No tengo recuerdos del incendio, parece ser que los incendios son mi fuerte, que estoy destinada a ellos, a sobrevivirlos.
La señora de la cantina se acercó a mí con una manta y un vaso, de sabor se parecía al coñac, pero era muy suave en la garganta, casi como el agua. Yo no hablaba, no tenía qué decir, tampoco sabía cómo. El resto de los huéspedes estaban aún soñolientos, intentando buscarle una explicación al fuego. No hubo humo, mi habitación fue la única que sufrió daños, lo único que sobrevivió fueron las monedas.
La primera reacción del dueño fue echarme la culpa de dormir con la salamandra prendida, pero yo la había apagado. También surgió, de una de las voces que murmuraba, que haya sido él. No sabía quién era, pero parecía alguien temerario porque todos se callaron inmediatamente cuando escucharon aquello. Yo, que no sabía cómo salí de la habitación y aún cargaba con el susto, me animé a preguntar. - ¿Quién es él?
La señora de la cantina me miró sorprendida, como si fuese algo muy descabellado no conocer de qué hablan.
Uno de los huéspedes, que tenía a su hija pequeña en brazos, habló entre la multitud.
-Él, señorita, es... -se mordió su labio, como si estuviese a punto de profanar.- Es un ser al que le tenemos respeto, con el que no nos metemos. Sabemos muy poco y es lo mejor. Sale por las noches, genera caos en los campos. Solo una persona lo vio, y quedó tan traumada que desde entonces está internado. -El señor besó a su niña en la frente cuando esta lo abrazo, llena de miedo.
Una joven, vestida con apenas un camisón a los muslos, murmuró.
-También se dice que es una entidad, un demonio. Que puede entrar a donde quiera, hacerse pasar por otra persona.
El chef acaparó toda la atención exhalando de forma exagerada, sonora. Se puso el delantal del uniforme y, desde detrás de la barra, golpeo esta con ambas manos extendidas. -El sol ya salió. -señalo la ventana y, efectivamente, las últimas nubes oscuras estaban desapareciendo, parecía que sería un día nublado.- ¿Qué les parece si preparo café y el desayuno? Cuando vengan las autoridades sabremos qué pasó.
Yo no llegué a saberlo, me fui antes de que el equipo de investigación llegará. Esta vez tome todos los recaudos necesarios, compré comida y un bolso para el viaje, pedí un mapa e indicaciones para llegar a Underclam
pero nadie sabía donde quedaba. La señora de la cantina, me dio instrucciones para preguntar en otra cantina, en otro pueblo no tan lejano. Partí antes de que el clima fresco de la mañana disipara.
La ruta que debía recorrer ya no era de asfalto ni estaba tan bien marcada. Uno de los huéspedes, quien estaba saliendo a caminar, me acompañó hasta la entrada de un bosque.
-Aquí termina mi caminata, -sonrió amablemente.- Tan cuidado con los pozos y no te detengas mucho, el pueblo más cercano queda a unas cuatro horas, pero el cielo anuncia tormenta. Será mejor que llegues y busques un refugio.
Lo agradecí con un gesto de cabeza y me adentre en el bosque.
Había un pequeño camino de tierra marcado, por lo parecían ruedas. Si miraba para adelante parecía un camino seguro y libre, no había árboles que se interpongan. Llevaba unos minutos caminando cuando sentí el sonido de una cascada. Sabía que era mala idea salirme del carril marcado, pero su sonido era muy tranquilizador. Tomé un pequeño atajo hacia la derecha y no tardé más que solo unos metros en toparme con una hermosa cascada. El agua era cristalina, no eran aguas profundas, de hecho se veían perfectamente las piedras del fondo. Había algunos peces, todos muy coloridos, ninguno parecido al otro, y a ninguno jamás visto.
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Anderclam (infamias de otro mundo)
FantasyUna joven de 22 años llena de inseguridades, con dudas sobre el futuro, con problemas en la Universidad. Minerva tiene miedo al fracaso, esta llena de traumas provocados por años de malas decisiones. Su único consuelo es la canción que le cantaba su...