6. Casa

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Llegó rápido a casa, no había demasiado tráfico en la carretera del hospital a su casa. Tampoco había mucho ruido, por lo que decidió ir tarareando una canción y observar a la gente que subía al camión, todas las personas habían vivido en ese pequeño pueblo desde que HeeYoung tenía memoria. Los jóvenes solían decir que una vez que se nacía ahí, estabas destinado a morir ahí mismo. Pocas personas habían salido del pueblo, al menos ella sabía de cinco, después de que se fueron no se volvió a saber de ellos.

La casa parecía más grande, dejó las llaves en la mesa de la entrada sin prestar demasiada atención, casi por reflejó. Parecía que había estado ahí hace mucho tiempo, las paredes blancas lo parecían aún más, el piso se veía casi polvoso. Decidió ir a la cocina para revisar la nevera. Casi todo estaba vencido, solo una fruta había contraído hongos. Debía hacer una limpieza profunda, pronto.

Comenzaba a bajar el sol y con la obscuridad llegó cierto grado de pánico. Nunca había temido a la noche y pensaba en lo ridículo que podía ser que de pronto le diera miedo, con esa idea se pone a prender las luces de la sala.

- Debo ser estúpida- sube a su cuarto por su computadora, va prendiendo y apagando luces mientras regresa y se reprende mentalmente cada que lo hace, no hay nada de qué preocuparse cuando está en casa.

Prende el televisor esperando encontrar algún programa al que no tuviera acceso en el hospital pero no encuentra nada de solo cambiar los canales. Apaga la televisión encontrándose sola entre todo lo que hay en la casa, nunca antes se había dado cuenta de lo grande que era la casa para ella sola. Antes no se sentía tan así porque NamJoon seguía visitandola todo el tiempo, había días dónde incluso se quedaba a dormir.

Quizá debía buscar nuevos amigos, por alguna razón sentía que debía hacerlo, pero no volvería a la escuela. Casi se había graduado, la universidad esperaba por ella pero, se sentía tan pequeña que no tenía sentido apuntarse por el momento. Todos sus planes por salir de la ciudad habían terminado en nada cuando Kim NamJoon dejó de formar parte de los planes.

Camina a la cocina para preparar una taza de té, quizá pueda dormir mejor si se llena la barriga con algo caliente, eso es lo que piensa, aunque muy dentro de ella está segura que eso no va a funcionar. Ni con todos los calmantes del hospital podía conciliar el sueño, siempre se encontraba a si misma pensando en la mirada perdida de NamJoon y en lo genial que la habían pasado en la fiesta de los Choi, ahora tendría que ir a un memorial estúpido para escuchar palabras de personas que no tienen ni la menor idea de lo que ella está sintiendo, que no tienen idea de lo que se siente ser interrogado constantemente por la policía que piensa que HeeYoung se hace la hace tonta mientras ellos intentan conseguir respuestas con esos juegos de policía bueno y malo. Wu y Kim tenían el jueguito bien ensayado, se los habían enseñado en la academia de policía desde que los habían emparejado.

HeeYoung agrega dos sobres de té de manzanilla en su tasa, no le pone azúcar para evitar que ese poco le de un grado de energía indeseable en el propósito de ir a dormir pronto.

* * *

Lejos de la casa de HeeYoung, en el centro de la ciudad, estaba el departamento de soltero del oficial Kim SeokJin, quién se encontraba revisando actas de evidencia sobre el caso de los chicos desaparecidos, tenía fotos de la última vez que habían revisado la cámara, las que había encontrado ese chico de servicio social medio bobo que se reía de todo.

El tercer acompañante misterioso del auto de Kim NamJoon no mostraba la cara, lo único que sabía era que iba en la parte trasera del auto y no se podían ver más que rasgos borrosos en la obscuridad, entre más revisaba la foto, más confuso se volvía la situación.

¿Por qué mentiría la chica? ¿Sabía que estaba mintiendo? Su memoria selectiva quizá no le dejaba ver el rostro de la tercera persona que estaba en el vehículo. La única pieza que podía armar el rompecabezas estaba rota.

El oficial se talla los ojos, está cansado, tiene demasiado en el plato, todo lo que quiere es resolver el caso y dejar esa ciudad para pasar un poco de tiempo en Seúl, de vacaciones. Después de todo este embrollo era lo menos que merecía, unas vacaciones.

Recoge los papeles tratando de acomodar los expedientes como será más fácil revisarlos al día siguiente, con una taza de café humeante y la cabeza menos revuelta. Se levanta del sillón y estira los brazos por encima de la cabeza, no sé había dado cuenta de lo rígido que estaba, le dolía el cuerpo, estaba tenso y tenía unas ganas tremendas de ir a dormir. Apaga las luces de la sala y se dirige a su habitación.

El sonido del teléfono hace que regrese sobre sus pasos, revisa el verificador de llamada una vez antes de contestar.

— ¿Qué pasa oficial Wu?

— Pensé que ya estarías dormido— dice a manera de burla— Si no tienes nada mejor que hacer necesito que traigas tu trasero a la estación—

— ¿Pasó algo?— y cuando lo dice ya se está poniendo los zapatos y cerrando la puerta.

— No tanto como pasar, pero te necesitamos aquí.

— ¿De qué hablas, Wu?

— Encontramos el teléfono celular de la chica, aún funciona, tiene batería y tú sabes lo difícil que es eso.

— Voy en camino. 

 

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