Una noche con el escort alfa

La mañana siguiente

Kongpob abrió los ojos. Los rayos solares se colaban entre sus cortinas y se sentían tibios contra su rostro.

Se sentía mejor. Las intensas sensaciones que venían con su celo ya se habían esfumado.

Dos fuertes brazos rodeaban su cuerpo. Arthit seguía allí.

Kongpob se debatió entre qué hacer. ¿Debería despertar al alfa? Era probable que el hombre quisiera ir a casa tan pronto como fuera posible, ¿cierto? Ya que el trabajo ya estaba hecho...

Sin embargo, Kongpob se sentía un poco egoísta, así que volvió a cerrar sus ojos, acurrucándose en el otro y pretendiendo no estar despierto.

Arthit frotó su brazo sobre Kongpob, sosteniéndolo más fuerte entre sus brazos. Se sentía bien.

¿Cuándo fue la última vez que Kongpob estuvo así con alguien más? Abrazándose. Oh, cierto... Nunca.

Nunca había tenido una relación, sólo citas y encuentros de una noche. Incluso tuvo un amigos con derechos en una ocasión, pero por alguna razón esa persona, o él, nunca se quedaron durante la noche. Nunca hubo sentimientos involucrados, y aunque Arthit tampoco tenía sentimientos por él, era bueno fingir un poco.

Se removía contra Arthit, intentando acurrucarse con él cuando de repente olfateó una esencia familiar.

Arthit suspiró.

—Si sigues con lo que estás haciendo, temo que deberé volver a mostrarte mis servicios.

Kongpob pasó saliva cuando escuchó la voz de Arthit y supo que este ya no dormía. Sintió un empujón contra su trasero.

—Oh... —dijo Kongpob.

—Sí —la voz de Arthit sonaba ronca.

La sangre de Kongpob bombeó al miembro de Kongpob y su glándula de olor produjo un aroma que inundó el cuarto al instante.

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K O N G P O B

¿En qué estaba pensando? Sentí el agua tibia deslizarse hacia abajo por mi cuerpo mientras me duchaba. Ya eran las 5 de la tarde del domingo. ¡Arthit había estado aquí por casi 24 horas!

Acabábamos de terminar otra sesión de sexo. No podía creer que él me había tomado de nuevo. Sólo le pagué al hombre hasta las 3 am, pero de todos modos se quedó.

Sentí mi rostro arder cuando pensé en lo de esta mañana. Fue muy diferente a anoche. En la noche estaba en celo, y cuando estoy en celo, no pienso con claridad. No tengo límites, no tengo vergüenza. Sólo quiero llegar al clímax una y otra vez, de forma egoísta y sin importarme el otro. Sólo yo. Ni siquiera hice que Arthit se corriera. Él tuvo que hacer todo por sí mismo.

Pero esta mañana... estaba tan malditamente caliente. También quise complacerlo. Antes de que me hiciera nada, mi cabeza ya estaba bajo las sábanas, tomándolo en mi boca.

El hombre debe pensar tan mal de mí. Cielos, fui tan desvergonzado...

¿Cómo era posible que estuviera tan necesitado luego de tal alocada noche? Se siente como si mi ano fuera a caerse, en serio. Creo que tendré que sentarme en un cojín el resto de la semana. ¿Qué tan grande era el pene de ese hombre?

Salí de mis pensamientos cuando oí un toque a la puerta. Luego de cerrar la llave del agua, dije:

—¿Sí?

—Kongpob, debo irme en diez minutos —habló Arthit desde el otro lado de la puerta.

—De acuerdo, ya salgo.