Cuatro Flores

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Un nuevo día se acercaba amenazante ante los ojos de Izuku.

El pobre pecoso no pudo dormir casi nada, y todo se debía al malestar que sentía por culpa de lo que -suponía- era esa hermosa, pero hiriente flor que ubicaba su raíces en sus pulmones y a ratos, le impedía respirar con normalidad.

Más de una vez pensó que iba a morir ahogado.

Triste, solo y herido. Su muerte iba a ser en conpleta soledad y por culpa de sus sentimientos.

Ya luego de estar viendo el blanco techo de su pequeña habitación y sentirse lo suficientemente cansado como para dormir finalmente, el estruendoso sonido de su alarma le hace despertar del trance en el que estaba, apunto de irse a su único lugar de escape. Sus sueños.

Se levantó con pereza, sentándose en su cama. Sus pies tocaban el piso y se sostenía la cabeza con sus manos, tratando de mentalizarse para ese día.

En serio que no quería ir a Yuei.

Podría mandarle un mensaje a Uraraka y pedirle que después de las clases viniera a su departamento y le diera sus apuntes de ese día. Esa idea sonaba muy tentadora.

¿Debería ir al hospital?

También sonaba tentador. Pero le daba miedo. Además de que no tenía los recursos suficientes como para pagar ese tratamiento que empezaba a ser más efectivo con el pasar de los años desde que se descubrió esa extraña enfermedad.

Eran demasidas cosas en su cabeza y eso no ayudaba a bajar el dolor de cabeza.

De todas formas no puede faltar, ese día tocaba un exámen demasiado importante y para faltar necesitaría una excusa. Y una excusa necesitaría a alguien que lo avale.

Y él no tiene a nadie.

Suspiró. El rumbo que sus pensamientos tomaban ultimamente lo estaban asustando un poco. Al menos Uraraka está siempre con él, y de verdad apreciaba que ella estuviera apoyándolo, tal vez no estuviera todo el tiempo con él, pero sabe que cada vez que tiene un problema puede contar con ella. Como amaba a su mejor amiga.

Sonrió un poco y se dispuso a arreglarse. Se duchó y vistió. El agua fría calmó su dolor de cabeza y le dio nuevas fuerzas para continuar su día. Ya desayunando revisó su celular, el cual lo dejó apagado desde que llegó a su hogar.
Ya llevaba una semana tratando de sobrellevar esa enfermedad, pero cada esfuerzo que hacía se veía derrumbado cuando lo veía a él y nuevos retoños crecían con el afán de ser expulsados teñidos en sangre. Aunque cada vez que tenía oportunidad, Uraraka lo llevaba a otro sitio, lejos. Evitando cualquier contacto.

Se dio cuenta que tenía varios mensajes de su amiga y respondió a todos. En la mayoría preguntaba cómo estaba, cómp se sentía, si había estudiado para el examen de hoy y demás cosas que le hacían sentir agradecido por tener a esa chica -que era como una hermana para él- a su lado.

También tenía mensajes de él. Preguntándole sobre una tarea o sobre cómo estaba. Desde hace dos días que el chico le empezó a hablar por mensaje, claro, después de todo, el pecoso era el que siempre empezaba las conversaciones. Tanto en la vida real como en el virtual. Aunque los ignoraba todos, por sugerencia de Uraraka.

Se dio nuevos ánimos y fue a Yuei. Sintiendose aún más motivado al oir a los pequeños pajaros cantar.
Como le gustaba la primavera.

Al ya estar a unas cuadras de su centro de estudios sintió como todo su ánimo se derrumbaba como una simple torre de naipes.
Ya ni sabía qué sentir cuando se topaba con él, su corazón latía sin control y su cara se sentía caliente, además de que sus manos empezaban a sudar por los nervios. Sin embargo, al mismo tiempo, se sentía tan triste y melancólico cuando lo veía, porque sabía que por más que lo amara, no podía estar con él.

El bicolor se había adentrado a una tienda, Izuku aprovechó para apresurar su paso y adelantarlo para evitar cualquier encuentro. Estaba a un metro de pasar la tienda, a tan solo un mísero metro, cuando el chico salió de la tiendo con una bolsa y comiendo un pan.

Lo volteó a ver y lo saludó.

Izuku le mostró una sonrisa nerviosa como respuesta y pensando que esa iba a ser la única interactuación con él, avanzó a paso lento, tratando de que el chico frente a él empezara a caminar, pero no. No se movía. Solo veía cómo el pecoso caminaba, esperando a que estuviera a la par de él.

Izuku se sentía desesperado. ¿Es enserio que el mundo lo odia tanto como para recalcarle que puede ver, pero no tocar? Había deseado una situación así meses antes, cuando aún el chico estaba soltero y él empezaba a sentir nuevas sensaciones por el bicolor.

El mundo debe estar burlándose de su desgracia.

Cuando ya estuvieron parejos, el más alto empezó a caminar, igualando el ritmo del pecoso. Todavía comiendo el pan que había comprado.

Izuku no podía odiar y amar más la vida por ese momento. ¿Debería hablarle? ¿Decir algún chiste? ¿Preguntarle algo?

-Me alegra verte, Midoriya.-

Se sorprendió, normalmente el más alto esperaba que la otra presona dijera algo o tan solo la ignoraba, incluso con su novia.

-Eh... a mi también, Todoroki-kun.- respondió un poco incómodo- Aunque igual nos vemos en clase...-

-Sí... pero últimamente Uraraka está mucho contigo y ya no podemos hablar como antes.-

Oh, claro. Por eso es que el pecoso se enamoró de él. Hablaban de tantas cosas, tanto en Yuei como por mensaje. Desde sus gustos hasta sus recuerdos más humillantes.
Y por supuesto, él sabe de todo lo que el más alto tuvo que pasar. Sus problemas familiares y cómo desde pequeño tuvo que sobrellevarlo.

Simplemente... descubrió un lado de él que nadie conocía, verlo tan sincero y cómo realmente era, le hizo descubrir que ya había caído por ese distraído chico que ni cuenta se daba de que lo estaba lastimando al recordarle esos momentos donde se sentía tan feliz y sentía que el bicolor solo le prestaba atención a él.

Pero...

-Ya... pero tienes a Yaoyorozu-san, apuesto que ella haría mejor compañía que yo.-

Se. Quería. Matar.
¿Cómo le pudo decir eso? ¿Es que estaba tonto? Esperaba que no se molestara por su comentario tan crudo.

El bicolor hizo una mueca.
-La mayoría de veces habla de temas que no me interesan- respondió con un poco de aburrimiento, recordando cómo la chica hablaba y hablaba, pero él no comprendía lo que decía- Además,   ¿puedes creer que a ella no le guste All Might?

-¿Quéee...?- preguntó el pecoso con sorpresa contenida, activandose el modo fan en su cabeza.- ¿Pero cómo es eso posible? ¿Acaso no conoce la historia? ¿El desarrollo de los personajes? ¿Acaso no sabe lo que es un Plus Ultra?

El resto del camino el bicolor se encontraba feliz, escuchando atentamente cómo el peliverde defendía a capa y espada su serie favorita y por ende, su héroe favorito.
Él aportaba con algunos comentarios o ideas, pero se sentía cómodo. Nada que ver con Yaoyorozu o cualquier otra persona.

En uno de esos comentarios, el pecoso se sonrojó, oyendo como su corazón empezaba una maratón, pero de pronto su pecho empezó a doler y su respiración se empezaba a entrecortar, pues ni bien lo dijo, su novia apareció y se lo llevó.

Se sentía tan solo y roto, estaba teniendo problemas para respirar bien y sentía como lentamente algo subía hasta su garganta, dañandola más de lo que ya estaba, con el afán de ser expulsado.
Avanzó lo que quedaba para ir a Yuei con un poco de desesperación, recordando ese comentario que se había vuelto agridulce en su memoria, provocándole aún más problemas para su cansado cuerpo que, ya estando en el baño, desechaba los fragmentos de su corazón roto sin importar si este aún albergaba algo de esperanza.

-Por eso te prefiero a ti, Midoriya.-

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⏰ Última actualización: Apr 03, 2020 ⏰

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