La noche de la candente cita - parte 4

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A R T H I T

Me empujé dentro. No lo hice lentamente, sino rápido, de un empujón. Debía hacerse de este modo.

Mierda, ¡se sentía tan apretado!

—¡A-Ahhhh...! —Jadeó cuando me introduje en él. Me tomó fuerte por el cuerpo, sentí el ardor de sus uñas, rasguñando mi espalda.

Se quedó allí recostado con la boca abierta y los ojos fuertemente cerrados, sin hacer ningún sonido.

—Respira —le dije, cuando me di cuenta de que no había respirado ni una sola vez desde que entré en él. Todo este tiempo esperé moviéndome hasta que pudo acostumbrarse a sentir mi erección dentro de él.

Pero maldita sea, ¡se encogía tan apretado a mi alrededor! Si no dejaba de apretarme y retorcerse, formaría mi nudo en cualquier momento.

—Respira e intenta relajar tus músculos —le ordené esta vez. Usé mi voz de comando, él tenía que escucharme por el bien de ambos.

Exhaló profundamente e inhaló de nuevo. Sentí sus músculos relajarse de forma lenta. Sus manos se extendieron sobre mi espalda, no había más uñas contra mi piel.

Yo también tenía que respirar. Su esencia y su húmeda y apretada calidez que me envolvían era casi demasiado para mí.

—Inhala y exhala mientras vuelvo a entrar —dije.

Retiré mi pene de su túnel caliente hasta que estuvo casi todo fuera y entonces volví a meterlo, más lento esta vez.

—H-Hahh —exhaló él.

Él aún se aferraba a mí, pero ahora estaba más relajado. Su nariz estaba enterrada en mi cuello, inhalando mi olor mientras yo empezaba un ritmo. Lo hice lento. Dos años era mucho tiempo para él.

Él apartó su cabeza de mi cuello y la descansó sobre la almohada, trayendo mi rostro hacia él y posando sus labios en mi boca. Su lengua se abrió paso entre mis labios y jugó con la mía. Fue un beso descuidado con él respirando pesado sobre mi boca.

Luego de unas cuantas embestidas, esas respiraciones pesadas se volvieron gemidos y sus manos tomaron mi trasero, acercándome más a él.

Con mi nariz hice un camino por su pecho y lamí su pezón. El pequeño botoncillo se endureció bajo mi lengua. Lo tomé entre mis dientes y tiré de él con mi pene aún sumergiéndose en su húmeda cavidad.

Santo cielo, ¡se sentía como estar en el paraíso! Nunca me sentí así cuando hacía mi trabajo. Nunca me sentí así nunca, nunca teniendo sexo.

K O N G P O B

Necesidad era la palabra para describir mi emoción. Lo necesitaba tanto dentro de mí.

—Ahhh... —Escuchaba mis propios gemidos mientras su pecaminosa lengua lamía mis sensibles pezones.

Se sentía como un sueño, como si no fuera real. Pero las estocadas que me follaban tan duro contra las sábanas me recordaron que no era para nada un sueño. Se sentía como si sólo esto existiera en este momento del universo. Estos sentimientos.

Estrujé su trasero musculoso mientras se sumergía en mí una y otra vez con su pene duro cubierto por el suave látex. Cada vez que su longitud rozaba aquella zona de nervios, yo me sentía más y más en el límite.

Lo oí gruñir sobre mi oreja y fue tan sexy. Su olor y sus sonidos eran sexys. El sonido que hacía su pene cuando embestía mi agujero empapado una y otra vez era sexy. Él era sexy.

Una noche con el escort alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora