Capítulo 1

11 2 0
                                    

17 de Agosto, 2019

Dos años y dos meses habían pasado desde aquel desastroso día, donde a dos padres se les arrebató lo más importante en sus vidas, el fruto de su amor, aquel pequeño ser que permaneció nueve meses en el vientre de su madre, Cassandra O’Connor, su querido hijo. Dos años habían pasado en los cuales Harold O’Connor, el padre del muchacho, escuchaba los desgarradores sollozos de su amada esposa todas las noches, intentando mantenerse fuerte o intentando expresarle una pisca de esperanza, pero algunas noches esto se le fue imposible por lo que se permitía llorar junto a ella, todo ese sufrimiento solamente por la avaricia de un hombre, del cual hablaremos más adelante.

Los mayores aún mantenían contacto con los mejores amigos de su hijo, ya que estos eran la segunda familia del muchacho, todos sufrían día a día por su desaparición.
Sus corazones dolían al no tener ni la más mínima idea de cómo y donde se encontraba el chico, por suerte no lo sabían, eso podría destrozar hasta lo más profundo de sus almas.

En esos instantes los tres jóvenes se encontraban en la casa de los O’Connor, Leah Evans, Mark Road y Alice Johnson, todos habían recibido el mismo mensaje del señor Harold:

“El Sheriff habló con Cassandra… se encerró en la habitación de Dylan, no sé qué hacer, vengan cuanto antes por favor...”

Por lo que los adolescentes fueron rápidamente en su ayuda al terminar su jornada escolar. Leah fue la primera en golpear levemente la puerta, ella y la devastada madre siempre tuvieron una relación fuerte, la cual se fortaleció luego de la desaparición del menor de los O’Connor, todos sabían que la semana antes del suceso ambos jóvenes estuvieron juntos a casi cada minuto por lo que la mujer en una desesperación total interrogó a la joven de cabellos rizados, preguntando si su hijo mantuvo algún comportamiento fuera de lo normal, si dio algún indicio, si ella sabía algo, a lo que entre lágrimas la menor le confesó su amor por el pecoso, explicándole a la señora O’Connor que en esos días ambos habían confesado su amor el uno por el otro y por ello habían estado juntos. La chica logró acercarse a la madre del joven que había robado su humilde corazón debido al intenso dolor que ambas sentían, las dos mujeres amaban al chico, de distinta manera pero a fin de cuentas lo amaban.

Harold, Mark y Alice esperaban que Leah lograra sacar a la señora Cassandra de la habitación de su hijo, por lo que expectantes observaban cada uno de los movimientos de la chica.

-“Señora..Soy yo, Leah, sé que está molesta porque el Sheriff dijo que era hora de..De cerrar el caso de Dylan pero seguiremos luchando ¿sí? Buscaremos por todos lados hasta encontrarlo..Pero encerrarse en su habitación no hará que vuelva...”

La joven no pudo continuar debido a que ya se encontraba sollozando con fuerza, lo necesitaba, lo extrañaba, lo quería a su lado.
El Sheriff a cargo de la investigación se había comunicado con los jóvenes hace algunos días, les había entregado la noticia a la que tanto temían, no seguirían buscando al pecoso, querían darlo por muerto debido a los años que habían pasado sin tener alguna pista del paradero del muchacho.
Claro está que aquella noticia los destrozó por completo, Leah gritaba y lloraba en medio del instituto, pidiendo que lo encontraran, que siguieran en su búsqueda, que por favor no se rindieran.
Luego de calmar a la chica el uniformado les solicitó si podían ayudarlo a comunicarse con la madre del joven, ya que ésta debía enterarse de lo sucedido, a lo que los chicos le informaron que era mejor que hablase con el señor Harold debido a que Cassandra no soportaría esa devastadora noticia.

“¡Quiero a mi hijo de vuelta, y esos idiotas se rindieron, fueron cobardes y en vez de continuar su búsqueda simplemente pisotearon el recuerdo de Dylan, porque claro, no es su hijo el que se les ha ido! ¿Cómo se atreven a decirme que debo continuar adelante? ¡Hablan como si mi niño estuviera muerto cuando no es así, puedo sentirlo! ¡Ellos no saben lo que es que te arrebaten a tu hijo de tus brazos, quiero a mi bebé de vuelta, joder!”

 
 Experimento #53, un hombre perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora