5. Humano terco

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Abrió la boca para bostezar, aclarando su vista antes de regresar su mirada al libro. Pensando en que tal vez no debió de terminar tan pronto las evaluaciones que asignó el profesor, pero estar tanto tiempo en el aula con el constante ruido que emitían sus compañeros era algo que le irritaba con facilidad, y junto con sus olores, podían llegar a darle dolor de cabeza.

El parpado superior de unió con el inferior cuando parpadeo varias veces al sentir un particular olor a té verde. Alzó la vista para ver por los pasillos, entre los libreros, y como creyó, un tranquilo Chan se estaba acercando a él con varios libros en manos.

Frunció el ceño al ver que su bonito cabello castaño estaba liso, y no con las ondas que le había encantado cuando las descubrió. Aunque así también podía decir que daba una apariencia de no ser de ese mundo, se le quedó mirando. Se perdió tanto en sus pensamientos que cuando los libros impactaron contra la mesa, casi se cae de la silla por estar reclinado en ella.

—Prometiste ayudarme —Le miró directo a los ojos—, así que, vengo por mis lecciones.

Dejó el libro con tapa roja a un lado, dejando en la página un marca libros para no perderse en su lectura, aceptando el desafío que veía en los ojos del beta —Bienvenido sea a mi humilde rincón, señor ricitos.

Pudo ver en sus iris azules un pequeño destello de enojo, que logró disimular bastante bien, y que si no le prestara tanta atención, lo habría pasado por alto. Tuvieron una ligera guerra de miradas antes de que el beta se sentara frente a él con una pequeña sonrisa apareciendo en sus labios.

—Gracias por recibirme, cachorrito. —Seung Min frunció el ceño casi de inmediato, sintiendo que sus mejillas se volvían rosas.

—¿Cómo sabe de ese apodo? —preguntó con un tono casi alarmado. Se inclinó hacia adelante para caer de nuevo sobre las cuatro patas de la silla.

Chan, en cambio, apoyó su peso en el respaldo de la silla —Tus amigos hacen mucho ruido, pequeño. —Se encogió de hombros mientras tomaba una de sus libretas y un lápiz.

—Ah, si es usted el que me dice así, no me molesta. —Tomó la libreta de la mano de Chan con rapidez y la giró hacia a él para ver los temas que le había dado el profesor.

Olor a té azul llegó a su nariz, así que alzó la vista y le observó —¿Acaso estás coqueteando conmigo? —Sonrió por lo directo que era el beta, relamiendo sus labios por los nervios.

—Creo que lo hago desde que nos conocimos —respondió, y el olor de volvió un poco más fuerte. Su sonrisa se extendió mientras leía los textos escritos.

El castaño cubrió su rostro con las manos, y se fijó en lo pequeñas que eran, algo que le pareció curioso y algo que recordar. Aunque gracias a la camisa de mangas cortas podía ver el trayecto de sus marcadas venas que casi se queda mirando, siendo una combinación bonita. Regresó la vista al libro, haciendo un esfuerzo porque su olor no traicionara sus pensamientos.

—Se supone que eres una persona tranquila. Jamás imagine que serías así de descarado —dijo Chan entre murmullos con su rostro aún cubierto. Seung Min pasó la página entre pequeñas risas que marcaban sus pómulos.

—Si le hace sentir mejor, yo tampoco sabía que podía ser así. —Terminó de leer el contenido y dejó la libreta a un lado, en ese momento, Chan le miró. El olor se había vuelto más suave, pero seguía reconociendo que era té azul—. Antes de empezar, quería que me dejara tocar sus ricitos —Infló sus mejillas a propósito—, pero no los tiene.

Compañero de alma [SeungChan/ChanSeung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora