Lobos de ojos celeste

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Ni siquiera había abierto del todo los ojos, y ya tenía un pie fuera de la mansión.

Mr.Hummbl me despertó ni bien se aproximaron los primeros rayos de sol, así, según él, tenía más tiempo para alcanzar algún lugar seguro para pasar la noche. Todo lo que necesitaba era confiar en mí y en mis decisiones, cualquier cosa que se me venga a la cabeza me iba a ayudar para llegar a Underclam. Me explicó, que allí sabrían cómo ayudarme, y que encontraría a la persona adecuada para fortalecer mis habilidades.

Desayunamos té juntos, en el gran comedor. Nuevamente me sentí observada; esta vez los cuadros no parecían tan tétricos y las rendijas eran menos pequeñas.

Cada uno se sentó en una punta diferente de la mesa, cuando llegamos, el desayuno ya estaba servido.

- Me temo que no podré acompañarte hoy, querida Minerva -tomó un trozo de fruta y se lo lanzó a la boca.- Me encanta la comida natural, que no necesita que la cocinen -exclamó, para luego bajar el tono.- En realidad, lo que quise decir, es que me gusta la comida no cocinada por la señora Lope,diug.

Me tape la boca cuando solté una risita, intentando disimular. La comida, se asemejaba mucho a la acostumbrada, sus sabores se sentían extraños, pero eran los mismo. Tenían un toque artificial. Después de ese primer encuentro con la cena misteriosa, nunca más volví a ver algodón ni platillos exóticos.

-Tengo una duda Mr.Hummbl.

-Todo el mundo tiene dudas, pero entiendo que te refieres a que quieres hacerme una pregunta. -Tomó un sorbo de té, luego apoyó los codos sobre la mesa y me miró fijamente.- Como no te veré en mucho tiempo, te permito formular lo que tienes en mente.

Me quede callada, pensando cómo no arruinar mis dudas y preguntar algo que abarque la mayor cantidad posible.

- ¿Por qué yo? No, esa no es la pregunta. Lo que quiero decir es que no lo conozco, no sé quién es, no conozco este lugar ni a sus habitantes. Entonces ¿Por qué, entre tantas personas, yo soy la que tiene que luchar? es decir, en mi vida he luchado, no sé disparar, pegar a alguien en la cara, usar una pistola o simplemente un palo. La única vez que le pegué a alguien fue a mi mamá -me aclaré la garganta, borrando esa imagen de mi cabeza.- Y fue la cosa más horrible, y de la que me arrepiento cada día.

-No puedo contestar esa pregunta, Minerva. -Dijo tranquilamente, luego de llevarse un bocado de pan a la boca.- Yo no escribí las leyendas, no predigo cosas ni me dedico a juzgar quién sí y quién no. Bueno, a veces lo hago, pero no lo hice contigo.

Terminamos de desayunar cuando el cielo se aclaró por completo. La señora Lope me preparo un bolso repleto de alimentos y me dio unas monedas doradas. A esas alturas, yo había dado por sentado que mi vida dependía de las locuras de un pueblo sometido a Algo, por lo que esperaban que una tonta adulta joven hiciera algo. Seguía escéptica a la magia y a la supuesta leyendo de la que no sabía nada.

La señora Lope me acompañó a la puerta principal, allí me esperaba Mr.Hummbl;

-Querida Minerva, ha sido un placer alojarte, darte de comer y pagar por tu sesión con la bruja, pero no te preocupes, algún día te cobraré por todos los gastos. -Puso una mano en mi hombro y apretó ligeramente.- Ahora vete, tengo visitar.

-Pero no sé a dónde ir.

-Ya te dije, a donde sea. -Sacó su mano con un movimiento que me tomó por sorpresa e irguió sus hombros, parecía tenso.- Te doy tu tiempo hasta que decidas dónde ir -Sacó de su bolsillo un pequeño reloj de arena.- Cuando el tiempo se termine lo sabré, y si sigues en mi propiedad soltaré a los perros.

La puerta se cerró abruptamente, dejándome sola, con una maleta en una mano y en la otra el mini reloj. Era tan pequeño, que calculé que tendría solo uno o dos minutos para alejarme lo máximo posible.

Anderclam (infamias de otro mundo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora