mientras mantuviera los cuidados adecuados y no dejara que su voluntad se quebrara.
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El Fénix y el Dragón (Katsudeku) (Omegaverse)
RomantikCinco años antes del nacimiento de Midoriya Izuku y Bakugou Katsuki, los reyes y padres de los futuros herederos de los reinos del continente de Avalón son citados por la Alta Sacerdotisa Midnight para anunciarles en el Palacio de la Paz que el Lib...