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Amelia


           Todo había salido perfecto tanto en la reunión de los accionistas como en la rueda de prensa. Jane y Tomás estaban felices y más que satisfechos por cómo había manejado todo en cuestión de tan solo horas, por otro lado, el señor gruñón no tuvo más remedio que decirme que fue un buen trabajo y aunque sé que no fue bajo su propia voluntad no pude evitar poner una gran sonrisa en mi rostro.

Ahí tienes, petardo.

Afuera llovía a cantaros pero aun así no podía evitar no sonreír, haberle cerrado la boca al señor me creo el dueño del mundo me daba una satisfacción increíble aunque estaba muy segura de que esto apenas estaba comenzando, debía estar alerta y preparada.

Luego de pagarle al taxista, baje del auto rápido pues la lluvia aún no se detenía y caía a cantaros.

Al llegar a las grandes puertas de la empresa uno de los porteros la abrió para mí, se lo que agradecí con una sonrisa cortes.

—Creo que le gustas al nuevo.

Es lo primero que dice Susana al verme cruzar las puertas. Ruedo los ojos y camino hacia ella.

—Que exagerada eres. Solo hace su trabajo.

Ahora es su turno de rodar los ojos.

—Me estoy preguntando justo ahora si de verdad tienes ojos en la cara. ¡Mamita ese chico es más vago que mi abuela cuando están pasando su telenovela de las nueve! y desde que te ve te abre las puertas como si fueras la mismitíca reina Isabel.

No puedo evitar no reír con sus ocurrencias. Ella me acompaña.

—Estás loca, será mejor que me vaya antes de que me despidan por tu culpa.

— ¡Ya verás que lo que te estoy diciendo es la verdad! —exclama, la ignoro y sigo caminando solo levanto mi mano y le hago una señal de adiós.

Cuando el elevador se detiene en mi piso respiro de alivio y mirando la hora camino rápido a mi oficina pero me detengo de golpe al ver dos chicos del área de contabilidad entrar hacia mi oficina

¿Qué está pasando?

Al entrar mi respuesta se contesta sola, pues Evans Bradley está sentado en mi silla, con los pies sobre mi escritorio, relajadamente estirado para atrás y sus dos manos descansando detrás de su nuca. Su sonrisa burlona hace que me den ganas de estrangularlo.

Y así es como una mañana hermosa a pesar de la lluvia se convierte es una estúpida película de terror. No hablo y el tampoco, solo le hace una seña a los chicos y comienzan a salir dejando cuatro carritos llenos de papeles en mi oficina.

Dulzura Atormentada  {EN EDICIÓN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora