Capitulo 8

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    -Luego de salir de clases, Amelia presumió con sus amigas el hermoso ramo de girasoles.

Caminando juntos hacia el parque, Amelia me llevó por un camino entre los arbustos que daba con el mirador de la ciudad, un hermoso lugar que tenía a su vez varias zonas con un mirador individual, bastante peculiar.

Amelia—Ven por aquí— me llevó al lugar más apartado.

Andrey—No has dejado de sonreír en todo el día ¿Lo has notado?

Amelia —Digamos que se lo debo a alguien.

Andrey—¿Al señor Girasoles?

Nos sentamos en un banco de madera, observando la ciudad desde la elevada altura de la montaña.

Amelia—A ti.

Se giró para mirarme en silencio, como quien admira mi simpleza y lo detallista que soy. Duramos algunos segundos en silencio, hasta que mis manos se colocaron en sus mejillas y la acerque a mi para besarla suavemente, ella por su lado correspondió mi beso y lo alargó aún más,  de la manera que lograba enloquecerme, envolviendo mis labios con los suyos, todo a la velocidad correcta, como sí ella tuviese todo el control de mi.

Andrey—Amelia...—le separé de mi lentamente.

Amelia—¿Qué ocurre Andrey?

Andrey—Estos días que hemos estado juntos me he dado cuenta que eres jodidamente atractiva, me gustas.

Amelia—¿Te gusto yo o mis cualidades?

Andrey—Ambas, pues aún podría dedicarte versos enteros para describir todo lo que siento por ti cada que beso tus labios. Pero quedaría muy corto al intentar describir la plácida sensación de bienestar que me proporcionas.

Sonreímos tímidamente, estuvo totalmente en blanco, mi comentario pareció sorprenderle más de lo que esperé.

Amelia—En serio, te quiero, demasiado como para dejarte ir.

Sonreí plácidamente, sus mejillas estaban tan sonrojadas que parecían impartir vergüenza y aceptación.

Amelia–¿Qué harás hoy en la noche, Andrey?

Andrey–Pues, estoy ocupado, tengo que terminar trabajos.

Amelia–Deberíamos salir.

Andrey—Tendrá que ser mañana, mi Amelia.

Amelia—Perfecto, aprovecharé para visitar a Elena hoy.

Manteniendo una expresión seria, me quedé mirando a un lateral de la montaña, tal vez mostrando amargura.

Amelia—Vamos, quita esa cara.
Resoplando le miré alzando la ceja.

Queriendo cambiar mi ánimo se acercó a mi para besarme.

Andrey—Detente...–dije entre besos, sin aún querer separarse de mi.

Amelia–Quiero que me obligue.

Subiendo mi mano diestra por su cuello, le apreté con fuerza, con esperanza de que se detuviera, sin embargo, logré una acción opuesta a lo que esperaba. Amelia se subió sobre mis piernas, sus voluminosos glúteos estaban sobre mi regazo.

Andrey—Amelia...

Amelia—Dime, Andrey—me respondió en tono pícaro.

Andrey—Me encantas.

Deslizo mi mano por su espalda, le dejo caer hasta sus glúteos, apretándolas, les acercó a mi. Entre tantos besos, teníamos ese constante deseo de tenernos más cerca.

Andrey–Amelia...estamos en un lugar público.

Amelia—Sí...

Se apartó de mi y se sentó a a mi lado, comenzó a hablarme.

Amelia—Y...Andrey ¿Qué harás luego que termines la universidad?

Andrey—probablemente viaje a Estados Unidos o algún país que me proporcione apoyo y estabilidad económica.

Amelia–No eres muy nacionalista, me sorprende. Yo soy de USA, tal vez podamos un día estar juntos nuevamente en mi nación.

Andrey—No soy ruso nativo, mi madre era latina.

Amelia—Eso explica tu segundo apellido.

Andrey—¿Cómo lo sabes?

Amelia—Sí te lo digo, perdería la esencia, quiero ser malvada contigo.

Andrey–Bien, se todo lo que quieras conmigo, algún día todas mis dudas serán resueltas te acordarás de mí.

Amelia—Solo sé lo que muy pocos conocen sobre ti; Vienes de un lugar de bajos recursos, que no tienes algún familiar vivo y que haz pasado toda tu vida siendo tu propio ejemplo de hombre.

Andrey.–Acertaste, me tienes más que anonadado.

Amelia.—Eres un chico increíble. Andrey, no cualquiera surge como tú.

Andrey—Supongo, pero no quiero hablar de mi, mejor dime ¿Qué harás tu cuando salgas de la universidad?

Amelia—Volveré mi país de origen,  trabajaré en lo que me gusta, extenderé mis conocimientos.

Andrey–Me encanta, corto conciso y simple.

Amelia–Sí...

Andrey—Bien, tu ya sabes lo que ocultaba, supongo que me deberás contar que no sólo estas aquí para estudiar ¿O me equivoco?

Amelia—Pues, no...también tengo algo que me une a este lugar.

Andrey–¿Qué es, señorita Amelia?

Amelia—Algún día te lo mostraré.

Andrey—Bien, me parece justo.

Amelia—¿Tu por qué estas aquí?

Andrey—No suelo decir esto muy seguido, realmente soy muy cerrado con mis temas. Durante mi estancia en la ciudad donde provengo, mis padres fueron asesinados tuve que huir de ahí, me vine a Kiev donde con mucho esfuerzo y trabajo logre lo poco que tengo. Un señor, del que te he hablado muchas veces, el Señor T, me acogió en su casa y me impulsó a ser la gran persona que soy.

Amelia.—Una historia motivadora, eres un ejemplo a seguir, me parece muy interesante.

Andrey–No es nada, conozco personas mucho mejores.

Amelia–Sí, eso creo.

Andrey–Bien...ha sido un gusto hablar contigo, pero tengo que ir a la residencia.

Amelia–Vale, iré contigo tengo que verme con Elena.

Nos levantamos de allí, Amelia me tomó de la mano y  caminamos a la residencia.

Amelia, una chica para enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora