Earned It

31 4 1
                                    

                                                                                              (Lexa)

Mientras me ataba el albornoz, me gire hacia él y le sonreí.

- No tengo ropa limpia para dormir, ¿me prestas algo para ponerme? - le dije mientras lo rodeaba con mis brazos por la espalda.

Estaba realmente guapo con el pelo mojado, le resaltaba su color castaño natural.
Desde luego ese chico me sacaba lo mejor de mí.

Se giro mirándome a los ojos, y agarrando-me de la cintura, me dijo:

- No creo que te haga falta demasiada esta noche, pero tengo ropa para ti en el primer cajón de mi cuarto, allí encontraras camisas y algún pantalón de chándal. -dijo en tono divertido con una mirada curiosa.

-Bueno, si es así, no tardaré en quitármela. -le dije atrevida mientras le daba un beso rápido en la mejilla y salia del baño.

Mientras iba hacia su habitación no me podía sacar de la cabeza todo lo que acababa de pasar.
Yo no era una chica atrevida, pero con él me gustaba ser diferente, quería ser más yo.
No podía dejar de pensar cuando me había hecho tocar las estrellas, nunca nadie me lo había hecho tan bien como lo hizo él, y sus manos creaban arte a su paso.

Abrí la puerta de su habitación, y me quede impresionada al ver lo bonita que era.
Tenia una pared de cristal que daba a la preciosa ciudad iluminada por la noche, y su cama estaba justo en el medio de la habitación con unas bonitas luces de neón decorando el cabecero. Esas luces le daban un aire atrevido y misterioso que me atraía.
En una esquina tenia un enorme vestidor, lleno de camisas y ropa elegante, con unos grandes cajones, donde supuse que era allí donde debería buscar.

Caminé descalza por ella, mientras mis pies tocaban la suave moqueta que llenaba toda la habitación.
Me pare en frente del vestidor y abrí el primer cajón, como me había indicado.
Observe como todas las camisetas de ese cajón estaban perfectamente ordenadas y separadas por colores. No pensé que Liam fuera de esas personas obsesivas del orden, pero ese armario contraponía mi idea.
Agarre una camiseta blanca de uno de los laterales del cajón, con cuidado de no desmontar esa perfecta escala de colores, y me desate el albornoz haciendo que este cayera la suelo, y mi cuerpo quedara bajo las luces de la ciudad.

Me puse la camiseta, y me mire, levantando los brazos y asombrada por lo grande que me iba.
De repente note algo frio bajar por mi espalda, y me acorde que aún tenia el pelo mojado, así que cogí una toalla que tenia en su escritorio, y me envolví el pelo con ella para secarlo, quedando-me así finos mechones.
En ese momento recordé que me faltaban las bragas, y como él, desde luego no tenia, agarre unos pantalones cortos que encontré tirados en su cama y me los puse, aunque pensé que tampoco me durarían mucho tiempo puestos.

Salí de la habitación ya vestida con la camiseta que me llegaba a la altura de los muslos, y los pantalones azul oscuro que me iban bastante ajustados, así que supiese que deberían ser de Emma, su hermana de 15 años.
Apenas la conocía, pero nos llevábamos bien, siempre estaba quedando con sus amigas, así que nos veíamos poco.

Fui al baño para decirle que ya había encontrado la ropa, pero la luz estaba apagada, y no había nadie.

Baje las escaleras hasta la primera planta para ver si estaba en la cocina, y me encontré con todo el salón oscuro, únicamente iluminado por una fina luz que salia de la cocina, y la iluminación de la ciudad que entraba por las enormes ventanas del salón principal.
Fui hacia la cocina, y allí estaba.
Me apoye en la puerta, mientras mis ojos se perdían al ver el chico de mis sueños de espaldas mientras cocinaba algo.

Llevaba puestos unos pantalones de chándal grises, un poco ajustados por la cintura, en donde se le podían ver el inicio de su bóxer negro Calvin Klein. Fui subiendo la mirada, mientras me mordía el labio para contenerme, y no lanzarme de inmediato.

Iba sin camiseta, lo que hacia que se le marcaran todos los detalles de su espalda y se notaran todos los movimientos que hacia.

Podría haber-me quedado horas contemplando-le, pero no creo que pudiese haber aguantado demasiado tiempo más sin tocar-le.

Justo cuando me había decidido a ir hacia él, él se percató de mi presencia, y se giró rápidamente.

Tardo unos segundos a reaccionar, y luego me dijo:

- Ya veo que has encontrado la ropa, y debo decir-te que estás muy sexy así vestida- dijo mientras se acercaba a mí, y me rodeaba el cuerpo con sus brazos dándome un suave beso.

Me encanto ese comentario, y justo cuando le iba a responder, mí cuerpo se quejo de nuevo que tenia hambre. Me puse de puntillas para poder ver por encima de su hombro, y vi que estaba preparando spaghettis, mi plato preferido.

Rápidamente salí de entre sus brazos, y me acerque a los fogones, donde ya veía hacer-se mi cena a fuego lento.

- Gracias a dios que tenias comida por aquí, porque no tenía ningún tipo de ganas de salir a comprar a las nueve de la noche- dije entre risas.

- Bueno, realmente esto lo he encontrado por casualidad, porqué mis padres ya daban por hecho que no teníamos comida.

Agarro la sartén, y sirvió los dos platos con una excelente presentación.

Nos sentamos a cenar en la gigante terraza con magníficas vistas al centro de Manhattan, y con una botella de vino que habíamos cogido de la bodega de su madre sin que se enterase.

Era una cena perfecta, la comida estaba muy buena. Nunca creí que se le diera bien cocinar, pero al parecer había muchas cosas que debía descubrir de él, y lo haría encantada.

Al terminar la cena, nos sentamos en unas hamacas que tenia en la terraza, y nos quedamos allí tumbados a contemplar la preciosa noche, con su luna llena, y sus estrellas brillando con intensidad.

Me acurruque en su pecho, mientras él cogía el móvil, y ponía música. Pero solo en escuchar la primera canción, ya me lanzo una indirecta muy directa de lo que quería hacer.

En su Spotify sonaba la canción "Earned It" de The Weeknd, los dos sabíamos que esa canción no era precisamente para descansar, sino para darle un punto más divertido a la noche, por eso cuando la puso, dejo el móvil y la copa de vino en el suelo, y me miro con ojos de querer algo más de mí.



Sobre todo, locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora