REGLA 1°. EL HUMANO CUYO NOMBRE SEA ESCRITO EN ESTA LIBRETA, MORIRÁ.

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Los años pasaron. El asunto de Kira quedó en el olvido después de algunos años; los hijos de Misa Amane crecieron en compañía de buenos padres, y el mundo Shinigami y la Death Note se perdieron para el mundo entero. Ran y Rem crecieron como un par de gemelos normales, que compartían un gran sentido de responsabilidad y prudencia, a diferencia de su hermana pequeña Nobu, quien tenía un magnífico sentido de la justicia, pero le faltaba la paciencia y prudencia de sus padres.

Sin embargo, cada uno tenía su encanto como hijo, y fueron la adoración de su madre siempre. Los años pasaron y los chicos crecían cada vez más, escuchando las lecciones de su madre

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En un día como cualquiera, paseaba por los pasillos de la Preparatoria de Tochigi para llegar a mi clase diaria de Bioquímica. En sí la tarde transcurría aburrida y lenta como cualquier otra. Sinceramente ya no mantenía ningún interés en las clases; todos los temas me los sabía de arriba a abajo y de derecho a revés, por lo que las cosas que ya sabía me aburrían muchísimo. Nunca pensé que aquel día mi vida iba a cambiar. Caminaba por el campus mientras escuchaba las cosas extrañas y locas que decía mi mejor amigo y su hermana, Ryunosuke y Ryunosuma, aunque todos les llamabamos Uke y Uma. Apenas y les escuchaba; la mayoría del tiempo solo decían cosas sin sentido y me cansaban. Estabamos por llegar al salón de clase. Esta, igual que siempre corrió sin nada nuevo y tan aburrida y tediosa como todos los días. Las clases de hoy habían terminado, así que me despedí de Uke y Uma para ir a casa.

El sol comenzaba a esconderse y el aire empezó a hacerse gélido, lo cuál indicaba que no tardaba en anochecer. Me dio lo mismo. Caminé hasta la estación y esperé a que llegara el tren. Pasaron cerca de diez minutos hasta que éste llegó. Por alguna razón, el furgón estaba vacío. Me encogí de hombros y me senté, leyendo "Iden to Kekkon" de Kiichi Miyake para no aburrirme en lo que llegaba a casa. De pronto algo llamó mi atención. Las luces del atardecer llenaron el furgón, iluminando de amarillo y anaranjado un objeto oscuro al fondo de éste. Dejé la novelita en el asiento al lado del mío y me levanté para ver qué era aquel objeto tan extraño. Cuando lo tenía frente a mi podía sentir un escalofrío en la espalda, como si hubiese alguien tras de mi, observándome.

Decidí dejarlo correr y me acerqué más para tocar aquel objeto. Lo tomé entre mis dedos y lo alcé para poder verle a plena luz. Era una libreta. Sí, pero no era una libreta ordinaria. Era de un color negro liso con unas letras blancas salpicadas en la portada. Podía leerse claramente "Death Note", lo que es traducido por "Libreta de la Muerte". Lo primero que pensé fue Esto tiene que ser un chiste barato y de muy mal gusto. ¿A quién se le ocurriría esta estupidez de ponerle Libreta de la muerte a un simple cuadernillo? al mismo tiempo que me reía. Observé el interior. Hasta se habían molestado en colocar instrucciones. Leí todas y cada una. Con solo escribir el nombre de quien conocieras el rostro, esta persona moriría dentro de 40 segundos. Se me hacía algo histéricamente divertido y ridículo. Era imposible que algo así pudiera pasar.

Estuve tentada a dejar ahí mismo la libreta, pero algo dentro de mi me impulsó a conservarla. ¿Qué haces? ¿quieres ver si es real? es imposible, no puedes matar con una libreta pensé mientras releía las instrucciones. Era algo completamente absurdo. ¿Cómo podías matar a alguien solo escribiendo su nombre en un pedazo de papel?

Estaba por llegar a casa. Por la calle, pude ver a un hombre tosiendo y gimoteando cosas, temblando y retorciendose en el suelo. Cuando pasé a su lado, me tomó el tobillo con fuerza, y me suplicó llorando que acabara con su vida. Simplemente quise negarme, ¿cómo podía matarlo? pero al verlo así... realmente quería que acabara con su dolor. No tenía más opción. Pensé en la forma en que podía acabar con su sufrimiento pero no verme culpada de asesinato al mismo tiempo. Entonces, recordé la Death Note. Volví a pensar que era ridículo, pero valía la pena intentarlo. La ansiedad me comía por dentro.

Lo hice. Le miré el rostro y pedí que me diera su nombre. El enfermo apenas y pudo dármelo, dándome las gracias. Anoté el nombre en la Death Note y miré mi reloj. Esperé a su lado. Y esperé. Habían pasado ya 32, 33, 34... y 40 segundos. No pasaba nada. Obviamente, es solo una ridic.... estaba pensando justo cuando vi que el hombre se retorció como un gusano en el suelo, agarrandose con fuerza el corazón y gimiendo. Luego de un par de segundos, cayó como un perro. No lo podía creer. ¿Era una coincidencia? quizás lo fuera. No podía haberlo matado solo con escribir su nombre en aquella libreta.

Me quedé pensando. Tenía que probarlo una vez más, pero ¿con quién? repasé en mi mente a las personas que podría matar solo por el gusto de hacerlo y comprobar si la libreta realmente funcionaba. Tenía una vecina realmente insoportable que ya rondaba más de los noventa y ocho años. Agonizaba sola en su casa, sin ninguna familia. Me pareció una buena oportunidad; total, si era una farsa, no tenía nada que perder.

Decidí entrar a su casa (de vez en cuando iba a cuidarla, por lo que tenía un duplicado de las llaves de su casa), subí las escaleras y entré a su habitación, sentándome al lado de su cama en la que ella dormía con unos espantosos ronquidos. Saqué la Death Note, mi bolígrafo y escribí "Kaya Kotomi". volví a mirar mi reloj y esperé. Pasaron 40 segundos.... y la vieja se tocó el corazón, boqueando en busca de aire. Diez segundos después, dejó de moverse. Me acerqué a su cuello y apreté una de sus venas. No tenía pulso. Era imposible... la libreta era real. A mis espaldas escuché una voz.

—Veo que has encontrado la Death Note.

Temí que fuera algún oficial de policía o algún encargado de la vieja señora Kotomi. Me di la vuelta y me sorprendí aún más de lo que crei, ya que esperaba encontrarme con una persona, no con aquella particular criatura que me hablaba. Era una especie de ángel de alas grisáceas y cenizas, con cabello azul y ropas extrañas y de un par de ojos grandes y amarillos. Estaba volando... ¿cómo? eran las dos cosas más raras que había visto aquel día.

—Esa es mi Death Note, y veo que ya has visto como funciona y para qué sirve. Un gusto, Nobu. Me llamo Tatsu, y soy un Shinigami.

NOTA: Nobu en multimedia :3

Death Note Temp 2.1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora