3. Ánima especial

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No lo entendía. Simplemente no lo entendía.

No comprendía porque se acercaba, porque parecía cómodo con su presencia, porqué le sonreía de esa manera, porque lo trataba como si fueran amigos de toda la existencia. Sobre todo, no entendía porque esa luz que irradiaba le atraía tanto e incitaba a querer tocarlo, cuando la última vez, no salió del todo bien.

Miró hacia atrás por un momento, mientras que esa ánima tan pura que estaba frente a él se encontraba ocupado intentando procesar lo que le había explicado. Se había dado cuenta desde el principio de la presencia de ellos; visualizó al bebé de antes, y, a, como le solía decir, la llama. Ladeó un poco la cabeza al ver como llama atrapaba al alma más pequeña en un abrazo mientras se reía pataleando, los dos estaban en el suelo. Devolvió la vista al frente, poniendo los ojos en blanco y dando un suspiro.

Lo observó a él, a los bordes azules tan claros que casi se confundían con el entorno. El alborotado cabello con ondas que se movía de lado a lado, como si no hubiese gravedad, mientras parecía concentrado releyendo las líneas que había intentado explicarle con paciencia y timidez. Los iris que tenían una mezcla entre el amarillo y el verde que tiraban hacia lo frío le dejaba saber que estaba confundido, tal vez incluso estresado o frustrado. A pesar de eso, eran tan diferentes a los suyos, porque donde él tenía ojos de un azul tranquilizante casi siempre, los propios reflejaban un azul más oscuro, con pequeñas partes mezcladas con un morado opaco, el color podía variar, pero casi siempre eran esos los dominantes.

Cuando alzó la vista hacia a él y sonrió, bajó la mirada; decidiendo que no le observaría tanto de ahora en adelante. Tenía esos pensamientos tan incrustados en su mente, que deshacerse de ellos era algo que dejó de intentar hace mucho, y en parte era porque la mayoría del tiempo estaba solo.

Negó con la cabeza, cerrando los ojos. Las emociones al acechó, aquellas que sentía con más fuerza que los demás. Abrió los ojos sorprendido, asustado, y se echó hacia atrás al notar que él se había acercado en ese corto tiempo, había puesto un dedo en su frente; haciendo presión y ladeado la cabeza mientras le observaba. El contacto no duró mucho tiempo.

De repente sintió que no podía mirarlo a la cara y que sus mejillas ardían, por la vergüenza, miró hacia otro lado, cohibido. Gracias a que no le veía, cayó hacia atrás sorprendido; la sonriente ánima sin algo malo en él se había abalanzado, haciendo que su espalda tocara el suelo en un golpe sordo. Frunció el ceño al sentir una vibración en su pecho; él se estaba riendo.

Sus cejas se juntaron aún más, si tuviera un corazón, sabía que estaría latiendo demasiado rápido, y que él podría oírlo por como estaba. Los pensamientos que invadieron su mente le hicieron sentir inquieto, ansioso, y muchas otras emocionas en las que no pudo detenerse a pensar porque la vibración ya no estaba sobre su pecho. Miró a un lado, sin molestarse levantarse.

Se estaba agarrando su estómago, mientras reía tanto que no podía ver el color de sus iris para saber que emoción era la que lo dominaba. Intentó irse hacia un lado para alejarse cuando él abrió sus ojos y giró hasta quedar cerca. Las comisuras de sus labios se estiraron en una sonrisa, la alma mayor estaba apoyando la barbilla en su hombro, así que se quedó mirando sus ojos y lo resplandecientes que eran, sintiéndose atraído por el brillo que podía ver en ellos.

Sintió la necesidad de tragar, pero no había saliva en su boca, así que se limitó a devolverle la mirada nervioso y algo tímido. Ni siquiera sabía cuánto tiempo se estuvieron mirando, pero decidió que ya había sido suficiente, así que le hizo un gesto para que se apartara. El más viejo cumplió con un puchero adornando sus labios, avanzando de rodillas hacia el lugar donde había estado antes de que decidiera tumbarlo.

Compañero de alma [SeungChan/ChanSeung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora