— Hija, ¿ya bajaste todas las maletas? — me pregunta mi madre al ver que me he quedado parada como tonta viendo todo a mi alrededor.
Al frente de mí hay un edificio viejo de ladrillos rojos, el edificio tiene seis pisos. Dirijo mi mirada a los alrededores de éste y veo que cruzando la calle hay un gran parque, al estilo del parque central de Nueva York, pero en miniatura comparando los tamaños. Todo lo demás alrededor son edificios similares al edificio de ladrillos rojo en el cual voy a vivir desde ahora hasta dentro de unos cuatro o cinco años. Sigo mirando y me doy cuenta de que no todos los demás edificios son con el mismo estilo o tamaño, algunos son más modernos y hay algunas pequeñas casas entre estos.
En el camino del aeropuerto hasta aquí no pude dejar de mirar la diferencia qué hay entre la ciudad de Nueva York y Los Ángeles, hay diferencia desde el clima hasta en la forma en que las personas viajaban. Me había informado un poco sobre esta ciudad a través de internet, pero nada en comparación a cómo lo estoy viendo con mis propios ojos.
Cuando me doy cuenta mi madre y el taxista están bajando mis maletas y me apresuro para ayudarles. Le pagamos al taxista y nos adentramos al edificio. En la recepción no había nadie, así que seguimos caminando en busca de algún elevador o escaleras, mientras caminamos por el pasillo mi mamá me hace la misma pregunta que me ha estado haciendo constantemente desde que le he dado la noticia de mi beca.
—¿Estás segura de tu decisión hija? —Esa es su pregunta, yo solo le sonreí como respuesta.
Desde que me llegó el papel donde me daban la noticia de que me aceptaban la beca para venir a estudiar aquí a la UCLA (La Universidad de California, Los Ángeles), no he dudado ni un segundo. Desde hace tres años he estado necesitando un gran cambio en mi vida y ésta ha sido mi gran oportunidad.
Yo soy Jessica Evans o como mis seres queridos me llaman; Jessy. Soy de Nueva York y he vivido toda mi vida junto con mi madre. De mi padre, bueno pues el realmente no es importante, así que mejor me salto esa parte. Nunca en mi vida había salido de NY hasta ahora, ya que nuestra situación económica no nos ha permitido esos lujos. Tampoco es que seamos muy pobres, es solo que cuando mi padre se fue de casa nos dejó muchísimas deudas y mi madre se ha pasado desde entonces tratando de llegar a fin de mes. Por supuesto yo trabajaba después de clases para ayudarle, pero a pesar de que yo tenía un trabajo de medio tiempo y ella tenía dos trabajos se nos dificultaba pagar todas las deudas para que no nos quitaran la casa. Así que cuando se me presentó la oportunidad de poder salir de Nueva York sabía que no lo podía dejar ir.
El sonido de las puertas del elevador me saca de mis pensamientos y es cuando me doy cuenta de que ya hemos llegado al piso donde se encuentra mi departamento. Camino nerviosa con mi maleta en mano por el pasillo hasta llegar a la puerta del departamento que alquilé por internet para mi estancia aquí en Los Ángeles. Abro la puerta con mis manos temblando y lo primero que veo es una pequeña sala, seguido se encuentra la cocina, no tan grande tampoco y al final de ésta se encuentra una puerta corrediza que al abrirla hay un diminuto balcón, entro de nuevo a la casa y entre la sala y la cocina se encuentra un pequeño pasillo que tiene dos puertas; una de ellas es el baño y la otra es el cuarto, el cual también tiene un pequeño closet.
—¡Me encanta! —le digo a mi madre, quien viene entrando por la puerta del cuarto.
—Bueno cariño para ti que vas a vivir aquí sola y conociéndote seguro que te la vas a pasar encerrada en la biblioteca o en la universidad pues está maravilloso — aseguró con una sonrisa de boca cerrada.
Conozco perfectamente su cara y sé que el departamento no le ha gustado, pero yo estoy tan contenta por esta nueva vida que está a punto de comenzar que lo menos que me importaba ahora mismo era el departamento; además con un poco de pintura y algún que otro arreglo quedará hermoso el lugar.
Son tan solo las nueve de la mañana y el camión con las pocos muebles y adornos que compré por internet no llega hasta la una de la tarde. Así que mientras esperábamos a que llegaran los muebles, nos cambiamos de ropa, por una más cómoda para darle una limpieza extrema al departamento. Sobre las 12:30 llegó el camión y durante la siguiente hora nos dedicamos a subir y acomodar muebles.
—¡Uff, listo! —Exclama mi madre cerrando la puerta principal luego de que se fueran los trabajadores que nos ayudaron con los muebles.
Ya solo nos faltaba terminar de arreglar las cosas pequeñas que quedaban y comprar algunas otras cosas, pero eso ya lo iré haciendo poco a poco, me quedé parada mirando en lo hermoso que había quedado el lugar con la decoración que escogí, definitivamente parecía un lugar diferente al que me encontré en la mañana.
En la sala puse un sofá de tela color gris, con dos cojines amarillos. Al frente de éste puse una mesa pequeña y bajita de madera con un cristal en la parte de arriba y en la pared coloqué el plasma. En la pared que separa la sala de la cocina puse mi amado librero de madera, el cual no tardé más de cinco minutos en llenarlo de mis hermosos libros. En la isla de la cocina puse dos sillas altas. Para terminar, arreglé mi cuarto con una cama grande y una mesa de noche a cada lado de la cama, el escritorio lo coloqué en una esquina y en la pared frente a la cama puse el otro televisor.
—Jessy cariño muero de hambre, ¿Qué te parece si vamos a hacer el mercado? —me dice mi madre una vez que terminamos de ordenar todo lo que nos faltaba.
La miré y fue cuándo me di cuenta de que no habíamos comido nada desde el avión. Con la emoción y lo ocupada que había estado todo el día se me había olvidado hasta comer, fue en ese momento que escuché mis tripas regañarme por no haberla llenado desde hace más de cinco horas.
—Claro mamá, vamos porque yo también muero por comer — suspiré y puse las manos en mi gruñón estómago.
***
Luego de almorzar en un Subway que se encontraba a dos cuadras del edificio, fuimos a hacer las compras del mercado. Ya estábamos de vuelta en el edificio y mientras subíamos por el elevador hablaba con mi preocupada madre la cual aún me trataba como si fuera una beba recién nacida la cual podrían dañar con solo un apretón.
—Mamá, sé que no te gusta la idea de que estemos separadas y sobre todo en diferentes lugares, pero sabes que necesitaba irme de Nueva York, cambiar de aires y sobre todo sabes que ésta es una gran oportunidad para mí y para mis estudios — le dije con intención de que viera mi punto de vista, cosa que he estado intentado hacerle ver desde hace tres meses.
— Lo sé cariño y sobre todo sé que tengo que dejar que tú tomes tus propias decisiones — suspiró y siguió hablando — eres mi pequeña y eso no va a cambiar nunca y por eso es que me preocupo. Además, nunca habíamos estado separadas y sé que te voy a necesitar tanto o más que tú a mí. Pero son tus estudios y sé que vas a salir adelante como la chica fuerte que eres — me dijo y me regaló una hermosa sonrisa.
— Te quiero mami — le digo pegándome a ella y acurrucándome en su pecho como pude, ya que al tener las manos llenas de bolsas no la podía abrazar como quería.
— Y yo a ti — dice, para luego salir del elevador antes que yo.
Cuando estaba saliendo mi teléfono sonó indicando la llegada de una llamada y mientras trataba de cogerlo de adentro de mi cartera hacía malabares para no soltar las bolsas. Cuando de pronto siento el impacto de algo, mejor dicho, de alguien chocando conmigo; y así es como termino en el piso con todas las bolsas del mercado en el piso y todas las compras regadas por el pasillo.
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Hola, chicas y chicos
Aquí les dejo el primer capítulo, un poco corto lo sé, pero prometo que el segundo será más largo. ¡Espero que lo hayan disfrutado y no se olviden de dejar sus votos y comentarios!
Besos
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Tú me cambiaste la VIDA
Romance"Levantarse de una caída no significa que no podamos volver a caer" Mi objetivo con esta historia es llegar al corazón de todos sus lectores, y espero poder lograrlo.