Néctar, lobo y una ladrona

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Ayer releí las pocas paginas que tengo escritas. Me di cuenta de la poca técnica literata que usé. Podría haber usado otros recursos más interesantes, por ejemplo, contar la historia desde el momento que huimos de Julán, y de allí narrar, por pedazos, los acontecimientos anteriores. Durante los cursos de teoría vi y analicé muchas técnicas y su modo de desarrollo. ¿Debería quemar todo y volver a empezar? desde ya, que escribir esto no tendría sentido si planeo lo otro. Pero mi problema más grande es que ya desarrollé un modelo de lector al que le estoy hablando. Empezar de nuevo, sería descartar a mi primer lector y crear uno nuevo. Claro, coloquialmente hablando, usted sería el mismo, pero en mi cabeza su interés sería otro.

¡Qué difícil es lanzarse a escribir! Ahora entiendo por qué a los escritores le molesta que no valoren o inferioricen su trabajo. Llevo días con dolor de muñeca y aún no empieza lo más interesante. No culpo a nadie más que a mi misma, si pudiera volvería a empezar de una manera más atrayente, con lenguaje técnico y dando todo por sentado, creo que eso se llama naturalidad de lo mágico, no recuerdo.

Siendo sincera, Julán desde el comienzo se me hizo caótico, es complicada su estructuración y sus costumbres. El folklore de la ciudad es realmente salvaje, si no fuese por la administración ardua del grupo regente, Julán sería una ciudad de bárbaros. Dejando eso de lado, el corto plazo que estuvimos allí fue agradable.

Empezando por las habitaciones, muy cómodas. Los primeros días no salimos del edificio de hospedaje. De hecho, casi ni nos vimos en ese tiempo. Comíamos juntos, pero después cada uno se encerraba en su habitación, yo a hacer una lista, él no sé.

Sella vino en tres ocasiones, la primera a darme ropa acorde, la segunda a avisarme que no salga de noche sin compañía, y la tercera para invitarme al festival de Odinse, o como lo llamó ella poco después, la fiesta del néctar. Se ofreció a ayudarme con mi vestuario y no tuve más opción que aceptar. Mientras me bañaba, rebuscó un vestido acorde al festival. Lo que me llamó la atención es el empeño que le podía en vestirme, siento que ella, en las pocas ocasiones que la había visto, siempre llevaba un traje gris y negro. El vestido que escogió era verde, hasta los tobillos y con mangas casi hasta los codos, en los pies, ella quiso calzarme unos zapatos rojos pero yo decidí ponerme unas botas de montaña, esta vez de mi talle, a partir de ese momento, las botas se convirtieron en mi mejor amiga.

Los fiesta parecía estar en su punto más alto cuando llegamos, según Sella, recién comenzaba. No había rastros de Joshua, lo busqué un buen rato hasta que decidí sentarme en la barra. Porque, aunque la fiesta era en la plaza central del pueblo, habían equipado todo el lugar para que imitara el ambiente de un bar gigante. Había postes en todas las esquinas que estaban conectados por una soga de faroles. De los árboles colgaban unas luces muy hermosas y, en medio del predio, una tarima en donde varias personas tocaban unos instrumentos muy llamativos, que su sonido era intrigantemente alegre y al mismo tiempo daba escalofríos.

-Se llama Obá, es un instrumento de percepción.

La joven detrás de la barra dejó un vaso delante mio y me guiñó el ojo.

-¿Disculpa?

-Se nota que no eres de aquí. -se encogió de hombros y señaló la tarima- esos instrumentos que mirabas como boba, se llaman Obá. Solo tienes que soplarlos, no hacen ningún ruido en realidad, cada persona escucha lo que siente en ese momento.

Presté más atención y si, los hombres solo estaban soplando, no tocaban ni movían nada. Pese a eso, había muchas personas bailando bastante coordinado. Supuse, que era por el ambiente.

-¿Qué estás escuchando tú? -le pregunté

-Escucho viento. -Se dio la vuelta y siguió en su trabajo.

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⏰ Última actualización: Apr 26, 2020 ⏰

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Anderclam (infamias de otro mundo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora