06;; final.

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A Kyle le había costado la vida explicarle a su hijo todo lo que había pasado con su madre

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A Kyle le había costado la vida explicarle a su hijo todo lo que había pasado con su madre. Nunca había pensado que tendría que pasar por una situación así, pero allí estaba.

— ¿Ha sido por Cartman?

La sangre del pelirrojo se heló por segundos. ¿Había escuchado bien o estaba teniendo alucinaciones por el estrés? Seguro que se trataba de la segunda. Era imposible que su hijo supiera quién era Cartman, o que supiera de la existencia de sus cartas. Era una locura simplemente imposible.

— No te enfades, —comenzó a hablar Asher, al ver la expresión sorprendida de su padre.— pero encontré las cartas. El día que fuiste a por la araña que estaba en mi habitación. Y... Le pedí ayuda al tío Ike.

— Asher, ¿Cuántas veces te he dicho que no mires las cosas de los demás?

El pequeño rubio hizo un puchero. Su padre iba a agradecerle lo que había hecho por él, tan seguro como que su nombre era Asher Broflovski.

— El tío Ike me acompañó a hablar con Cartman. —La expresión de sorpresa de Kyle era tan exagerada que su mandíbula podría dislocarse.— Y le convencí para que hablara contigo.

Kyle tenía una mezcla letal de emociones en su interior. Por parte, sentía que Asher había madurado demasiado rápido, pero por otro lado tenía miedo de enfrentarse a Cartman cara a cara. Nunca se había esperado tener que volver a verle, estaba siendo todo demasiado irreal.

— No me queda otra opción, ¿Verdad?

— ¡Nop!

Kyle sintió que Asher sería un gran hombre algún día. Pero en ese momento, solo era un niño demasiado perspicaz.

Kyle había llamado a Ike justo después de la conversación con su hijo

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Kyle había llamado a Ike justo después de la conversación con su hijo. Había hablado con él sobre todo el tema de las cartas —Kyle decidió no volver a confiar en su hermano ni en su hijo, nunca más— y habían decidido ir a la casa de Cartman. Bastante en contra de la voluntad del Broflovski mayor, pero era la decisión final.

— Vamos hermanito, va a salir bien.

Ike sonaba tan seguro de sus palabras que le daba miedo. Realmente, ¿Qué sentía Kyle por Cartman? Le había gustado en el instituto pero, ahora... Era una tontería. Aunque su corazón estuviera latiendo como loco, como si llevara años esperando para que llegara el reencuentro. Cómo si su alma suplicara por la del joven heterocromático. Era una completa locura.

— Papá, ¿Puedo ir a ver a mamá después?

— Claro, no hay problema.

Kyle seguía sorprendido por la facilidad con la cuál Asher había aceptado la ruptura de sus padres. Quizás ya lo veía venir, mucho antes que Kyle.

— De hecho, —soltó Ike— ahora dejamos a tu padre con Cartman y yo te llevo con tu madre, ¿Sí, Ash?

El canadiense miró a su hermano. Fue ahí cuando Kyle deseó con todas sus fuerzas que sus padres jamás hubieran adoptado a aquel pequeño imbécil.

— Ike, patada al bebé.

— Ya no soy un crío, y te estoy haciendo un favor.

Kyle no se había dado cuenta, pero Ike había aparcado el coche hace un rato. El adoptado le dió un pequeño golpe en la frente al pelirrojo, devolviéndolo a la realidad.

— ¿Ves esa casa verde? Pues ahí está tu amorcito.

Kyle suspiró. Tenía cierta esperanza de que todo fuera un sueño; pero de la misma forma, si era un sueño, no quería despertar jamás. Se sentía tan confudido que juraría que el mundo estaba dando vueltas bajo sus pies. ¡Ni que tuviera quince años, que ridículo!

Una vez llegó a la puerta de la casa, titubeó. Quiso volver corriendo al coche, solo para darse cuenta de que ya se habían ido, dejándole sin opción. Bueno, no, podía volver caminando a casa. Pero por algún motivo quería tocar el timbre. Quería que Cartman saliera por esa puerta, hablar con él y... Ni siquiera Kyle sabía que era lo que haría cuando le viera.
Como si sus manos hubieran sido creadas para ese momento, presionó el timbre. Su corazón dió un violento vuelco al escuchar el sonido de las pisadas tras la puerta; y cuando esta se abrió, Kyle juró que podría haberse desmayado sin problema.

Era Cartman. No había ninguna duda de ello. Tenía sus característicos ojos; el izquierdo azul, el derecho marrón. A Kyle le sorprendió ver que, con el tiempo, había bajado algo de peso; y aún así, sus mejillas sonrosadas seguían siendo regordetas, como cuando eran pequeños.

— ¿Kyle?

La voz de Eric sonaba temblorosa, a punto de quebrarse como las más fina porcelana en manos equivocadas.

— Creo que tenemos mucho de qué hablar, ¿No? —Respondió el pelirrojo intentando mantener la calma.—

Cartman asintió y le invitó a pasar. A Kyle le resultaba extraño ver la tranquilidad con la que se comportaba Cartman. El antiguo Cartman ya habría hecho mil y una bromas sobre su religión, o cualquier pequeña cosa sobre él que le hubiera parecido cómica. Pero ese Cartman... Parecía más centrado. Quizás había madurado. Quizás realmente había cambiado, y lo de las cartas no era una broma pesada como las que hacía el antiguo Cartman.

— Perdón. Sé que tú nunca vas a sentir lo mismo por mi, pero necesitaba sacarme el peso de encima, ¿Sabes?

— Sabes, cuando éramos adolescentes me gustabas.

— Te gustaba. Lo has dicho en pasado.

— Lo he dicho en pasado, sí. Pero fíjate, que aún así —Kyle tomó una de las manos de Cartman y la posó sobre su pecho, a la altura de su corazón. Aquel toque, a pesar de estar cubierto por ropa, se sintió como si quemara.— mi corazon parece que va a salirse en cualquier momento.

Sonrieron. Kyle siempre había encontrado maldad en aquella sonrisa, y quizás en ese momento lo surrealista de la situación le hacía delirar, pero juraría que era la primera vez que solo podía percibir ternura en su expresión.

Kyle Broflovski tenía treinta y tres años, los mismos que Eric Cartman. Los dos habían formado vidas separadas; los habían comenzado a corresponder a otras personas a lo largo de su vida. Y aún así, cuando juntaron sus labios por unos breves segundos, como prueba de que todo aquello era real, los dos se sintieron como si nunca se hubieran separado.

— Puta rata judía, no sabes cómo te he echado de menos.

Cartman seguía siendo Cartman; y a Kyle le gustaba. Quizás nunca le había dejado de gustar.

 Quizás nunca le había dejado de gustar

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Y este es el final :'). Realmente no quería hacerlo más largo porque siento que así ya está bien.

Espero que te haya gustado. ❤️

Remitente;; kymanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora