El ruido de la insoportable alarma me hizo despertar de repente haciéndome caer de la cama. Me levanté con pereza del piso y fui directo al baño para darme una relajante ducha. Hoy es lunes, el primer día de universidad y estaba muy nerviosa para ser sincera, iba a enfrentarme a un mundo nuevo y desconocido para mí y sobre todo en una ciudad que prácticamente no conocía. Solo le rezaba a dios mentalmente a cada segundo para que todo saliera bien hoy. Al salir del baño me puse un short de mezclilla negro, una blusa mangas largas blanca y mis converses blancos también. Ya vestida y con una coleta alta como peinado me dispuse a maquillarme un poco ya que aún se veía un poco el moretón de mi cachete. Ya lista revisé que todo lo que utilizaría hoy en clases estuviera en mi bolso y salí de casa con los audífonos puestos con dirección a un Starbucks para tomarme un café y luego ponerme en marcha hacia la universidad.
Caminaba por la entrada de la universidad viendo como los profesores y jóvenes caminaban de un lado a otro o se acercaban para saludarse. Yo entré con dirección al área oeste del campus que era donde me iban a impartir todas las clases y para eso tenía que pasar por la cancha de fútbol americano. Todo eso lo sabía gracias a la amable secretaria de la directora que cuando viene a firmar los papeles que me faltaban y recoger mi horario me dio un tour por el área donde iba a estar moviéndome diariamente. Caminaba por el medio de la cancha cuando siento que alguien me da una fuerte nalgada, me giro furiosa y le doy una cachetada con toda la fuerza de mi mano al chico que estaba detrás de mí, él me miró frotándose la mejilla.
— ¿Que mierda te pasa idiota? — Le grité — ¿Como te atreves?
— Oye lo siento, pensaba que eras otra persona —dijo poniendo sus manos delante en forma de defensa.
— Pues para la otra te fijas bien primero idiota — le volví a gritar y caminé rápidamente hasta la clase de inglés ya que, aunque esté estudiando una carrera igual tengo que coger los créditos de otras clases, a partir del tercer año es que comienzo a dar todas las clases de la carrera, mientras; solo doy dos clases.
La primera clase pasó rápido, ya que comenzamos a hablar sobre nuestros libros favoritos y entre el tema se fue la hora, no sin antes de que la profesora nos dejara como tarea hacer un resumen de tres páginas sobre el tema de clases. Lo siguiente que tenía era una conferencia para estudiantes de psicología en donde venían diferentes psicólogos a contarnos anécdotas personales sobre la carrera. Entré al auditorio y me senté en una de las filas del medio, saqué una libreta para tomar apuntes y esperé a que comenzara.
— Hola — Saludó alguien a mi lado, giré mi cabeza para ver quién era y resultó ser un chico. — ¿Está ocupado? — preguntó señalando el asiento de mi lado derecho.
—Hola, no está ocupado — dije quitando mi bolso del medio para darle espacio para que pusiera sus cosas.
Miré discretamente al chico, era de piel blanca, su pelo negro como si estuviera acabado de teñirlo peinado hacia arriba, tiene los ojos verdes y la nariz fina. Es de cuerpo delgado y tal vez sea de mi estatura o unos centímetros más alto.
— Soy Ángel — dijo girándose en mi dirección y estirando su brazo en forma de saludo.
— Jessy — contesté a su saludo — encantada — le dije con una sonrisa que él respondió.
— Buenos días jóvenes, mi nombre es Alfredo Marqués — dijo el licenciado entrando al auditorio y poniendo sus cosas personales sobre una pequeña mesa. Se sentó en la silla y miró hacia nosotros — soy el psicólogo que les va a estar hablando durante esta semana y para comenzar la clase quiero que me digan una frase de algún psicólogo que conozcan que esté relacionado con la carrera.
Muchos comenzaron a contestar mientras yo escribí en mi cuaderno una de las primeras frases que vi cuando comencé con mi búsqueda de información sobre la psicología.
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Tú me cambiaste la VIDA
Romance"Levantarse de una caída no significa que no podamos volver a caer" Mi objetivo con esta historia es llegar al corazón de todos sus lectores, y espero poder lograrlo.