La noche de la candente cita - parte 1

4.6K 454 97
                                    

Kongpob caminaba frente a su ventana.

Ya se había hecho todo lo que se tenía que hacer. Hace dos días, Kongpob había recibido un correo electrónico de la asistente del señor Rojanapat con algunas indicaciones.

Había puesto una capa de plástico debajo de sus sábanas para el desastre mojado que era de esperarse, en la mesa de noche había condones y se había lavado a profundidad.

El omega vio el reloj. Eran casi las 7:30. En 30 minutos, ese chico A. Rojanapat tocaría su puerta para... follarlo hasta la inconsciencia. Y por la forma en que se sentía en este momento, no sabía si sobreviviría otra media hora.

Kongpob gimió con gran incomodidad. Su celo en sí había iniciado esa mañana, pero su punto máximo había comenzado hace una hora. Acababa de tomar una ducha fría, pero el sudor ya volvía a escurrir por su frente.

¿Por qué sólo los omegas debían lidiar con esta agonía? No era justo. El dolor que les causaba el celo. La humillación cuando sentían que los atacaba su primer celo, que por supuesto sucedía siempre en el lugar equivocado. Y así fue como le sucedió a Kongpob, cuando tuvo su primer celo...

Lo recordaba muy bien. Fue en el bachillerato. Por supuesto que tuvo que suceder allí, en esa tarde de viernes en la última hora del día antes de que sonara la campana. Se había sentido un poco enfermo durante el día, pero pensó que era porque iba a resfriarse o algo parecido.

Sucedió durante su clase de inglés. Empezó a sudar y sus mejillas se pusieron rojas. Todos sus compañeros de clase lo podían oler a kilómetros de distancia. Cuando se puso de pie, sus pantalones ya estaban empapados. Casi todo mundo se rio de él, fue horrible.

En ese entonces, él ni siquiera sabía que era un omega. Al parecer tuvo un desarrollo tardío y era el único omega en la familia aparte de su madre. Su padre y sus tres hermanos eran o alfas o betas. Antes de su primer celo, Kongpob siempre pensó en sí mismo como un beta también. Nunca, en un millón de años, ni él ni nadie más esperaba que fuera un omega.

En primer lugar, porque ser un omega masculino era algo muy raro. Y en segundo, porque no tenía ninguna de las características típicas de un omega. No era del tipo parental; no era frágil o débil. Tampoco era de complexión delgada o pequeña.

Cuando se enteró, la noticia le pegó duro. Le causó conflicto por algún tiempo. Lo odiaba. Fue un periodo oscuro en su vida, pero ahora, por fortuna, era feliz. Estaba feliz con su vida y consigo mismo. Había aceptado a su omega interior.

Y, en este momento, también estaba muy caliente...

Su reloj marcaba las 7:50 pm. Se limpió algo de sudor de su frente. Acababa de masturbarse con la esperanza de recibir a su invitado con algo de cordura antes de que su celo lo atacara de nuevo. Se sintió un poco mejor luego del quinto orgasmo del día.

Fue a la cocina para tomar una cerveza fría. Se sintió bien cuando la fresca bebida bajó por su garganta caliente. Sólo cuando terminó su cerveza, el timbre sonó. El sonido hizo que su corazón subiera hasta su garganta y un escalofrío recorriera su cuerpo. De verdad iba a suceder. Ahora mismo...

Oh, cielos.

Caminó hacia la puerta y la abrió con una mano temblorosa.

Allí estaba él, A. Rojanapat, el escort alfa.

 Rojanapat, el escort alfa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Una noche con el escort alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora