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El molesto sonido del teléfono avisando una llamada hizo que diera un respingo y los nervios le atacaron cuando observó que la llamada provenía de su oficina

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El molesto sonido del teléfono avisando una llamada hizo que diera un respingo y los nervios le atacaron cuando observó que la llamada provenía de su oficina. Con las manos temblorosas y sin saber por qué, atendió la llamada.

-¿Sí?- susurro e inmediatamente una sensación extraña recorrió todo su cuerpo. No entendía qué pasaba, pero estaba muy consciente de que no ansiaba verlo, no después de la estupidez que hizo anoche.

Primero se escuchó un carraspeo y luego el sonido agudo de su voz.


-Necesito que pase por mi oficina.

Como otras veces, su voz había sido desinteresada y fría. Con el corazón en la boca contestó y ante de ponerse de pie deseo que viniera un tsunami y se llevara todo a su paso pero luego la culpa la invadió, estaba siendo egoísta y actuando como si no puedo lidiar con lo que había pasado la noche anterior. Era una adulta y aunque se había comportado como una tonta realmente no veía la razón de estar nerviosa o actuar como si había cometido un delito.

Solo estaba viendo problemas donde no los había.

Al salir de su oficina, solo algunas personas se encontraban en sus cubículos, otras simplemente charlaban. Era la hora de almuerzo, pero había decidido saltárselo  para poder terminar todo el trabajo que tenía a tiempo.

Aún sin caminar los pocos metros que la separaban de la puerta y de él decidió que sería bueno tomarse tres respiraciones, como le había recomendado su psiquiatra para cuando se sintiera muy estresada, ansiosa o muy nerviosa.

Y en aquel momento estaba bastante de todas.

Cuando tomó el valor caminó hacia la gran puerta de madera marrón, sus manos temblaban y estaba sudorosas pero aún así, se las arregló para tocar. Cuando escuchó que podía pasar lo hizo pero no sin antes soltar el aire que no sabía que retenía. Caminó hasta estar mas cerca de él pero de inmediato su fragancia le invadió y no pudo evitar preguntarse qué tipo de colonia usaba.

―Aquí estoy, señor Bradley ¿Para qué me necesita?

Dejando de firmar unos papeles, sus ojos turquesa se detuvieron a mirar los azules de ella. Se mantuvieron callados por unos minutos, hasta que Amelia comenzó a sentirse incómoda y Evans lo notara.

―¿Me quiere decir por qué se fue tan tarde anoche? ―fue directo, y Amelia no esperaba aquello y menos aquella pregunta.

¿Acaso le importaba? Quiso atreverse a preguntar, sin embargo, estaba segura de que aquello seguro traería mas problemas

Así que, confundida, explicó ­― Para adelantar trabajo, normalmente no suelo llevarlo a casa.

― ¿Y arriesgar su vida de aquella manera es mejor? ―y aunque no fue su intención junto a la pregunta se le escapó un pequeño toque de burla el cual quiso enmendar con rapidez pero era tarde, aquella mujer era fuego puro y en menos de un segundo aquel fuego parecía querer salir por sus las orejas.

Dulzura Atormentada  {EN EDICIÓN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora