Capítulo 1

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Eren Ateş

Le habían dicho sería algo fácil, no habría nadie en la mansión, entrar y salir, para cuando alguien se diera cuenta de que faltaba algo se habría vendido o intercambio por algo más. Eren pensaba que sería el último robo, que esa vida por fin acabaría, llevaba demasiados años metido en esa mierda y por fin acabaría. Dispuso todo, aparco el coche lejos de la mansión, e hizo el resto del camino a pie, le habían dicho exactamente por dónde debía entrar y desactivar la alarma y el sistema de cámaras de vigilancia, y si, fue tan sencillo que le dio vergüenza y soltó una risa burlona. El balcón de una de las habitaciones estaba abierto de par en par, parecía una invitación a entrar en la casa, pensó que esa noche se acostaría temprano, nada mal, que chollo de robo decía en su fuero interno.

Azize Şahin

Sus padres estaban en la casa de las montañas y el servicio tampoco estaba, esa semana se la habían concedido libre, se lo tenían más que ganado, y tampoco había ni un guarda de seguridad, se supone que no había nadie a quien proteger, con la alarma y las cámaras bastaría. Había vuelto antes del viaje desastroso con su ahora ex novio, no quería volver a saber nada de ese cerdo, solo quería olvidar todo y seguir con su vida, no sería muy complicado, en su cabeza sabía perfectamente que esa relación no iba a ninguna parte, no quería seguir pensando en eso, así que se dio una ducha y se puso el pijama. Bajo a la cocina y allí se sirvió una copa de la que solo tomó un sorbo y después tiró el resto por el desagüe, cogió un vaso de agua y se dirigió a su habitación, hacía demasiada calor para ser primavera, por eso había dejado el balcón abierto cuando llegó a casa, para que el aire fresco inundara la habitación. Así que subió las escaleras dispuesta a acostarse, cruzó la puerta de la habitación y cerró, al girarse lo que encontró la dejó petrificada y sin aliento.

Eren Ateş

Se quedó congelado, se supone que no habría nadie en la casa, que hacía esa chica aquí? entró en pánico, pero no lo reflejo en su actitud, la chica estaba asustada, se podía ver tanto en su expresión facial como corporal, no habló, solo se acercó lentamente a ella, pero ella no daba signos de que pudiera moverse aún, cuando la chica fue capaz de reaccionar él ya se encontraba a un escaso metro y medio de ella que recorrió en un segundo, a ella no le dio tiempo a gritar, el vaso de agua cayó al suelo, le aprisionó los brazos y le tapó la boca, le dijo que no gritará, que no le haría daño, que solo se iría tal como había llegado, le repitió que no le haría daño, no había espacio entre ellos, pudo ver todas sus facciones al detalle, ojos grande y rajados, largas pestañas, nariz pequeña y respingona y labios prácticamente dibujados, pelo largo y castaño oscuro por lo que podía ver con la poca luz que había, era alta, pero no demasiado, esbelta pero no demasiado delgada. No sabía que hacía sopesando aquello en ese momento, pero antes de que ella pudiera reaccionar siquiera se dio la vuelta y corrió todo lo rápido que pudo para escapar de esa casa con el rostro de la chica grabado en la cabeza.

Azize Şahin

Se había quedado con la espalda pegada a la puerta, sin poder moverse del miedo que la recorría, un hombre encapuchado de al menos 1'90 cm, hombros anchos y apariencia intimidante se encontraba en medio de su habitación mirándola a través del pasamontañas y una capucha, no sabe cuánto tiempo se miraron el uno al otro sin moverse ni reaccionar, pero él de repente acortó poco a poco la distancia entre los dos y cuando ella quiso gritar y moverse era tarde. El vaso cayó al suelo, él la tenía sujeta por ambos brazos con una mano y la boca tapada con la otra, su corazón se aceleró, pensó en lo peor que podría suceder en esa situación y de solo pensar en ello tuvo ganas de vomitar, entonces el encapuchado habló mirándola a los ojos y le dijo "no te haré daño, no grites, me iré igual que he llegado, no te voy a hacer ningún daño", ella solo podía verle los ojos en la oscuridad de la habitación, parecían castaños, no estaba segura, no había apenas luz, solo la que entraba por el balcón e iluminaba solo la espalda del encapuchado, estaba tan cerca que podía notar su respiración, su aliento, diría que incluso sus latidos, pero pensó que era el miedo que sentía, de repente sin tiempo de reaccionar el encapuchado salió corriendo y desapareció en escasos segundos de su vista. Jamás podría olvidar aquella noche.

AzizlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora