Esos ojos podrían poner
A mis demonios de rodillas
―Ron Israel.
Tensión, cansancio y un humor de los mil demonios era el aura que rodeaba a Evans Bradley. Miraba hacia la oscuridad desde el gran ventanal detrás del escritorio de su despacho, el cual estaba lleno de papeles que daban la impresión de que caerían como avalancha en cualquier momento.
Físicamente estaba allí pero sus pensamientos yacían revoloteando tal cual pájaro, suspiro, y miró la montañas de papeles que se extendía por todo su escritorio. Tenía mucho trabajo, pero lo que menos quería poner toda su concentración en algo que lo martirizaba cada día.
Estaba tan atareado en el último mes que ni siquiera ponerle el doble de trabajo a su secretaria reducía su estrés o la cantidad de trabajo que cada día se acumulaba. Sus obligaciones habían llegado mucho antes de lo esperado y sí, obligaciones, porque lo último que pensó fue en que se encargaría en el emporio empresarial de su familia, uno por el que los hombres más importantes de su familia lucharon: Su abuelo luego su padre.
Los recuerdos de su padre y Thomas discutiendo porque él debía hacerse cargo de la empresa llegaron presurosos a su cabeza trayendo junto a ellos corrientes de dolor que le marearon por segundos, acarició su sienes en un intento de aligerar el dolor; cada vez que pensaba en esos años los dolores hacían acto de presencia, recordándole el mal que le hacían. Gritos y discusiones se reflejaron, su hermano abandonado la casa cuando ya no pudo más y luego como el ambiente familiar se volvió pesado y sombrío; al poco tiempo, él yéndose también.
La relación de con su padre se deterioró, ya que, Thomas era como un equilibrio entre ambos y cuando él marchó, sintió que no tenía nada que lo uniera a su padre; así qué, cuando la oportunidad de estudiar en otro país llegó, también desertó. Construyó una nueva vida, hizo nuevos amigos e incluso se enamoró.
Pero hoy estaba más que arrepentido, esa nueva vida que creyó crear se convirtió en su mayor calvario.
El sonido de su celular lo derribó de su vuelo mental; buscó rápido entre sus bolsillos, cuando lo tuvo, el nombre que brillaba en la pantalla hizo que tragara saliva con dificultad.
―Hola.
Por un momento no escuchó nada, iba a volver a hablar pero su llanto le interrumpió.
―E-Evans... ellos...
Su llanto no la dejó continuar y el sonido hacía que la desesperación y la angustia crecieran dentro de él.
―Tranquila ¿sí? Ya voy para allá.
Colgó la llamada, tomó las llaves de su auto y su chaqueta haciendo que, por el rápido movimiento algunos papeles cayeran, los ignoró y salió lo más rápido que pudo.
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Dulzura Atormentada {EN EDICIÓN}
RomanceCuando a Amelia se le presenta la oportunidad de dejar atrás su pasado e iniciar una vida nueva, en una nueva ciudad, no la desperdició, ni lo pensó dos veces y tomó un vuelo hacia un nuevo comienzo. Pensó que todo sería como cuando su viejo celu...