1. Después de la fiesta

255 30 5
                                    

Jamás había sentido algo parecido. No era algo que nadie pudiera desearle a nadie, son demasiado para cualquier persona. Byun HeeYoung despierta entre la tierra con una herida sangrante en la cabeza, oliendo a alcohol y bilis sin poder recordar cómo diablos ha llegado a ese lugar. 

Está desorientada, no logra enfocar bien el camino por el que va, sus zapatos se encuentran desaparecidos, por el momento, y todo el vestido que lleva puesto está lleno de vómito que, prefiere suponer, es el suyo, aunque no hay ninguna certeza. Siente la tierra fría entrar en contacto con los dedos de sus pies provocándole pequeños escalofríos, la tierra está húmeda por las recientes lluvias que han llegado a la ciudad y le cala hasta los huesos la sensación de congelamiento, no sabe dónde está su bolsa con su teléfono y sus identificaciones, no sabe dónde está, no sabe cuánto tiempo lleva en esas vías de tren. 

Nunca le había gustado llorar pero lo hace, se abraza a sí misma buscando consuelo y fallando por sus manos temblorosas. Parece que amanecerá, el cielo comienza a agarrar un tono más claro, se pregunta ¿Qué hora es? ¿Qué día es hoy?

Su cabeza la está matando, tiene sangre seca en el cuello, en el labio inferior, en la nuca y en las manos combinada con tierra. Tiembla al darse cuenta de que la sangre ha pegado más la tierra a sus manos y no importa cuando se rasque, no va a limpiarse.  

Está rogando, a todo en lo que no cree, que esté caminando por algún lugar que conozca, que este sendero me lleve a casa, ¿Cómo pasó esto? No recuerda nada.

— ¿Byun HeeYoung?— ese es su nombre, algo en lo que no había pensado hasta ese momento así que se voltea hacia atrás completamente impresionada, no había escuchado llegar aquella patrulla de policía.

— S...sí— la garganta le pica y le cuesta trabajo sacar ese monosílabo de la boca, parece como si hubiera estado gritando y luego no hubiera hablado durante mucho tiempo.

— Levante las manos por favor, no vamos a hacerle daño— otro policía sale del vehículo, se aproxima a ella con cautela, como si fuera capaz de herirlo.

Una vez que está lo suficientemente cerca le pasa su chamarra por los hombros, casi automáticamente cae y comienza a temblar sin control.

— ¡Se está convulsionando! ¡Tenemos que llevarla al hospital!— siente que sus brazos la rodean y todo se vuelve un poco más borroso. Escucha las sirenas de la patrulla como si estuvieran demasiado lejos, el oficial está en la parte trasera del auto, ha puesto un lápiz en su boca y detenido su cabeza para evitar que se haga daño a sí misma.

— ¿Cómo está?— pregunta el conductor viendo por el retrovisor a su compañero, ambos están preocupados, aunque no tanto por la chica sino por la situación.

— Ya se ha calmado, tenemos que llegar al hospital ahora. 

— Vale— acelera, los vehículos hacen espacio para dejarlos pasar. Es el poder de un vehículo y una sirena.

— ¿Qué tenemos oficial?— pregunta el paramédico de guardia en la sala de urgencias observando a la chica. Hubiera espero todo menos la visión que le dio el policía después de abrir la puerta de atrás.

— Se convulsionó una vez en el camino, ha estado en lapsos inconsciente, muestra signos de deshidratación— dice el que iba detrás. En algún otro momento se habría reservado su comentario pero, había estudiado medicina, la situación ameritaba esos detalles.

— Gracias, oficial. Nos encargaremos— acomodan a la chica en una camilla para llevarla dentro del hospital. Para ese momento ella está inconsciente.

***

La puerta se abre provocándole un mini infarto, es solo el doctor.

AVERNO •BTS•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora