Cinco de Basto

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Cuando era pequeña vivía en un pequeño pueblo, no me acuerdo el nombre. Mi familia criaba cerdos. Teníamos muchas hectáreas, una casa bonita y acogedora. Vivíamos todos juntos; mis padres, mis abuelos maternos, mi tío Thomas y yo. Mi mamá era maestra, por las tardes yo me quedaba a cargo de mi abuela. Ella siempre cantaba la misma canción, la recuerdo de memoria, en cada rincón de la granja aún resuena su voz;

El cinco de basto triunfará

cuando el uno de su palo, el destino

la venga a buscar

el cinco de basto no está solo

tiene al siete de espada

que lo ayudará.

Cuando en su destino el

doce de espada se quiera interponer

el diez de basto estará para vender.

Cuatro y doce de copas salió

en la vida triunfa el amor

el uno de oro le vino otorgado

para cambiar de una vez

el destino

que le fue presagiado.

A mi mamá no le gustaba, decía que su ritmo le recordaba a las canciones de terror que resuenan en las películas. Yo, por mi parte, siempre creí que la abuela, la Nona, como la llamábamos, estaba loca. Pero la quería, ella siempre me daba consejos que no necesitaba, pero que me gustaba escuchar.

Cuando me siento abrumada canto su canción, me gusta creer que cada vez que lo hago ella canta conmigo.

Cuando Mr.Hummbl apareció yo estaba cantando mentalmente. Acababa de salir de la clase de lingüística moderna, la odiaba. Él estaba esperándome en el estacionamiento, recostado sobre un coche que, tiempo después, me enteré que no era de él, que se sentó encima porque le pareció cómodo.

No sé cómo seguir la historia. ¿Debería contar que antes de conocerlo era estudiante de literatura inglesa? estaba en segundo año. A veces, cuando estoy sola caminando por el bosque, me imagino cómo sería mi vida si hubiese terminado la carrera, si jamás hubiese hecho todo lo que hice. Monótona, aburrida, creo que no nací para ser parte del humano ordinario promedio, creo, que la Nona me lo advirtió siempre. Yo era el cinco de bastos, yo era la que tenía todo, inclusive el miedo. Ahora tengo el oro, o casi, aún no lo he conseguido, pero lo haré.

Empecé a divagar, lo siento. Sé que aún no entiende nada, que para usted solo soy una loca que mandó un paquete a su dirección. Pero lo juro que todo tomara sentido a medida que vaya leyendo.

Como le decía, el momento exacto en el que mi vida recobró un nuevo sentido fue después de lingüística, esa fue la última vez que pise la Universidad.

Mr.Hummbl estaba esperándome afuera.

Yo no lo conocía, no tenía intenciones de hacerlo. Pero cuando pasé por su lado empezó a cantar, a cantar mi canción. Yo paré en seco a dos metros de él y lo escuché recitar:

Cuando en su destino el

doce de espada se quiera interponer

el diez de basto estará para vender...

Al principio pensé que era mi imaginación, pero cuando me giré el hombre de traje morado me estaba mirando fijamente, él sabía quién era, sabía más de mí que yo misma.

-Me da mucho gusto que no te hayas olvidado de ti Nona, querida Minervia.- Me habló, sin dejar de sonreír. Recuerdo que me pareció escalofriante.

No voy a mentir, mi primer instinto fue preguntarle cómo me conocía y corregirle mi nombre. Pero escuchar de nuevo la canción... fue algo inesperado, que bloqueó todas mis otras ideas. Me sentía totalmente a su merced, le hubiese hecho el mismo caso que le haría a las órdenes de mi Nona. Nunca le pregunté cómo la conoció.

El (en aquel momento) extraño, siguió tarareando la canción. Esta vez, caminando delante mio, guiándome a la autopista. Pero antes de que lograra traspasar los portones de la universidad, Eddie, mi novio, me envolvió los hombros con su brazo.

-Acá estas -beso mi mejilla.- Te he buscado por todos lados. tenía miedo de que te hayas olvidado de nuestra noche de películas.

Lo había olvidado.

- No, amor. -Me giré para tenerlo en frente mio y sonríe. Quería mucho a Edie, sobre todo porque él no juzgaba mi mala memoria y fingía no notar cuando mentía.- Te estaba esperando.

-¿Qué te parece si vamos a comer? yo invito. Después podemos ir a mi departamento.

-¿Y si mejor cocinamos? -Le contradije, sabía que él odiaba usar la cocina, odiaba limpiarla.- Yo cocino.

- Claro ¿y yo limpio, verdad? Prefiero unas hamburguesas con papas.- Tomó mi cara y me plantó un beso en los labios. Al final, terminamos comiendo pizza y palomitas, recostados en el viejo futón negro.

Por la noche me costó mucho conciliar el sueño. Cada vez que cerraba los ojos, escuchaba un pitido, como si el viento chocara contra mi cabello. Edie dormía plácidamente, él nunca tenía esos problemas. Me levanté y busqué mi ropa. Si no podía dormir, al menos vería una serie o algo en la tv.

Todo se me hacía absurdo, en los programas de cable había puros evangelistas, el catálogo de películas me parecía insulso, los libros que Edie tenía en su departamento eran todos sobre política. No había nada de mi interés, solo quería dormir, y no podía.

Esa noche no pegue ni un ojo. Porque, encima, cuando por fín había logrado dormirme, soñé con el hombre del estacionamiento. En mi sueño él caminaba delante mío, tarareaba la canción de la Nona. Yo solo lo seguía, no hacía nada más; ni siquiera pensaba en otra cosa que no fuese la canción.

Lo que sigue a continuación está un poco borroso en mis recuerdos, por lo que entendí, mi sueño no era un sueño. De hecho, parte de lo que recuerdo en realidad no fue así, jamás llegué a soñar porque antes de eso ya estaba donde estoy ahora.

Entiendo que esta primera parte es muy confusa, también lo fue para mi. Ahora Aetos me llama, dice que es hora de cenar, pero seguiré escribiendo cuando termine.

Prometo explicarme mejor, concentrarme más en detalles significativos, no irme por las ramas... pero, por favor, sepa disculparme. Esta es la primera vez que escribo y trato de hacerlo lo mejor que puedo. 

Anderclam (infamias de otro mundo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora